El nuevo Gobierno apuesta por la reconciliación nacional y una de las herramientas para profundizar el cambio político es la proclamación de una Asamblea Constituyente Leer El nuevo Gobierno apuesta por la reconciliación nacional y una de las herramientas para profundizar el cambio político es la proclamación de una Asamblea Constituyente Leer
La capital ecuatoriana se ha engalanado para dar la bienvenida al presidente electo, Daniel Noboa, en su regreso al Palacio de Carondelet. La magia barroca y gótica del centro histórico de Quito ha acompañado a cientos de simpatizantes, desbordados de alegría porque durante días temieron lo peor (para ellos).
Los Noboa de cartón con banda presidencial, que ya forman parte del paisaje político ecuatoriano, pasaban de mano en mano mientras se esperaba la aparición del reelegido con más de 1.200.000 votos de ventaja sobre Luisa González. Todos ellos estaban invitados al cambio de guardia de los granaderos de Tarqui a la espera de las palabras del presidente, quien pese a que sólo habló un par de minutos, no les decepcionó. Este mandatario no es ni barroco ni gótico, es un hombre de acción y pocas palabras, tan alejado de los discursos eternos del populismo.
«Ha sido una lucha muy fuerte: el bien venció al mal, la justicia venció a la impunidad y la libertad venció a la opresión», ha arengado Noboa, escoltado por su su mujer, la influencer Lavinia Valbonesi, y la nueva vicepresidenta, María José Pinto, y con sus niños pequeños correteando y saludando a tanta gente allí concentrada.
Pese a la contundencia de sus palabras, el nuevo Gobierno, que se ha reunido minutos después, apuesta por la reconciliación nacional. Una de las herramientas para profundizar el cambio político es la proclamación de una Asamblea Constituyente, que sirva para desmontar la arquitectura de poder forzada por el gobierno revolucionario. No lo tiene fácil para encontrar apoyos parlamentarios suficientes.
Entre los presentes se encontraban grupos de indígenas, cuyo respaldo a Noboa ha vuelto a ser masivo, pese a la alianza suscrita entre el movimiento Pachakutik y la Revolución Ciudadana. «En las bases indígenas tenemos criterio propio y somos anticorreístas. Correa nos maltrató, pese a que el pueblo indígena le apoyó en un principio. Noboa era nuestra opción, la de un Ecuador libre y democrático», explicó a EL MUNDO el dirigente amazónico Adolfo Vuijinola.
«La tercera edad salimos a votar porque creemos en este presidente joven, por su liderazgo fuerte», añadió Marlene Pipán, activista de derechos humanos.
«He venido a darle la bienvenida al presi. Le voté porque ha tomado decisiones desde el primer día, en comparación con la inacción de los dos anteriores. Y, también, por el miedo al regreso de Correa. En los últimos días de campaña temimos lo peor, sabíamos que si volvía la delincuencia ganaría», describió a EL MUNDO Kelly Fierro, arquitecta de 30 años.
Muy cerca estaba un hombre que hizo las delicias de los presentes con su gorra roja, que exhibía la leyenda «Ya papito, descansa», con la que Noboa despachó al ex presidente Rafael Correa y su omnipresencia en la vida política ecuatoriana, pese a estar condenado a ocho años por corrupción.
Al final, Correa y su candidata fracasada, Luisa González, se han quedado solos en su denuncia de un falso fraude que nadie cree. Sólo los más entusiastas, su aliado venezolano Nicolás Maduro y los dirigentes españoles de Podemos, se mantuvieron en una denuncia ignorada por los principales dirigentes opositores. «En Ecuador han hecho un fraude horroroso, inauditable, para imponer un modelo colonialista, una hegemonía militar amenazando con bombardeos. Pretenden convertir al pueblo en esclavos. Noboa es un fraudulento dictador», bramó Maduro como si se estuviese mirando en un espejo.
El mandamás bolivariano ha acusado a la organización venezolana Súmate, fundada por María Corina Machado, de orquestar el supuesto fraude electoral en Ecuador. A la postre, el fantasma de la dictadura venezolana, estrecha aliada de Correa, pesó como nunca en el resultado electoral del pasado domingo.
«Si Maduro dice que hubo fraude, quiere decir que estamos haciendo bien las cosas. Lo grave hubiera sido que nos felicitara», se regodeó Diana Atamaint, presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE).
«Rechazamos categóricamente la narrativa de fraude», certificó taxativo Gabriel Mato, jefe de la misión de observadores de la Unión Europea (UE), que de esta forma se sumaron a lo ya adelantado por los enviados de la Organización de Estados Americanos (OEA).
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