No solo el clima: la actividad del hombre altera también el interior de la Tierra

Toda acción tiene su reacción. Es una regla sencilla pero que la humanidad parece no querer entender cuando se trata del impacto que nuestros actos están teniendo en el planeta. Ahora, un estudio internacional dirigido por el geólogo de la Universidad de Pekin Teng Wang y recién publicado en ‘Nature Geoscience’ vuelve a recordarnos esa ley universal, y lo hace de una forma sorprendente: la desecación del Mar de Aral, fruto de la acción del hombre, está provocando el ‘regreso’ a su lugar de origen de un denso flujo de roca viscosa… a 150 km de profundidad. El Mar de Aral, que en sus tiempos llegó a ser el cuarto mayor lago del mundo, no ha dejado de menguar desde la década de 1960, en gran parte por culpa del desvío de los ríos que lo alimentan para la irrigación. Esta tragedia ambiental, que está transformando un vasto lago en un desierto salado, ha tenido sin embargo un efecto secundario inesperado: permitir a los científicos observar cómo la actividad humana puede influir en los procesos que ocurren en las profundidades de la Tierra.«La desecación del Mar de Aral -escribe el geólogo de la Universidad de Washington Simon Lamb en su comentario al artículo de ‘Nature’- ha sido un desastre ambiental, pero también nos ha proporcionado una oportunidad única para estudiar el interior profundo del planeta«.Rocas que fluyen como líquidosLas rocas, aunque sólidas en la superficie terrestre, pueden comportarse como fluidos a altas temperaturas y presiones, un fenómeno conocido como viscoelasticidad. Es algo similar a un trozo de plastilina: si se le da un golpe rápido, se comporta como un sólido, pero si se le somete a una fuerte presión constante, se deforma y fluye lentamente.Noticia Relacionada estandar Si El violento ‘divorcio continental’ entre África y Sudamérica José Manuel Nieves La separación de ambos continentes no se produjo de forma tranquila, sino que fue un episodio extraordinariamente violento y explosivo«Es como observar el modo en que la Tierra se recupera después de quitarle de encima un peso enorme -explica Teng Wang, autor principal del estudio-. El peso del agua del Mar de Aral presionaba la corteza terrestre hacia abajo y ahora, al desaparecer el agua, la roca del manto fluye de regreso a su posición original».Para descubrir el fenómeno, los científicos utilizaron mediciones de radar satelital (InSAR) para rastrear la deformación del suelo en la cuenca del Mar de Aral entre 2016 y 2020. Y descubrieron que el lecho marino se está elevando a una velocidad promedio de 7 milímetros por año, y que ese levantamiento se extiende hasta 500 kilómetros más allá del centro original del lago.Después, una serie de simulaciones por computadora mostraron que la mejor explicación para ese levantamiento del suelo es un flujo de roca en el manto superior, a una profundidad de aproximadamente 150 kilómetros. Esta roca, que había sido desplazada por el peso del lago, fluye ahora de regreso a su posición original a velocidades de hasta algunos centímetros por año, unritmo comparable al movimiento de las placas tectónicas.«Es sorprendente pensar que nuestras acciones en la superficie -dice Wang- puedan tener un impacto tan profundo en el interior de la Tierra. Este flujo continuará durante muchas décadas, lo que significa que estamos presenciando un proceso geológico a largo plazo desencadenado por la actividad humana».La Viscosidad de la Tierra ProfundaLa velocidad a la que fluye la roca depende de su viscosidad, una medida de su resistencia al flujo. Los estudios de ‘rebote postglacial’, donde la Tierra se eleva después de que se derriten los glaciares, han demostrado ya que las rocas del manto son extremadamente viscosas, mucho más que el agua. Sin embargo, el tiempo que tarda la roca en empezar a fluir, conocido como el tiempo de Maxwell, puede ser sorprendentemente corto, desde unos pocos años a un milenio.