Los argentinos en Roma despiden al Papa Francisco en la iglesia de Santa Maria Addolorata: «Quería estar siempre cerca de la gente, y lo hizo hasta el final»

La plaza de Buenos Aires, en el barrio de Coppedè, alberga el único templo católico argentino de la ciudad de Roma, a la que el Papa Benedicto XV concedió el título de Iglesia Nacional Argentina. El padre Andrés Marcos repasa el legado de Francisco y vaticina una rápida elección de su sucesor: «El jueves tendremos nuevo Papa», vaticina el sacerdote Leer La plaza de Buenos Aires, en el barrio de Coppedè, alberga el único templo católico argentino de la ciudad de Roma, a la que el Papa Benedicto XV concedió el título de Iglesia Nacional Argentina. El padre Andrés Marcos repasa el legado de Francisco y vaticina una rápida elección de su sucesor: «El jueves tendremos nuevo Papa», vaticina el sacerdote Leer  

En el corazón del Quartiere Coppedè, en el barrio romano de Trieste, la iglesia de Santa Maria Addolorata preside la plaza de Buenos Aires. El primer domingo de cada mes, la misa de la tarde se celebra en español y tras la eucaristía, los asistentes comparten empanadas argentinas: «Es una tradición que se hace desde hace muchos años. Comemos en comunidad después de la misa, es un gesto de recibimiento para los argentinos y, por supuesto para todos los latinos que quieran venir; también participan muchos italianos», cuenta el padre Andrés (51 años), sacerdote y vicerrector de la Iglesia Nacional Argentina, tras oficiar la misa del mediodía el pasado domingo en este bello templo de estilo neo paleocristiano inaugurado en 1930.

Tras despedir uno a uno a todos los fieles que han acudido, se sienta en uno de los bancos de la iglesia para charlar con este diario. Junto al altar han colocado una gran foto del Papa Francisco, y a la entrada, otra imagen del Pontífice, enmarcada: «Santo Padre Francesco, preghiamo per te [rezamos por ti]». Y es que si en todos los lugares católicos de Roma hay tristeza por su fallecimiento, el sentimiento de pérdida es particularmente intenso entre los compatriotas de Bergoglio.

Y la iglesia de Santa Maria Addolorata no sólo es un punto neurálgico en el barrio y una de sus señas de identidad, sino también la referencia de los católicos argentinos en Italia, pues es la única que este país sudamericano tiene en Roma. De hecho, la plaza de Buenos Aires en la que se ubica antes se llamaba Piazza Quadrata, y aún mucha gente mayor la sigue llamando así. «Santa Maria Addolorata es la Iglesia Nacional Argentina. Aquí celebramos nuestras fiestas patrias, los santos de nuestro país, y es la referencia de la Conferencia episcopal argentina en Roma», explica Andrés Marcos, que se trasladó a Roma hace dos años. Anteriormente estaba en una de las diócesis de la provincia de Córdoba.

Este templo jubilar (es decir, una de las iglesias señaladas como lugares de encuentro para los peregrinos) es también parte de la historia de Argentina. La primera piedra fue colocada el 9 de julio de 1910 para conmemorar el centenario de su independencia, aunque su construcción no se completó hasta 1930. Fue el Papa Benedicto XV quien le concedió el título de Iglesia Nacional Argentina en 1915. El ábside está decorado con un gran mosaico de Giovanni Battista Conti que representa la Piedad, en alusión a la Virgen Dolorosa que da nombre al templo, mientras que la capilla alberga la imagen de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina. Precisamente este jueves, 8 de mayo, se celebra la fiesta de esta virgen.

En la capilla están colocadas también las banderas de las provincias de la Federación, y junto a ellas se ha expuesto el comunicado que emitió la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina con motivo de la muerte de Francisco y los mensajes enviados al Papa para desearle una pronta recuperación tras su ingreso hospitalario.

«Ha sido un papa muy querido y eso se ha notado en toda la gente que fue a la plaza de San Pedro a darle el último adiós mientras estaba el féretro, y a todas las personas que se reunieron en su funeral», reflexiona el padre Andrés, que destaca las apariciones que hizo el Papa durante la Semana Santa, pocas horas antes de morir. «Él quería estar siempre cerca de la gente, y lo hizo hasta el final».

