¿Qué tienen en común una cineasta afrocubana silenciada, un dramaturgo que llevó el teatro a los márgenes, una performer que hizo cantar las onomatopeyas y un artista que cultiva “lo extraño”? La respuesta está en La Virreina Centre de la Imatge, que desde este miércoles 16 de abril se convierte en epicentro de un diálogo con las formas disonantes de la historia, la cultura y el cuerpo. Este centro abre hoy las puertas a un cuarteto de exposiciones bajo los comisariados de Valentín Roma, Roger Bernat y Arnau Horta. Las muestras proponen una inmersión en trayectorias creativas que han transitado la frontera entre el compromiso radical y la experimentación formal.
Desde hoy hasta el 29 de septiembre, el centro se convierte en epicentro de un diálogo con las formas disonantes de la historia, la cultura y el cuerpo
¿Qué tienen en común una cineasta afrocubana silenciada, un dramaturgo que llevó el teatro a los márgenes, una performer que hizo cantar las onomatopeyas y un artista que cultiva “lo extraño”? La respuesta está en La Virreina Centre de la Imatge, que desde este miércoles 16 de abril se convierte en epicentro de un diálogo con las formas disonantes de la historia, la cultura y el cuerpo. Este centro abre hoy las puertas a un cuarteto de exposiciones bajo los comisariados de Valentín Roma, Roger Bernat y Arnau Horta. Las muestras proponen una inmersión en trayectorias creativas que han transitado la frontera entre el compromiso radical y la experimentación formal.
Lee tambiénCamila Beraldi

La más impactante es quizás La meva aportació, dedicada a la directora afrocubana Sara Gómez, figura clave del documentalismo de los años sesenta y setenta en Cuba. La muestra no sólo reúne por primera vez su filmografía completa —restaurada y confrontada con la de otros cineastas coetáneos como Varda, Marker o Gutiérrez Alea—, sino que la contextualiza dentro del proyecto revolucionario cubano y expone las tensiones de clase, raza y género que la autora hizo aflorar. Gómez, triplemente conflictiva (mujer, joven y negra), utilizaba el cine como un instrumento de resistencia política y de crítica feminista avant la lettre. Su film Mi aporte… (1972) da título a la exposición y revela un relato colectivo tejido desde el margen.

Ana Jiménez
Junto a esta voz cinematográfica, la segunda exposición nos adentra en el teatro insurgente de Eugenio Barba y los inicios de la compañía que fundó, el Odin Teatret. La muestra, centrada en el período 1971-1979, narra la emergencia del “tercer teatro”, una forma de arte escénico comunitario, descentralizado y corporal. Barba y los suyos huyeron de los escenarios convencionales para ocupar calles, centros psiquiátricos y pueblos, como el de Bétera, donde actuaron cuando el alcalde de Valencia les cerró sus puertas. La exposición, como el movimiento que retrata, es una invitación a revisar las raíces para comprender el mundo.
La exposición dedicada a Eugenio Barba narra la emergencia del “tercer teatro” y los inicios de la compañía que fundó, el Odin Teatret
El centenario de Cathy Berberian, figura primordial de la vanguardia musical europea, ha servido de pretexto para redescubrir Stripsody, una pieza vocal que rompe toda lógica convencional. A partir de onomatopeyas y referencias al cómic, la cantante construyó un universo sonoro delirante, potente y singular, en colaboración con nombres como Umberto Eco y Eugenio Carmi. La exposición, comisariada por Arnau Horta, no es solo un homenaje a la cantante estadounidense, sino una genealogía de una forma de expresión que se escapa de cualquier categoría.

Ana Jiménez
Finalmente, Cultivar a l’estrany ofrece una mirada panorámica de la trayectoria artística del artista madrileño Álvaro Perdices (1971), que desafía el academicismo y abraza el queer, la naturaleza y la microhistoria. Desde los años noventa hasta hoy, Perdices ha sabido desmontar los grandes relatos para dar espacio a formas de expresión pequeñas, pero decisivas.
Lee tambiénTeresa Sesé

Al final de la muestra, destaca la propuesta Formas del porvenir, un proyecto inédito que retoma lo ensayos dirigidos el 1936 por Federico García Lorca de su obra Así que pasen cinco años (1931). Se muestran los manuscritos originales de la obra, expuestos juntamente con los diseños cerámicos de Maruja Mallo, que desaparecieron durante los bombardeos de la Guerra Civil, en un gesto de restitución y memoria. Las cuatro exposiciones se podrán visitar hasta el 28 de septiembre.
Cultura