En la recta final de su vida, ya muy enfermo y refugiado en la Quinta del Sordo, a orillas del Manzanares, Goya decoró las paredes de su casa con algunas visiones aterradoras. Un perro semihundido y desamparado en arenas movedizas que parece suplicar un imposible rescate, Saturno deleitándose con el cadáver decapitado de su hijo, dos hombres matándose a garrotazos, viejos esqueléticos comiendo sopa desde el otro mundo, como si ni la muerte pudiera saciarlos, Parcas con apariencia de brujas flotando en el aire sobre un paisaje crepuscular… Un mundo infernal, sin esperanza, creado para su propia contemplación, que seguramente nunca tuvo intención de que fuera vista por el público. Descubiertas tras su muerte en el exilio en Burdeos, fueron rescatadas de la piqueta y trasladadas a la lienzo, y desde 1889 cuelgan en el Museo del Prado, de donde no pueden salir. Pero, ¿qué efecto debían provocar aquellas Pinturas negras en el escenario oscuro donde fueron creadas, sin luz eléctrica, bajo el chisporroteo de una vela?
Una película de ‘ciencia ficción’ de Philippe Parreno recrea en CaixaForum la casa en cuyas paredes el pintor aragonés estampó sus ‘Pinturas negras’
En la recta final de su vida, ya muy enfermo y refugiado en la Quinta del Sordo, a orillas del Manzanares, Goya decoró las paredes de su casa con algunas visiones aterradoras. Un perro semihundido y desamparado en arenas movedizas que parece suplicar un imposible rescate, Saturno deleitándose con el cadáver decapitado de su hijo, dos hombres matándose a garrotazos, viejos esqueléticos comiendo sopa desde el otro mundo, como si ni la muerte pudiera saciarlos, Parcas con apariencia de brujas flotando en el aire sobre un paisaje crepuscular… Un mundo infernal, sin esperanza, creado para su propia contemplación, que seguramente nunca tuvo intención de que fuera vista por el público. Descubiertas tras su muerte en el exilio en Burdeos, fueron rescatadas de la piqueta y trasladadas a la lienzo, y desde 1889 cuelgan en el Museo del Prado, de donde no pueden salir. Pero, ¿qué efecto debían provocar aquellas Pinturas negras en el escenario oscuro donde fueron creadas, sin luz eléctrica, bajo el chisporroteo de una vela?

ATELIER PHILIPPE PARRENO7MUSEO DEL PRADO/COLECCIÓN DE ARTE CONTEMPORÁNDEO DE LA COLECCIÓN LA CAIXA
El artista francés de origen español Philippe Parreno trató de responder a la pregunta en La Quinta del Sordo (2021), una “película de ciencia ficción”, según la define el propio artista, en las que nos abre la puerta de La Quinta del Sordo (la casa se llamaba así antes de que la ocupara Goya, él mismo aquejado de sordera), recreando aquella arquitectura hoy desaparecida y acercándonos tanto a las pinturas que casi podemos rozarlas con la nariz, mientras podemos sentir la vida allí vivida a través el crujir de los suelos, la campana de una iglesia cercana o las risas de los niños en la calle… La película, que se estrenó ese mismo año en la Fondation Beyeler de Basilea, se presentó unos meses más tarde en el Museo del Prado y hoy forma parte de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación La Caixa, que la muestra por primera en Fuera de marco, una exquisita exposición sobre la experiencia del arte de la que también forma parte Night Watching (2019) de la artista neerlandesa Rineke Dijkstra.
Rineke Dijkstra retrata a los espectadores que contemplan ‘La ronda de noche’ en el Rijksmuseum
Si el reto de Parreno consiste en mostrar cómo sería ver las Pinturas negras fuera del museo, en su lugar original, Dijkstra, que se hizo famosa en los años noventa con sus retratos de adolescentes posando en traje de baño a la orilla del mar, nos propone que volvamos a contemplar La ronda de noche de Rembrandt, pero no a través de nuestros propios ojos, sino de los de algunos de los grupos de visitantes que acuden a diario al Rijksmuseum de Ámsterdam . Una estudiantes holandesas se preguntan si la única mujer del cuadro tiene el rostro de la esposa de Rembrandt, Saskia, y si los hombres corpulentos se lavaron alguna vez. Los chicos bromean sobre la falta de definición del perro (acaso, dicen, porque es el único retratado que no pagó). Unos empresarios japoneses se maravillan del potencial turístico del cuadro (“el margen de beneficio bruto debe haber sido alto”, dice uno) y un grupo de mujeres que parecen haber visitado todos los museos del mundo debate sobre los roles género .

Rineke Dijkstra/Cortesía de Galería Marian Goodman/Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación La Caixa
Dijkstra sitúa la cámara al lado del monumental lienzo, pero la gira hacia las personas que lo contemplan, transformando una pintura del siglo XVI en un retrato de los espectadores contemporáneos que interactúan con él, nos hablan de Rembrandt y explican las razones por las que lo adoran. “El protagonista no es el cuadro, que queda fuera de foco, sino los espectadores ante los que nosotros asumimos el papel de público es un juego de espejos realmente magnífico”, señala la directora de la Colección de la Caixa Nimfa Bisbe.
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