Son semanas especiales para la comunidad de esta iglesia argentina. Por un lado, son días de despedida de Francisco y por otro, de expectación ante el cónclave del que saldrá el nombre del nuevo pontífice y de mayor actividad por la llegada a Roma de los cardenales argentinos. La misa en español del pasado domingo 4 de mayo, de hecho, la ofició el cardenal Mario Poli, de 77 años. El arzobispo emérito de Buenos Aires fue el que sucedió a Francisco en la archidiócesis porteña en 2013, y es uno de los papables que participa en el cónclave.

Actualmente hay ocho cardenales argentinos, de los cuales la mitad –Ángel Sixto Rossi, Vicente Bokalic Iglic, Víctor Manuel Fernández y el mencionado Mario Poli- participan en el cónclave. Los otros cuatro -Estanislao Esteban Karlic, Leonardo Sandri,Luis Héctor Villalba y Luis Pascual Dri– no tienen derecho a voto porque superan los 80 años pero sí pueden asistir a las congregaciones previas.

Una gran foto del Papa Francisco junto al altar de la iglesia de Santa Maria Addolarata
Una gran foto del Papa Francisco junto al altar de la iglesia de Santa Maria AddolarataT.G.

Francisco, cuyo padre era de Portacomaro, un pueblo de la región italiana de Piamonte, y su madre bonaerense de padres italianos, nació en el barrio porteño de Flores y fue el primer pontífice latinoamericano y del continente americano: «Haber tenido un Papa argentino, reflexiona el padre Andrés, «ha sido una alegría muy grande y un gusto, porque era un modelo a seguir, un ejemplo». «Yo tuve la suerte de conocerle un poquito incluso antes, porque estudié en la Diócesis de Buenos Aires, donde Francisco era arzobispo. Ha sido una referencia directa para nosotros sobre los modos de vivir la iglesia», añade.
Pese a que Santa Maria Addolorata es la única iglesia argentina en Roma, durante sus 12 años de papado no recibió la visita del Pontífice: «Siendo Papa no vino nunca a esta iglesia; antes sí, siendo obispo o cardenal, a veces se hospedaba acá. Porque este mismo edificio funciona como Iglesia Nacional Argentina y al mismo tiempo, es colegio sacerdotal argentino, que es una residencia de sacerdotes argentinos diocesanos que estudian posgrados en Roma», cuenta.

Sí que mantuvo audiencias privadas y encuentros con los sacerdotes argentinos. «En estos años hemos estado con él al menos en dos oportunidades, en audiencia privada. Papa Francisco era muy cercano, y vimos esos momentos como argentinos que se encuentran y comparten la fe y la vida en la iglesia. Él era muy padre, nunca perdió su identidad y facilitaba el encuentro», señala.

La última vez que el padre Andrés estuvo con él fue el pasado 16 de enero: «Estuvimos una hora y cuarto charlando con él. Justo ese día se había caído y se había lastimado el brazo», recuerda el padre Andrés en referencia a la caída que sufrió el Papa Francisco en su residencia, la Casa Santa Marta, y debido a la cual le inmovilizaron el brazo. Como el resto de sacerdotes, el padre Andrés asistió al funeral el pasado 26 de abril en la Plaza de San Pedro, y visitó su tumba en la basílica de Santa María la Mayor.

Durante sus 12 años de papado, Bergoglio hizo muchos viajes pero no vino a España ni Argentina, una espinita clavada en muchos católicos de su país. «Todos queríamos tener al Papa cerca, quién sabe por qué no vino a Argentina. Cuando le preguntaron a él, respondió que estuvo varias veces programado y que algo surgió y no se pudo hacer», señala. «No había ninguna intención rara, me parece a mí; las especulaciones en esto son siempre parciales y dañinas. Simplemente surgió otra cosa cuando estaba programado», señala.

Ahora todos esperan saber el nombre de su sucesor y el padre Andrés opina que la elección será rápida: «El jueves tendremos Papa», vaticina.

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