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La operación ucraniana en Kursk está dando sus últimos pasos. En la madrugada de este miércoles, las tropas de Kiev se retiraron de sus posiciones de la ciudad de Sudzha, la más grande de la zona, y alcanzaron de forma gradual la región fronteriza de Sumy. A pesar de la fiereza de los combates en los últimos días, la retirada se realizó de forma gradual y sin bajas de importancia, aunque las carreteras de la región han quedado llenas de blindados y vehículos de todo tipo y de los dos bandos calcinados por los choques entre ambos ejércitos.
Tras ocho meses de presencia ucraniana en territorio ruso, de momento se ignora si pretenden quedarse en alguna pequeña fracción de terreno o si la retirada es total. La operación de Kursk, que comenzó por sorpresa y permitió capturar a centenares de prisioneros rusos en sus primeros instantes, ha tenido un gran mensaje político para demostrar la vulnerabilidad rusa, cuyo territorio no había sido conquistado parcialmente desde la Segunda Guerra Mundial.
Un vídeo de las tropas rusas en el centro de Sudzha revela que las tropas de la Z fueron alcanzando esas posiciones sin lucha, cuando ya estaban vacías. La retirada está motivada, desde un punto de vista militar, por el agravamiento de la logística ucraniana. Los rusos ya tenían a tiro de artillería y dron las carreteras para abastecer las posiciones defensivas ucranianas. Además, comenzadas ayer martes las negociaciones en Arabia Saudí, según varios analistas los ucranianos comprobaron que la carta de Kursk como comodín para intercambios quizá no iba a ser tan útil como imaginaban.
En este punto, Zelenski sí pretendía un alto el fuego como el alcanzado ayer con la Casa Blanca y sabía que los rusos nunca lo consentirían con los ucranianos en su propio territorio. EEUU ha insistido sobre todo en el acuerdo de la explotación mineral conjunta como palanca de negociación, no en ningún acuerdo para intercambiar Kursk con los rusos. Ahora Moscú no tiene excusa para despreciar el armisticio.
Por el momento, el Kremlin no ha respondido. «Suponemos que, como se dijo ayer en Yeda, el secretario de Estado Rubio y el asesor para seguridad nacional (Mike) Waltz nos informarán a través de diversos canales sobre los detalles de las negociaciones y sobre lo acordado», dijo Dmitri Peskov, portavoz presidencial. El secretario de Estado estadounidense, que espera poder contactar hoy con Moscú, ha afirmado también: «Todos esperamos con interés la respuesta rusa y les instamos firmemente a que consideren poner fin a todas las hostilidades». «Si dicen que no -advirtió-, obviamente tendremos que analizarlo todo y, de alguna manera, determinar nuestra posición en el mundo y cuáles son sus verdaderas intenciones. Creo que si dicen que no, nos dirá mucho sobre sus objetivos y su mentalidad».
En cualquier caso, la operación de Kursk, como misión temporal que era, acaba para los ucranianos habiendo conseguido gran parte de sus objetivos: sus pérdidas fueron moderadas en comparación con las rusas, a veces con ratios de uno a cuatro muertos. Al retirarse de forma ordenada y a tiempo Ucrania evita los errores de Avdivka, Bajmut y otras batallas, donde fueron criticados por retirarse demasiado tarde y bajo el fuego enemigo.
Muchos vecinos de la región de Sumy expresaron recientemente a este reportero sus miedos de que Rusia, finalizada la operación de toma de todo el territorio, decidiera entrar en Sumy. Esa opción es posible pero no resulta sencilla, porque a los obstáculos naturales que separan ambos países (un río en época de crecida) se le une las fortificaciones que los ucranianos han estado levantando durante meses, con varias capas de dientes de dragón y minas terrestres.
En esta batalla, los rusos han comprometido 50.000 soldados de sus mejores unidades paracaidistas con sus mejores blindados. Eso ha permitido que Rusia no pudiera concentrarse en su ofensiva en la región de Donetsk, cuya fuerza ha ido disipándose en los últimos meses hasta frenarse por completo. Los coreanos, con sus absurdos ataques kamikaze, han perdido al menos la mitad de su contingente.
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