Esta selección de lugares emblemáticos y muy verdes ofrece la oportunidad de conocer todas las plantas del planeta: desde Madrid, con el más antiguo de todos, hasta la lejanísima Tasmania, pasando por proyectos futuristas en Cornualles o el Ártico
Esta selección de lugares emblemáticos y muy verdes ofrece la oportunidad de conocer todas las plantas del planeta: desde Madrid, con el más antiguo de todos, hasta la lejanísima Tasmania, pasando por proyectos futuristas en Cornualles o el Ártico
Jardín Botánico de Río de Janeiro (Brasil). Fue el rey Joao VI de Portugal, cuando era príncipe regente, quien creó este Jardín Botánico brasileño, actualmente declarado por la UNESCO Reserva de la biosfera y famosa por su exuberante paraíso tropical y por la Avenida de las Palmeiras Imperiales, plantadas cuando se inauguró el jardín en 1808. Otras de sus joyas son la sección de la Amazonía, la laguna con los enormes nenúfares Victoria Regia y el orquideario, con 600 especies de orquídeas. Está dividido por temas en varios jardines pequeños: jardines tropicales, relajantes jardines japoneses, avenidas impresionantes de enormes palmeras, invernaderos de cactus, o los coloridos invernaderos de orquídeas. Es una nota de frescor y relax en la animada ciudad carioca (https://www.riodejaneiro.es/que-ver/jardin-botanico/).
Jon Hicks ( GETTY IMAGES )Jardín Botánico de Kirstenbosch, Ciudad El cabo (Sudáfrica). Este legendario jardín botánico sudafricano está enmarcado por el perfil recortado de la montaña más famosa dl país: Table Mountain. Es un refugio verde, uno de los primeros jardines botánico del mundo que se fijaron como objetivo proteger las plantas autóctonas, y hoy acoge más de 7000 especies todas nativas de Sudáfrica: cuando los jardines botánicos de todo el mundo llenaban sus arboretos de especies importadas, los responsables del Kirstenbosch advirtieron el valor de la abundante flora autóctona. En medio de una gran frondosidad, el visitante se puede sumergir en cinco de los seis biomas de Sudáfrica, que abarcan desde la sabana hasta el fynbos, el ecosistema dominante en el sur de la región del Cabo. Sus plantas parecen de otro planeta, con sus hojas adaptadas a las sequías y flores como cepillos de cerdas, o con áloes de flores y cícadas punzantes del desierto de Karoo. En Kirstenbosch se tiene la sensación de viajar a otro mundo, un lugar de ciencia ficción. Una forma de verlo todo desde las alturas en Kirstenbosch es en el Boomslang, una sinuosa pasarela que discurre sobre las copas de los árboles. A veces, Kirstenbosch parece más una reserva natural que un jardín obra del hombre; eso forma parte de su magia.Digital Vision ( GETTY IMAGES )Real Jardín Botánico de Madrid (España). Fue el primer jardín botánico del mundo, creado por el rey Fernando VI en plena Ilustración. Situado en el llamado Paseo del Arte, el Botánico está junto al Prado y es una visita casi imprescindible. Alberga en tres terrazas escalonadas, plantas de América y del Pacífico, además de una buena representación de plantas europeas. Fue declarado Jardín Artístico en 1942, y entre sus joyas menos conocidas están las colecciones históricas que atesora en su archivo y en su biblioteca, con un herbario con más de un millón de pliegos, y cerca de 10 000 dibujos, procedentes de las expediciones científicas que España llevó a cabo en el Nuevo Mundo en los siglos XVIII y XIX. El espíritu científico se conserva en la actualidad ya que el espacio está gestionado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que organiza actividades divulgativas, expediciones y conferencias sobre temas botánicos. El jardín cuenta con un itinerario especial, el de árboles singulares, un recorrido por 15 ejemplares que se distinguen del resto por su longevidad, porte monumental o por tratarse de ejemplares históricos asociados a la tradición del Jardín. (https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/real-jardin-botanico-un-museo-vivo). Ignacio Lopez Isasmendi/ ( ZUMA Press / Alamy / CORDON PRESS )Jardín Botánico José Celestino Mutis (Bogotá, Colombia).