«Esto significa – explica Wang- que aunque la roca sea muy viscosa, puede responder a cambios en la superficie en escalas de tiempo relativamente cortas. La desecación del Mar de Aral es un ejemplo perfecto de cómo la actividad humana puede desencadenar estos cambios».El estudio del Mar de Aral, por lo tanto, ofrece una oportunidad única para estudiar el interior profundo de nuestro planeta. «Se trata de un experimento involuntario -escribe Lamb en su comentario-, pero nos está proporcionando datos valiosos sobre la dinámica del manto terrestre. Nos permite comprender mejor cómo la Tierra responde a los cambios en la superficie, y cómo la actividad humana puede influir en estos procesos».Un fenómeno complejoA pesar de la importancia de este hallazgo, los autores del estudio reconocen que aún hay mucho que aprender. La precisión de las mediciones satelitales tiene sus límites, y la falta de datos terrestres dificulta la confirmación de los resultados. Además, la fluctuación de la capa freática y las inconsistencias entre el modelo numérico y las observaciones sugieren que la respuesta de la Tierra podría ser más compleja de lo que se pensaba inicialmente.«Necesitamos -concluye Wang- realizar más investigaciones para entender completamente la dinámica del manto terrestre en esta región. Y eso incluye la recopilación de datos más precisos y el desarrollo de modelos numéricos más sofisticados».Con todo, y dejando aparte la inesperada oportunidad científica que representa, el estudio del Mar de Aral es un poderoso recordatorio de la interconexión de los sistemas terrestres. Nuestras acciones en la superficie pueden tener consecuencias profundas y duraderas en el interior de la Tierra.MÁS INFORMACIÓN noticia Si «Si alguien viajara en el tiempo desde 20 años atrás a la actualidad, diría que ya somos humanos aumentados» noticia Si Aviso para la Tierra: una enorme tormenta solar desata el infierno en Júpiter«Debemos ser conscientes de nuestro impacto en el planeta -advierte Lamb. La desecación del Mar de Aral es un ejemplo trágico de cómo la actividad humana puede alterar los procesos naturales, y debemos aprender de este error para evitar futuros desastres». Toda acción tiene su reacción. Es una regla sencilla pero que la humanidad parece no querer entender cuando se trata del impacto que nuestros actos están teniendo en el planeta. Ahora, un estudio internacional dirigido por el geólogo de la Universidad de Pekin Teng Wang y recién publicado en ‘Nature Geoscience’ vuelve a recordarnos esa ley universal, y lo hace de una forma sorprendente: la desecación del Mar de Aral, fruto de la acción del hombre, está provocando el ‘regreso’ a su lugar de origen de un denso flujo de roca viscosa… a 150 km de profundidad. El Mar de Aral, que en sus tiempos llegó a ser el cuarto mayor lago del mundo, no ha dejado de menguar desde la década de 1960, en gran parte por culpa del desvío de los ríos que lo alimentan para la irrigación. Esta tragedia ambiental, que está transformando un vasto lago en un desierto salado, ha tenido sin embargo un efecto secundario inesperado: permitir a los científicos observar cómo la actividad humana puede influir en los procesos que ocurren en las profundidades de la Tierra.«La desecación del Mar de Aral -escribe el geólogo de la Universidad de Washington Simon Lamb en su comentario al artículo de ‘Nature’- ha sido un desastre ambiental, pero también nos ha proporcionado una oportunidad única para estudiar el interior profundo del planeta«.Rocas que fluyen como líquidosLas rocas, aunque sólidas en la superficie terrestre, pueden comportarse como fluidos a altas temperaturas y presiones, un fenómeno conocido como viscoelasticidad. Es algo similar a un trozo de plastilina: si se le da un golpe rápido, se comporta como un sólido, pero si se le somete a una fuerte presión constante, se deforma y fluye lentamente.Noticia Relacionada estandar Si El violento ‘divorcio continental’ entre África y Sudamérica José Manuel Nieves La separación de ambos continentes no se produjo de forma tranquila, sino que fue un episodio extraordinariamente violento y explosivo«Es como observar el modo en que la Tierra se recupera