Sánchez desata un doble problema económico: ahora con EEUU y en 2029 con la OTAN

El presidente deja la Cumbre con un choque con la primera potencia mundial y otro diferido con la Alianza por posible maquillaje contable Leer El presidente deja la Cumbre con un choque con la primera potencia mundial y otro diferido con la Alianza por posible maquillaje contable Leer  

Con la presentación política para consumo interno que ha hecho Pedro Sánchez de sus compromisos con la OTAN desata un doble problema económico: uno, inmediato con la primera potencia mundial que es Estados Unidos; y otro¡, con la Alianza Atlántica en 2029 «a más tardar». Todo arranca de lo mismo, que Sánchez ha querido exhibir la flexibilidad que otorga la OTAN en su comunicado como si fuera algo exclusivo de España y ha desatado con ello el enfado de importantes socios, particularmente el del presidente de EEUU, Donald Trump, pese a que él mismo también tiene intención de aprovechar esa manga ancha del acuerdo.

El tono pistolero de Trump, insólito entre aliados, puede traducirse no en aranceles específicos para España, sino en que su Administración intente que los productos españoles resulten particularmente castigados en una eventual guerra comercial con la Unión Europea. Y, sobre todo, Trump señala a España como a un socio no fiable con lo que eso puede suponer de efecto arrastre en multinacionales estadounidenses que puedan elegir otros países europeos como Italia para inversiones en la UE o para contratos del Pentágono. La primera potencia económica mundial tiene instrumentos para ejecutar la tremenda frase que lanzó Trump, tan propia de una novela de Mario Puzo: «La economía española está muy bien y podría venirse abajo de golpe si algo malo sucediera, ya saben».

Todo porque Sánchez presume de que sólo va a gastar el 2,1% en defensa en la próxima década, cuando puede ser más. Y ahí viene el segundo problema, pero en este caso para el que esté en Moncloa en 2029. En ese año, según recordó el secretario general de la Alianza, Mark Rutte, se hará una evaluación a fondo de si los gobiernos aliados están alcanzando los objetivos de capacidades militares prometidos con el gasto que hacen. Sánchez está convencido de que con el 2,1%, España llegará a ese año con los deberes de compra de armamento y equipamiento hechos, pero si, como sospecha Rutte, se queda corto, 2029 será el momento en que la Alianza exija que España eleve su esfuerzo para cumplir su promesa. Si Rutte acierta, el que gobierne en Moncloa ese año ya no tendrá que destinar unos 33.000 millones al año en defensa, sino unos 56.000 con varapalo de déficit y deuda.

Trump no entra en estas sutilezas, pero sí el canciller alemán, Friedrich Merz. Pasó más inadvertido, pero, al terminar la cumbre, dijo. «A más tardar en 2029 se producirá una revisión y se verá si España puede cumplir su compromiso con menos esfuerzo de financiación». El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, aseguró en Radio Nacional que, si fuera el caso de que hay que poner más dinero, «España estará a la altura». Alude así al último intercambio de cartas con Rutte en el que Sánchez ata a sus sucesores comprometiéndose a que España se dotará de las capacidades acordadas aunque superen el 2,1%.

Por todo esto no se ve ni rastro de una supuesta cláusula de escape española en el punto tres de la declaración final aliada. Con el del actual Gobierno español de coalición, lo que allí figura es un salto histórico de la Alianza en gasto militar. Del 2 % del PIB nacional hasta la fecha se pasa a un «al menos el 3,5% del PIB, basado en la definición acordada de gasto de defensa de la OTAN para 2035, a la financiación de las necesidades básicas de defensa y al cumplimiento de los Objetivos de Capacidad de la OTAN». Y a eso hay que añadir otro 1,5%, aún inconcreto, en seguridad.

¿Puede alegar el líder del PSOE que gracias a su batalla, se ahorra España un esfuerzo extra a corto plazo? No, a juzgar por la reacción, por ejemplo, de otro aliado endeudado que tabién dice contar con la misma senda autónoma para llegar a los objetivos. Sin hacer el ruido de Sánchez, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, dijo con tono un tanto burlón que Sánchez había firmado «lo mismo» que ella, que es satisfactorio: «Estoy convencida de que los nuevos objetivos son sostenibles, hay total flexibilidad».

Eso por ahora, pero el líder del PSOE también aceptó, como el resto, esto: «La trayectoria y el equilibrio del gasto de este plan se revisarán en 2029». ¿Lo habría firmado si estuviera convencido de que seguirá él en Moncloa ese año?

 Internacional // elmundo

Te Puede Interesar