El precio de los coches ha subido tanto que ya no basta con tener un empleo estable para permitirse uno. Y no se trata de modelos de alta gama, sino de vehículos básicos que hace solo unos años entraban en el presupuesto medio de cualquier trabajador. Según advierte Luca de Meo, CEO de Renault, hasta los empleados del propio sector tienen complicado el acceso.
Sostiene que las exigencias medioambientales actuales están dejando fuera del mercado a quienes antes sostenían el consumo del sector automovilístico
El precio de los coches ha subido tanto que ya no basta con tener un empleo estable para permitirse uno. Y no se trata de modelos de alta gama, sino de vehículos básicos que hace solo unos años entraban en el presupuesto medio de cualquier trabajador. Según advierte Luca de Meo, CEO de Renault, hasta los empleados del propio sector tienen complicado el acceso.
Esa brecha entre salarios y precios empieza a tener consecuencias no solo económicas, también industriales. Y mientras tanto, Europa camina hacia un modelo que exige renovar el parque móvil con vehículos que buena parte de la población no puede pagar.
Realidad compleja
La transición verde pone contra las cuerdas a quienes sostienen el consumo
Durante su intervención en la 40ª Reunió Cercle d’Economia, celebrada en el Palau de Congressos de Catalunya, el directivo puso cifras y contexto a esta realidad. En una mesa compartida con Teresa Ribera, vicepresidenta de Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea, y con Jeromin Zettelmeyer, director del Instituto Bruegel, De Meo explicó que la edad media de los coches en Europa ha pasado de 7 a 12 años en los últimos tres lustros. A su juicio, esto ocurre porque “los coches se han hecho más pesados, también por la reglamentación, y más viejos”.

Àlex Garcia / Propias
En ese mismo foro, De Meo señaló que las condiciones actuales del mercado están ahogando a la clase media, que históricamente ha sostenido a la industria. Para ilustrarlo, afirmó que “hoy, uno de mis obreros no se puede comprar un coche nuevo, ni un Dacia”.
La frase, pronunciada ante representantes del mundo económico y político, resume el desequilibrio entre los objetivos medioambientales y las posibilidades reales de los consumidores.
China a la delantera
Europa pierde terreno en innovación
Aunque reconoció que la financiación pública es importante, también reclamó mayor agilidad en los procesos administrativos y más coordinación entre los diferentes sectores. Según explicó, el sector automovilístico deberá cumplir cerca de cien normas distintas antes de 2030, lo que amenaza con frenar la innovación. En su opinión, “nuestra propuesta no es rechazar la regulación, sino, por ejemplo, regular solo lo nuevo”.
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Además, alertó sobre el dominio creciente de China en el mercado global. De Meo advirtió que Europa “está perdiendo muchísimo en tema de innovación”, y vinculó ese retroceso con la falta de inversión en infraestructuras y desarrollo tecnológico.
Para él, la clave está en adaptar la normativa a las capacidades reales del mercado. Como resumió en el mismo foro, “si la gente no puede, no consigue, no quiere comprar coches eléctricos, o hidrógeno, al final va a ser un mercado muy pequeño”.
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