DeepSeek lo sabe todo, pero casi nada sobre su creador. Su nombre, Liang Wenfeng, solo era conocido hasta este lunes por un puñado de iniciados. Sin embargo, este ingeniero informático aparecía la semana pasada en un cónclave del primer ministro chino, Li Qiang, rodeado de una docena de eminencias de la industria y el saber, como oráculo. Este lunes el mundo descubrió por qué.
El ingeniero informático ganó dinero a espuertas aplicando la inteligencia artificial a un fondo de alto riesgo
DeepSeek lo sabe todo, pero casi nada sobre su creador. Su nombre, Liang Wenfeng, solo era conocido hasta este lunes por un puñado de iniciados. Sin embargo, este ingeniero informático aparecía la semana pasada en un cónclave del primer ministro chino, Li Qiang, rodeado de una docena de eminencias de la industria y el saber, como oráculo. Este lunes el mundo descubrió por qué.
El tapete de ganchillo de aquellos sillones de Pekín era tan poco futurista como la imagen de bicho raro del propio Liang. Sin embargo, la bocanada de futuro, por donde algunos no la esperaban, ha hecho temblar a algunas de las tecnológicas que este mismo mes creían tocar el Olimpo de Occidente con los dedos.
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Liang reinvirtió los beneficios de su fondo de riesgo sin intervención humana en crear DeepSeek
Liang Wenfeng nació hace 39 años –aunque aparenta diez menos– en la provincia de Cantón. Hijo de un maestro en una ciudad en lo más bajo del escalafón, por población y desarrollo, su afición, como delata la ballena del logo de DeepSeek, es el submarinismo en cuevas.
Pero donde se ha pasado media vida sumergido es en la investigación y desarrollo de inteligencia artificial (IA), desde que ingresó en la Universidad de Zhejiang, en Hangzhou, puntera en la disciplina. Ciudad, por cierto, del fundador de AliBaba y AliPay, Jack Ma, desaparecido del radar.
Menos empresario que teórico, Liang fundó hace diez años un fondo de inversión de alto riesgo, High-Flyer Quant, con dos compañeros de facultad. Fondo que, desde el 2017, se guió exclusivamente por la IA. En siete años se revalorizó un 150%, muy por encima del índice bursátil.
Sin embargo, en febrero pasado, el Gobierno chino castigó a este tipo de fondos, responsabilizándolos de la volatilidad y obligando a la intervención humana en la compra y venta. Para entonces, High-Flyer, que maneja 7.700 millones de euros, había invertido, en dos rondas, el equivalente a 160 millones de euros en bases de datos del tamaño de un campo de fútbol.
Las restricciones rompieron la racha alcista del fondo y sirvieron de acicate para redireccionar esfuerzos y capital hacia DeepSeek, creada en el 2023.
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La aparente mansedumbre de Liang ante el segundo hombre más poderoso del Partido Comunista de China tenía pues motivos objetivos, aunque no parece que haya reproches, tras el “momento Sputnik” vivido este lunes. Apenas una semana después del anuncio de Tokamak, el reactor de fusión nuclear que aspira a ser un sol artificial, generador de energía limpia. China produce en estos momentos más historia de la que el mundo puede digerir. Pero dar alcance a ChatGPT y demás no estaba escrito, aunque la IA sea uno de los sectores estratégicos del plan Hecho en China 2025, trazado en el 2015.
EE.UU. se olvidó de que el 37% de los investigadores punteros en IA en sus empresas son de origen chino (más que estadounidenses). Los 139 genios jóvenes del V3 de DeepSeek los reclutó Liang en universidades chinas –de donde salen la mitad de los especialistas– fiel a su consigna de que la asignatura pendiente de su país “es innovar en lugar de ir a remolque”.
DeepSeek también le ha marcado un gol a los gigantes chinos Tencent, Alibaba, Baidu y ByteDance. Pero sobre todo a los apóstoles del derroche energético y de recursos. Los centros de datos consumen ya el 4,4% de la energía de EE.UU., además de cantidades ingentes de agua. El lunes no fue un gran día para el Nasdaq –ni para los japoneses de Softbank, asociados por Trump a OpenAI y Oracle–, pero sí para el planeta.
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