El mayor jardín botánico de Colombia no es solo un refugio del ajetreo de la capital, sino también un viaje a través de las plantas, árboles y hierbas medicinales del país. Recorrerlo es viajar por la biodiversidad de Colombia, desde las cumbres de la Sierra Nevada de Santa Marta hasta la costa caribeña, incluyendo una extraordinaria variedad de plantas, desde pinos, palmeras y plataneras hasta unas 4000 especies de orquídeas. Lo más representativo del jardín es el futurista Tropicario, el mayor invernadero de
Sudamérica, que consta de seis cúpulas acristaladas: una para exposiciones temporales y cinco que recrean entornos botánicos concretos del país. Al penetrar en el bosque húmedo tropical, uno tiene la sensación de que, pese a hallarse en un espacio cerrado, está caminando bajo un brumoso y verde dosel. Contrasta con el bosque seco tropical, donde predominan cactus, suculentas y otras plantas desérticas, y con el superpáramo, una región por encima de los 3960 m sobre el nivel del mar. Otra sección está dedicada a las orquídeas y bromelias, que invitan a admirar de cerca las curiosas formas y colores de sus flores.
El jardín toma su nombre del botánico español José Celestino Mutis, que encabezó la Real Expedición Botánica al Nuevo Reino de Granada, hoy Colombia, a finales del s. XVIII y principios del s. XIX. La planta emblemática del jardín es el clavellino, una trepadora autóctona denominada Mutisia clematis en su honormatthieu cattin ( Alamy / CORDON PRESS )Huntington Botanical Gardens (Los Ángeles, EE UU).
Arabella Huntington y su tercer marido, el magnate ferroviario e inmobiliario Henry E. Huntington, fundaron estos jardines en 1919. Eran también coleccionistas de arte y de libros raros, sobre todo de plantas. Con los años, las plantaciones de su rancho en el sur de California
evolucionaron desde simples huertas hasta impresionantes colecciones de orquídeas, cactus y especies raras y curiosas de todo el mundo. Hoy, al pasear por estos jardines, se viaja por los microclimas del mundo, desde una palmera datilera de las Canarias que fue una de las primeras incorporaciones, a la sección más reciente que es el jardín chino, el mayor fuera de China, cuyos pabellones están unidos por gráciles puentes. Más allá de las flores, los amantes del arte pueden conocer las colecciones ajenas a la
botánica, con tesoros como una Biblia de Gutenberg y libros de Marco Polo en la Huntington Library, y obras de Edward Hopper y Thomas Gainsborough en el museo de arte (https://www.huntington.org/botanical-gardens). Richard T. Nowitz ( GETTY IMAGES )Jardín botánico ártico-alpino en Tromso (Noruega). No es fácil ser una planta en el círculo polar ártico. Las que intentan crecer en estas latitudes deben lidiar con uno de los climas más extremo de la Tierra y por eso la mayoría no suele intentarlo. Excepto en el jardín botánico de Tromsø, en Noruega. Este oasis, 350 kilómetros por encima del círculo ártico, se encuentra en una latitud imposible para la mayoría de las plantas. Está 1149 kilómetros al norte de Oslo, y queda cubierto de nieve durante buena parte del año. No obstante, ofrece una profusión de colorido floral más propio de un día de verano. Recorrer este jardín ártico es una experiencia tan maravillosa como desconcertante. Los rododendros se extienden sobre las laderas pedregosas, entre las rocas hay delicadas prímulas y gencianas, y hasta que llegan las primeras nieves en octubre florecen ranúnculos, anémonas, copos de nieve y saxífragas. Las plantas han sido seleccionadas en distintos puntos del planeta: los Himalayas, los Andes, Nueva Zelanda, las islas Malvinas, Tayikistán, Taiwán, Marruecos, Afganistán, Lesoto o México. De hecho, se dice que aquí hay al menos una planta de cada continente. Y no faltan las plantas locales, entre ellas, muchas aromáticas. Desde su inauguración en 1994, el jardín botánico se ha convertido en un punto de referencia de Tromsø. En verano, los vecinos pasean por los senderos, hacen pícnics o toman café y gofres en la acogedora cafetería. En invierno, cuando nieva y hiela, su situación sobre una colina permite unas magníficas vistas de los fiordos. Ed Lallo ( GETTY IMAGES )Jardín Botánico de Kew en Londres (Inglaterra). Los de Kew, al oeste de Londres, son uno de los Botánicos más famosos del mundo, pero también un centro de investigación de primer orden. Se