después de quitarle de encima un peso enorme -explica Teng Wang, autor principal del estudio-. El peso del agua del Mar de Aral presionaba la corteza terrestre hacia abajo y ahora, al desaparecer el agua, la roca del manto fluye de regreso a su posición original».Para descubrir el fenómeno, los científicos utilizaron mediciones de radar satelital (InSAR) para rastrear la deformación del suelo en la cuenca del Mar de Aral entre 2016 y 2020. Y descubrieron que el lecho marino se está elevando a una velocidad promedio de 7 milímetros por año, y que ese levantamiento se extiende hasta 500 kilómetros más allá del centro original del lago.Después, una serie de simulaciones por computadora mostraron que la mejor explicación para ese levantamiento del suelo es un flujo de roca en el manto superior, a una profundidad de aproximadamente 150 kilómetros. Esta roca, que había sido desplazada por el peso del lago, fluye ahora de regreso a su posición original a velocidades de hasta algunos centímetros por año, unritmo comparable al movimiento de las placas tectónicas.«Es sorprendente pensar que nuestras acciones en la superficie -dice Wang- puedan tener un impacto tan profundo en el interior de la Tierra. Este flujo continuará durante muchas décadas, lo que significa que estamos presenciando un proceso geológico a largo plazo desencadenado por la actividad humana».La Viscosidad de la Tierra ProfundaLa velocidad a la que fluye la roca depende de su viscosidad, una medida de su resistencia al flujo. Los estudios de ‘rebote postglacial’, donde la Tierra se eleva después de que se derriten los glaciares, han demostrado ya que las rocas del manto son extremadamente viscosas, mucho más que el agua. Sin embargo, el tiempo que tarda la roca en empezar a fluir, conocido como el tiempo de Maxwell, puede ser sorprendentemente corto, desde unos pocos años a un milenio.«Esto significa – explica Wang- que aunque la roca sea muy viscosa, puede responder a cambios en la superficie en escalas de tiempo relativamente cortas. La desecación del Mar de Aral es un ejemplo perfecto de cómo la actividad humana puede desencadenar estos cambios».El estudio del Mar de Aral, por lo tanto, ofrece una oportunidad única para estudiar el interior profundo de nuestro planeta. «Se trata de un experimento involuntario -escribe Lamb en su comentario-, pero nos está proporcionando datos valiosos sobre la dinámica del manto terrestre. Nos permite comprender mejor cómo la Tierra responde a los cambios en la superficie, y cómo la actividad humana puede influir en estos procesos».Un fenómeno complejoA pesar de la importancia de este hallazgo, los autores del estudio reconocen que aún hay mucho que aprender. La precisión de las mediciones satelitales tiene sus límites, y la falta de datos terrestres dificulta la confirmación de los resultados. Además, la fluctuación de la capa freática y las inconsistencias entre el modelo numérico y las observaciones sugieren que la respuesta de la Tierra podría ser más compleja de lo que se pensaba inicialmente.«Necesitamos -concluye Wang- realizar más investigaciones para entender completamente la dinámica del manto terrestre en esta región. Y eso incluye la recopilación de datos más precisos y el desarrollo de modelos numéricos más sofisticados».Con todo, y dejando aparte la inesperada oportunidad científica que representa, el estudio del Mar de Aral es un poderoso recordatorio de la interconexión de los sistemas terrestres. Nuestras acciones en la superficie pueden tener consecuencias profundas y duraderas en el interior de la Tierra.MÁS INFORMACIÓN noticia Si «Si alguien viajara en el tiempo desde 20 años atrás a la actualidad, diría que ya somos humanos aumentados» noticia Si Aviso para la Tierra: una enorme tormenta solar desata el infierno en Júpiter«Debemos ser conscientes de nuestro impacto en el planeta -advierte Lamb. La desecación del Mar de Aral es un ejemplo trágico de cómo la actividad humana puede alterar los procesos naturales, y debemos aprender de este error para evitar futuros desastres».  

