Una tormenta crepuscular (★★★✩✩) en el Grec de Broggi

La tempestat ★★★✩✩

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 En La Biblioteca la versión de Broggi de La tempestad es una oda transparente al maestro Brook   

La tempestat ★★★✩✩

Autoría: William Shakespeare. Dirección: Oriol Broggi. Intérpretes: Xavier Boada, Babou Cham, Clara de Ramon, Eduard Paredes, Xavier Ripoll, Oriol Ruiz Coll, Lluís Soler, Jacob Torres, Ramon Vila. Lugar y fecha: Teatre La Biblioteca, Grec’25 (25/VI/2025)

La versión de Broggi de La tempestad es una oda transparente al maestro Brook y el momento iniciático que supuso para un joven Oriol su versión de uno de los últimos textos de Shakespeare, montaje que destilaba la experiencia del Mahabharata . En ese instante encontró su destino y su estética. En La Biblioteca esa evocación proustiana se transforma en acto teatral: un espacio (rocas, arena, telón paisajístico, cortina, cañas, olivos) que, entre la constante penumbra iluminada por Gina Moliné, funciona como un catálogo de sus inmarcesibles gestos escénicos.

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Quizá un ejercicio de recapitulación, con la figura de Próspero integrándose en la del director para despertar nuevas lecturas en ese gesto final del protagonista entre el perdón, la indulgencia y la despedida. Basta detenerse en la mascarada del acto IV, con las diosas y ninfas sustituidas por las sombras de los grandes personajes de Shakespeare, para sospechar de las intenciones metateatrales de la propuesta. Sorprende, sin embargo, el tono crepuscular del conjunto, con un magnífico Lluís Soler (centro gravitacional de la función) que con su porte de dignidad cansada impone desde el principio el mensaje que todos sus sortilegios tienen como último fin el mutis. Como John Gielguld en Prospero’s Books de Peter Greenaway, con menos barroquismo y más esencia. El Prospero de Soler que se hace carne interpretativa como padre de Miranda (Clara de Ramon que interpreta su personaje desde una iluminada y amoral inocencia).

Un momento del montaje de 'La tempestat'
Un momento del montaje de ‘La tempestat’
La Perla

Un aspecto interesante de Prospero es que es un protagonista sometido al peligro del asalto teatral de sus servidores: el espíritu Ariel y Calibán, el único nativo de la isla sin nombre. Dos robaescenas a la mínima cuando actores o directores persiguen o otorgan la oportunidad de acaparar la atención del espectador. La piel racializada de Babou Cham incita a nuevas miradas sobre el insistente deseo de libertad de Ariel, como si la literatura abolicionista de Frederic Douglass se apoderara del texto. Pero Cham es un espíritu discreto, sabio, paciente, sonriente. Por este lado Prospero está a salvo. 

Soler es una presencia carismática con una voz que surge de las profundidades de lo mayestático y nada puede con él, ni el vendaval Torres

Pero aparece el Calibán de Jacob Torres (caracterizado de un Albert Pla primigenio, con camisola y botines vividos) y la calma del montaje es arrinconado por un Puck asalvajado, físico, de emociones primarias, que conquista suelo y paredes de La Biblioteca. Un Calibán a un paso de quitarle la función a Prospero. Pero Soler es una presencia carismática con una voz que surge de las profundidades de lo mayestático y nada puede con él, ni el vendaval Torres. El resto del reparto, incluso cuando aparece la pareja de “fools”, parece sentirse muy cómodo en un mágico estado de duermevela, incluso cuando maquinan con acento de la Camorra un nuevo magnicidio.

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