crearon en 1840, en época victoriana, cuando el Imperio británico dominaba el mundo, y hoy son Patrimonio Mundial de la Unesco, un verdadero paraíso verde que recorre una extensa colección de plantas de todo el mundo. Se puede dedicar un día completo a perderse en esta maravilla de 132 Hectáreas, la colección botánica más completa del planeta (y la mayor de orquídeas). No hay que perderse el invernadero victoriano Palm House o la pasarela en las copas de los árboles con vistas panorámicas a 18 m de altura. Son famosos también los Great Boardwalk Borders, que se dividen en ocho parterres, y son los bordes herbáceos más largos de Gran Bretaña, con fragancias frescas y un arcoíris de colores. Este jardín constituye uno de los mayores atractivos de esta parte de Londres, así que conviene comprar las entradas con antelación (https://www.kew.org/).Jonathan Brady ( PA / GETTY IMAGES )Jardín de aclimatación de La Orotava (Tenerife). Es uno de los mejores lugares de la isla de Tenerife para pasear por la naturaleza, entre muchas especies de origen tropical de todas partes del mundo. En muchos momentos, se puede tener la impresión de caminar entre la jungla. En realidad, este jardín botánico es parte de nuestra historia: fue creado hace más de 200 años, a finales del siglo XVIII, por Carlos III, para aclimatar las especies exóticas traídas del Nuevo Mundo antes de trasladarlas a los jardines reales de Aranjuez y Madrid. Cuando lo visitó el explorador y naturalista Alexander von Humbold ya se quedó fascinado con la belleza y la originalidad del jardín. Su árbol más llamativo es el Ficus de Lord Howe, un coloso de grandes raíces y con ramas formando un sistema de columnas que ayudan a sostener a este árbol catedral de casi 30 m. de altura originario de una isla australiana a 20.000 kilómetros de Tenerife.Andrey Khristochevskiy ( GETTY IMAGES )Royal Tasmanian Botanical Gardens (Hobart, Tasmania, Australia). En una pendiente sobre el río Derwent (en Hobart, capital de la isla estado de Tasmania), este jardín botánico reúne más de 200 años de historia a través de la vegetación única de la isla. Lo curioso de estos jardines es que empezaron siendo un huerto para proporcionar comida para la pequeña comunidad de presos que formaban la población de la isla, aunque poco después, en 1818, asumieron su rol actual. Los jardines reúnen la mayor colección de coníferas ancianas del hemisferio sur, plantadas durante el s. XIX. Aunque la colección de árboles exóticos domina los jardines, un 30% de la colección es tasmana. Esto incluye las plantas del único vivero de vegetación subantártica del mundo, que exhibe flora de Macquarie, una isla remota situada en el Pacífico Sur (1550 kilómetros al sureste de Hobart).
Christopher Groenhout ( GETTY IMAGES )A primera vista parece un enorme jardín tropical con invernaderos, pero Eden Project es mucho más: un centro que trata de explicar las relaciones y dependencias entre las plantas y las personas. Lo hace gracias a sus gigantescas burbujas a modo de invernadero que albergan dos biomas diferentes: en uno se reproducen los climas tropicales húmedos y en el otro los climas calientes y secos del mediterráneo.
Estas cinco esferas geodésicas conducen al visitante por manglares, cascadas, huertos de todo tipo, sin salir de Cornualles. Además de atracción turística es un centro para la educación y el conocimiento hacia un futuro sostenible, con todo tipo de actividades, cursos y eventos.
El proyecto nació a finales del siglo XXI, a partir de un arquitecto —diseñador de jardines— Nicholas Grimshaw, que decidió convertir una cantera abandonada de arcilla en un jardín repleto de vida. Lo inauguró en 2001, y hoy en las laderas de la mina hoy se extienden kilómetros de senderos que pasan por 8 hectáreas y un total de 3.000 variedades de plantas, desde flores ornamentales hasta cultivos utilizados para la medicina, los combustibles, los materiales y los alimentos, entre esculturas y zonas recreativas. Algunas de las más famosas son la escultura de Eva y de la Abeja Gigante, y un jardín en espiral, plantado para estimular todos los sentidos. A muchos les sonarán: aquí se rodaron algunas escenas de la película de James Bond Muere otro día (2002) (https://www.edenproject.com/). PhotoAlto ( Neville Mountford-Hoare/ GETTY IMAGES )
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