Toni Hill: “Nadie puede ser un monstruo 24 horas, todos tienen un punto de humanidad”

Toni Hill (Barcelona, 1966) está empezando a planificar sus vacaciones. Se le hace extraño pensar en posibles excursiones sin que estas tengan necesariamente que ver con futuros escenarios literarios. Los últimos tres veranos se los ha pasado viajando a algunos de los rincones en los que transcurre su trilogía El último verdugo. En 2024, por ejemplo, visitó Belfast y Bangor, un pequeño pueblecito de Irlanda del Norte, en el que vive como fugitivo Charlie Bodman, su psicópata de ficción, que saltó a la fama por ajusticiar a sus víctimas con un garrote vil. En dicha localidad se acaba de cometer un asesinato que ha despertado a la ultraderecha y que pone al lector en alerta: ¿tendrá Bodman algo que ver?

Seguir leyendo…

 El escritor cierra la trilogía de ‘El último verdugo’ con ‘La muerte blanca’, una novela que reflexiona sobre el origen del mal  

Toni Hill (Barcelona, 1966) está empezando a planificar sus vacaciones. Se le hace extraño pensar en posibles excursiones sin que estas tengan necesariamente que ver con futuros escenarios literarios. Los últimos tres veranos se los ha pasado viajando a algunos de los rincones en los que transcurre su trilogía El último verdugo. En 2024, por ejemplo, visitó Belfast y Bangor, un pequeño pueblecito de Irlanda del Norte, en el que vive como fugitivo Charlie Bodman, su psicópata de ficción, que saltó a la fama por ajusticiar a sus víctimas con un garrote vil. En dicha localidad se acaba de cometer un asesinato que ha despertado a la ultraderecha y que pone al lector en alerta: ¿tendrá Bodman algo que ver?

“Mi amigo tiene una casa en Bangor, en la que pasé una semana, y claramente me influyó”, explica durante una comida con periodistas en Casa Dorita, un lugar que acostumbra a frecuentar y que aparece en algunas de sus novelas. Un año después de su estancia, llega a las librerías La muerte blanca (Grijalbo), el cierre de tan trepidante trama, a la que miles de lectores llevan tres años enganchados y que se pregunta qué puede convertir a alguien en asesino. La conclusión a la que llega Hill es que “nadie puede ser un monstruo 24 horas, todos tienen un punto de humanidad”. Con esto no quiere justificar a ningún villano, pero sabe el juego que se desata en sus páginas y la empatía que se puede llegar a sentir por él: “Un psicópata, si quiere, te convence de que no tiene más remedio que matar”.

“Un psicópata, si quiere, te convence de que no tiene más remedio que matar”

El lector se mete igualmente en los pensamientos de Lena Mayoral, su criminóloga protagonista, quien, al fin, siente haber encontrado su lugar en el mundo. “Ella siempre había sido una mujer más bien solitaria y dura, que lidiaba con sus propios traumas. Tuvo una infancia que, si bien no fue traumática, tampoco fue feliz. Se podría decir que la vida no la ha tratado especialmente bien, lo que pasa es que ahora está en un momento en el que su relación con el subinspector David Jarque funciona a la perfección y parece haber encontrado una familia, algo que no ha tenido nunca”. Juntos lideran un nuevo caso: el secuestro de una niña de cinco años.

Eso sí, el escritor advierte de que “no es todo un camino de rosas”, pues Lena también debe convivir con sus dos hijastras. “¿Los hijos de tu pareja por qué te tienen que querer? ¿Y por qué tienes que quererlos tú?”, se pregunta Hill, que, lejos de querer generar polémica, muestra su interés por poner el debate sobre la mesa y por mostrar las familias del siglo XXI. “Tendemos a idealizarlas, y eso no es algo sano. Soy más partidario de escribir sobre situaciones reales”.

El escritor y editor Toni Hill
El escritor y editor Toni Hill 
Llibert Teixido

Con todo, lo que sucede en casa no son más que problemas cotidianos que Lena acepta y sobrelleva lo mejor que puede. Lo que le quita el sueño de verdad es la “amenaza latente que flota en el aire”: Bodman. “Uno nunca puede estar en paz del todo si quien le amenaza de muerte anda suelto”, dice el autor. Lena sabe que el verdugo no está en prisión, aunque no tiene idea de su paradero. Imagina que no está en la Barcelona gentrificada en la que ella vive, pero eso no la tranquiliza, pues sabe que tarde o temprano vendrá a por ella y se vengará por haberlo descubierto. “No va a estar tranquila hasta que desaparezca del mapa”.

La criminóloga no se equivoca con sus sospechas, pues Bodman parece tener un plan contra ella que se va desvelando conforme avanza la lectura, igual que lo hace su mente maléfica, de la que se empiezan a apreciar las costuras. Tanto es así, que el lector asistirá a las sesiones que este tiene con su terapeuta, a las que asiste “no para curarse, sino para conocerse mejor”. Lejos de equilibrarlo, las consultas desatan sus mentiras y, como consecuencia, sus pulsiones de matar.

En sus historias, Hill acostumbra a adentrarse en la mente humana, quien sabe si como consecuencia de haber estudiado psicología en la universidad. Su reto siempre ha sido el de crear un villano que se saliera de lo establecido pero que entrara dentro de los límites de la verosimilitud y se felicita por haberlo conseguido. El reto ahora será lograr algo similar en sus futuros trabajos, aunque nadie duda de sus capacidades.

Tampoco sus editores, que ahora, además, son compañeros, pues el escritor hace poco más de un año que empezó a trabajar como editor en su misma casa. Lo hizo a lo grande, con proyectos como la última novela de Ildefonso Falcones. Esto le ha obligado a cambiar sus rutinas y a levantarse en ocasiones a las 4 de la mañana para encontrar el tiempo necesario para escribir sin recibir notificaciones del teléfono. “Este es el verdadero reto”, concluye.

 Cultura

Te Puede Interesar