Toda acción tiene su reacción. Es una regla sencilla pero que la humanidad parece no querer entender cuando se trata del impacto que nuestros actos están teniendo en el planeta. Ahora, un estudio internacional dirigido por el geólogo de la Universidad de Pekin Teng Wang … y recién publicado en ‘Nature Geoscience’ vuelve a recordarnos esa ley universal, y lo hace de una forma sorprendente: la desecación del Mar de Aral, fruto de la acción del hombre, está provocando el ‘regreso’ a su lugar de origen de un denso flujo de roca viscosa… a 150 km de profundidad.

El Mar de Aral, que en sus tiempos llegó a ser el cuarto mayor lago del mundo, no ha dejado de menguar desde la década de 1960, en gran parte por culpa del desvío de los ríos que lo alimentan para la irrigación. Esta tragedia ambiental, que está transformando un vasto lago en un desierto salado, ha tenido sin embargo un efecto secundario inesperado: permitir a los científicos observar cómo la actividad humana puede influir en los procesos que ocurren en las profundidades de la Tierra.

«La desecación del Mar de Aral -escribe el geólogo de la Universidad de Washington Simon Lamb en su comentario al artículo de ‘Nature’- ha sido un desastre ambiental, pero también nos ha proporcionado una oportunidad única para estudiar el interior profundo del planeta«.

Rocas que fluyen como líquidos

Las rocas, aunque sólidas en la superficie terrestre, pueden comportarse como fluidos a altas temperaturas y presiones, un fenómeno conocido como viscoelasticidad. Es algo similar a un trozo de plastilina: si se le da un golpe rápido, se comporta como un sólido, pero si se le somete a una fuerte presión constante, se deforma y fluye lentamente.

«Es como observar el modo en que la Tierra se recupera después de quitarle de encima un peso enorme -explica Teng Wang, autor principal del estudio-. El peso del agua del Mar de Aral presionaba la corteza terrestre hacia abajo y ahora, al desaparecer el agua, la roca del manto fluye de regreso a su posición original».

Para descubrir el fenómeno, los científicos utilizaron mediciones de radar satelital (InSAR) para rastrear la deformación del suelo en la cuenca del Mar de Aral entre 2016 y 2020. Y descubrieron que el lecho marino se está elevando a una velocidad promedio de 7 milímetros por año, y que ese levantamiento se extiende hasta 500 kilómetros más allá del centro original del lago.

Después, una serie de simulaciones por computadora mostraron que la mejor explicación para ese levantamiento del suelo es un flujo de roca en el manto superior, a una profundidad de aproximadamente 150 kilómetros. Esta roca, que había sido desplazada por el peso del lago, fluye ahora de regreso a su posición original a velocidades de hasta algunos centímetros por año, unritmo comparable al movimiento de las placas tectónicas.

«Es sorprendente pensar que nuestras acciones en la superficie -dice Wang- puedan tener un impacto tan profundo en el interior de la Tierra. Este flujo continuará durante muchas décadas, lo que significa que estamos presenciando un proceso geológico a largo plazo desencadenado por la actividad humana».

La Viscosidad de la Tierra Profunda

La velocidad a la que fluye la roca depende de su viscosidad, una medida de su resistencia al flujo. Los estudios de ‘rebote postglacial’, donde la Tierra se eleva después de que se derriten los glaciares, han demostrado ya que las rocas del manto son extremadamente viscosas, mucho más que el agua. Sin embargo, el tiempo que tarda la roca en empezar a fluir, conocido como el tiempo de Maxwell, puede ser sorprendentemente corto, desde unos pocos años a un milenio.

«Esto significa – explica Wang- que aunque la roca sea muy viscosa, puede responder a cambios en la superficie en escalas de tiempo relativamente cortas. La desecación del Mar de Aral es un ejemplo perfecto de cómo la actividad humana puede desencadenar estos cambios».

El estudio del Mar de Aral, por lo tanto, ofrece una oportunidad única para estudiar el interior profundo de nuestro planeta. «Se trata de un experimento involuntario -escribe Lamb en su comentario-, pero nos está proporcionando datos valiosos sobre la dinámica del manto terrestre. Nos permite comprender mejor cómo la Tierra responde a los cambios en la superficie, y cómo la actividad humana puede influir en estos procesos».

Un fenómeno complejo

A pesar de la importancia de este hallazgo, los autores del estudio reconocen que aún hay mucho que aprender. La precisión de las mediciones satelitales tiene sus límites, y la falta de datos terrestres dificulta la confirmación de los resultados. Además, la fluctuación de la capa freática y las inconsistencias entre el modelo numérico y las observaciones sugieren que la respuesta de la Tierra podría ser más compleja de lo que se pensaba inicialmente.

«Necesitamos -concluye Wang- realizar más investigaciones para entender completamente la dinámica del manto terrestre en esta región. Y eso incluye la recopilación de datos más precisos y el desarrollo de modelos numéricos más sofisticados».

Con todo, y dejando aparte la inesperada oportunidad científica que representa, el estudio del Mar de Aral es un poderoso recordatorio de la interconexión de los sistemas terrestres. Nuestras acciones en la superficie pueden tener consecuencias profundas y duraderas en el interior de la Tierra.

«Debemos ser conscientes de nuestro impacto en el planeta -advierte Lamb. La desecación del Mar de Aral es un ejemplo trágico de cómo la actividad humana puede alterar los procesos naturales, y debemos aprender de este error para evitar futuros desastres».

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