El nuevo maestro de la novela de espías

El cada vez más inquietante panorama político internacional brinda un inmejorable caldo de cultivo para las novelas de espías, ese subapartado del género de misterio que cuenta con numerosos adeptos -un servidor entre ellos- y tiene como santo patrón al fallecido John Le Carré, que consiguió imprimirle su formato literario más distinguido. 

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 ‘Moscú X’, la segunda novela de David McCloskey, consagra al autor de ‘Estación Damasco’  

El cada vez más inquietante panorama político internacional brinda un inmejorable caldo de cultivo para las novelas de espías, ese subapartado del género de misterio que cuenta con numerosos adeptos -un servidor entre ellos- y tiene como santo patrón al fallecido John Le Carré, que consiguió imprimirle su formato literario más distinguido. 

Tras su fallecimiento en 2020, han sido varios los autores de buenos thrillers a los que se ha atribuido con mayor o menor fortuna la etiqueta “el heredero de John Le Carré”: por citar solo algunos del área angloparlante, Therry Hayes, Jason Mathews, Charles Cummings…

Dejando aparte a Le Carré, quizás el especialista en narrativa de espionaje con más éxito en los últimos decenios es Daniel Silva, habitual de las listas de best sellers del New York Times, creador de la serie protagonizada por el hombre de la inteligencia israelí  Gabriel Allon y admirable urdidor de sucesivas tramas que no pueden soltarse. Pero frente al distanciamiento crítico de John Le Carré respecto a los servicios británicos MI5 y MI6 -que implica toda una filosofía de la geopolítica-, Silva se muestra desacomplejadamente favorable a la agencia de Allon -la Oficina en sus libros-, y uno se pregunta qué debe estar preparando en un momento como el actual, de prestigio tan bajo para el Mossad, que no pudo prever la matanza de Hamas en 2023, y también para el sionismo, tras la muy desproporcionada reacción de Israel sobre Gaza.

⁄Artemis Aphrodite Procter, que aparece en las dos novelas, “es como el conejo de Duracell, pero en plan desquiciado”

Descartado Daniel Silva, un candidato cada vez más sólido a reivindicar la herencia del autor británico, por su ambición y sus resultados, es David McCloskey. Este antiguo profesional de la materia (trabajó para la CIA en Siria durante seis años) sorprendió gratamente hace un año con Estación Damasco. Publicada aquí por Salamandra, se trata de una intriga ambientada en el inicio de la guerra civil en este país de Oriente Medio, protagonizada por un atlético agente de información estadounidense y una atractiva funcionaria del palacio presidencial. Hay de por medio armas químicas, interferencias rusas, asesinatos, torturas, romance y sexo, bastante humor, codazos en el seno de la propia agencia y decisiones difíciles para POTUS, el presidente norteamericano. Y abundancia de referencias a distintos organismos, comités, subcomités y grupúsculos en el seno del espionaje internacional.

Atendiendo a su paginación existen dos tipos de novelas de espías: las ajustadas y las extensas. Le Carré, en sus inicios, frecuentaba el modo breve, y con el triunfo se pasó al extenso. El espía que surgió del frío tenía 250 páginas; La Casa Rusia y El topo, casi 500. Las de Daniel Silva suelen oscilar entre las 300 y las 400. McCloskey es un claro adepto del tamaño generoso: Estación Damasco contaba, en la edición española, 552 páginas. Moscú X, que aterriza en librerías españolas a fines de este mes, también traducida por J. Homedes, 555, agradecimientos incluidos. La extensión añade un reto al autor: evitar las caídas de intrigas, que el lector no se canse y abandone. McCloskey lo afronta brillantemente.

/La CIA impulsa un plan para generar el caos entre los hombres de confianza de Putin y debilitar la estructura de poder ruso

Artemis Aphrodite Procter, la responsable de la estación Damasco en la novela anterior, “es como el conejo de Duracell, pero en plan desquiciado; es muy intensa y como te relajes se te merienda vivo”. Reaparece en Moscú X, ascendida a nuevas responsabilidades en Langley tras un duro episodio en Tayikistán. 

La guerra de Ucrania ya ha estallado. Y la desconcertante Artemis supervisa un sofisticado plan para generar el caos entre los hombres de confianza de Putin y debilitar la estructura de poder ruso. Una abogada inglesa especialista en lavados de dinero, un criador de caballos mexicano y la hija de un magnate petersburgués en crisis con el zar serán los personajes centrales, atrapados en una acción llena de sorpresas. 

Con información muy plausible sobre las claves del despotismo y la corrupción en la Rusia contemporánea, McCloskey pasa con nota alta su segunda prueba, y habrá que esperar con atención las siguientes (pero podemos estar tranquilos, en EE.UU. ya ha aparecido la tercera, La planta séptima).

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