Luces entre sombras

Vivimos unas semanas preñadas de preocupaciones y de una creciente angustia, sin mucho espacio para alegrías. Por ello, antes de afrontar nuevos retos, primero conviene hacer balance de situación. ¿Dónde estamos? Pues, mejor de lo que parecería, como muestran los resultados del 2024 y las previsiones del Banco de España para 2025-27.

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 Vivimos unas semanas preñadas de preocupaciones y de una creciente angustia, sin mucho espacio para alegrías. Por ello, antes de afrontar nuevos retos, primero conviene hacer balance de situación. ¿Dónde estamos? Pues, mejor de lo que parecería, como muestran los resultados del 2024 y las previsiones del Banco de España para 2025-27.Seguir leyendo…  

Vivimos unas semanas preñadas de preocupaciones y de una creciente angustia, sin mucho espacio para alegrías. Por ello, antes de afrontar nuevos retos, primero conviene hacer balance de situación. ¿Dónde estamos? Pues, mejor de lo que parecería, como muestran los resultados del 2024 y las previsiones del Banco de España para 2025-27.

De lo que se espera para este año, destaca el alza del 2,7% del PIB, muy superior tanto al previsto en diciembre como al 0,9% que el BCE postula para la eurozona. Este crecimiento reflejaría cierta moderación de la dinámica interna, aunque ésta continuaría avanzando a ritmos notables. En lo relativo al empleo, tras el aumento del 2,2% en 2024, crecería un 1,9% en 2025 en una suave tendencia decreciente hacia el 1% que se espera en 2027. Esta nueva ocupación, sumada al empuje poblacional de la inmigración, se traducirá en una renta familiar que sostendrá un notable avance del consumo privado (aumento del 2,7%), al que hay que sumar el del público y de la inversión, en particular en construcción. Con ello, en 2025 la demanda nacional aportará 2,9 puntos porcentuales al crecimiento del PIB, mientras la externa restaría 0,2 puntos.

Buenas perspectivas de crecimiento, pero con incertidumbre y desequilibrios financieros

Junto al positivo avance del PIB y del empleo, hay que evaluar otros dos aspectos relativos a la reabsorción de desequilibrios financieros heredados. El primero es el de la deuda exterior de España. Medida por la posición de inversión internacional neta, en octubre se situó en el 49% del PIB, superando largamente los límites exigidos por las autoridades europeas. Por ello, es particularmente relevante que el país continúe generando excedentes financieros: en 2025 y 2026, los recursos que España prestaría al resto del mundo se situarían por encima del 3,5% del PIB y se moderarían, pero continuarían superando el 3%, en 2027. Con ello, se mantiene el proceso iniciado en 2012 de ahorro español filtrándose al exterior, imprescindible para ir reduciendo la deuda neta del país.

El segundo es el relativo a la dinámica de la deuda pública. Las previsiones de déficit público lo sitúan por debajo del 3% en 2025-27 lo que, dado un avance nominal del PIB en el entorno del 4%, reduciría muy moderadamente el endeudamiento de las administraciones públicas: en términos de PIB, pasaría del 101,8% de 2024 a registros todavía por encima del 101% los tres años siguientes. Y ello, como advierte el mismo Banco de España, sin incluir sus potenciales aumentos por mayores gastos en defensa, los efectos de la incertidumbre y los nuevos aranceles. En la dinámica de ambos desequilibrios, deuda exterior y deuda pública, no podemos dormirnos.

En síntesis, perspectivas de crecimiento favorables, enmarcadas en incertidumbre y desequilibrios financieros que hay que reducir. A pesar de todo, una situación positiva. Un activo no menor porque, aunque todo puede modificarse, los vientos que soplan apuntan a tempestad.

 Economía

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