La visión del esclavo

Seguro que los más veteranos recordaran aquellos viejos doblajes en los que los personajes negros de las películas americanas ambientadas en el Sur –por ejemplo, la criada de Lo que el viento se llevó– hablaban en un castellano rarísimo, entre cantarín y torpón. Además, solían ser representados como estereotipos bonachones pero infantiles, según los estándares del paternalismo que inauguró en 1852 La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe, bienintencionada novela abolicionista.

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 Percival Everett reimagina el ‘Huckleberry Finn’ de Mark Twain, contada desde la perspectiva de Jim el esclavo  

Seguro que los más veteranos recordaran aquellos viejos doblajes en los que los personajes negros de las películas americanas ambientadas en el Sur –por ejemplo, la criada de Lo que el viento se llevó– hablaban en un castellano rarísimo, entre cantarín y torpón. Además, solían ser representados como estereotipos bonachones pero infantiles, según los estándares del paternalismo que inauguró en 1852 La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe, bienintencionada novela abolicionista.

Ha llovido mucho desde entonces y el año pasado Percival Everett (Fort Eisenhower, 1956) ganó el prestigioso premio National Book con James , una reimaginación del Huckleberry Finn de Mark Twain, contada desde la perspectiva de Jim el esclavo. No es la primera vez que un escritor toma un clásico y le da un meneo cambiando el ángulo de la mirada. Lo hicieron, por ejemplo, Jean Rhys en la monumental Ancho mar de los Sargaz os , dando protagonismo a “la loca del ático” de Jane Eyre, o Coetzee en Foe , que revisita el Robinson Crusoe y el papel de Viernes a través del testimonio de una mujer.

⁄ En manos de otro se podría haber convertido en un panfleto, pero el autor derrocha inteligencia y humor

En esta relectura de Twain a través del relato de Jim, el lenguaje ocupa un lugar central y supone un reto mayúsculo en la traducción. Porque aquí Jim se ha formado leyendo a escondidas y es dueño de sus palabras, aunque alecciona a su familia sobre el modo de utilizarlas para no ponerse en peligro. En una conversación con sus hijos, los ilustra sobre cómo deben interactuar con los blancos y ellos repiten al unísono el mantra que él les ha enseñado: “ Cuanto mejor se sientan, más a salvo estaremos”. Y entonces él les pide que traduzcan la frase a cómo la dirían ante los amos. Y queda así: “ Cuanto mejo estén, menos mal pa’ nosotros”. ¿Verdad que recuerda a aquellos viejos doblajes? Pues este doble registro lingüístico está presente en todos los diálogos de esta novela esencialmente dialogada.

Huck y Jim son dos fugitivos, como en la novela de Twain. El niño huye de su brutal padre y Jim porque quieren venderlo y separarlo de su familia. El punto de partida es el mismo que en el clásico, pero cambia la perspectiva y Everett
retrasa un par de décadas la acción para hacerla coincidir con los albores de la guerra civil. Décadas después de que Toni Morrison marcara un hito en la literatura sobre la esclavitud con la demoledora Beloved , los dos autores afroamericanos más interesantes del presente también han puesto su granito de arena desde planteamientos más posmodernos. Colson Whitehead imaginó en el 2016 en El ferrocarril subterráneo (premio Pulitzer) que la red de ayuda a los esclavos fugitivos que recibía ese sobrenombre era un tren de verdad. Y ahora Everett “dialoga” con Twain, un autor al que admira y del que dice que “su sentido del humor y su humanidad me influyeron mucho”. Permítanme un apunte para estos tiempos dados a las reducciones simplistas: frente a La cabaña del tío Tom , cuyo valor es más sociológico que literario, la novela de Twain sigue siendo, pese a la polémica de la palabra tabú nigger , una cumbre literaria, de la que dijo con mucho tino Hemingway que “toda la literatura moderna estadounidense procede de Huckleberry Finn ”.

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El escritor Percival Everett, recientemente en Madrid

En manos de otro autor, James se podría haber convertido en un panfleto, pero Everett derrocha inteligencia y humor. Ya había demostrado estas virtudes en Cancelado –que dio pie a la película American fiction –, sobre un escritor afroamericano que se niega a que lo conviertan en un cliché obligado a escribir sobre temas raciales. Y también en Los árboles , que tiene la osadía de bregar con el tema de los linchamientos – Strange fruit cantaba desgarrada Billy Hollyday sobre la extraña fruta, negros ahorcados, que colgaba de los árboles sureños– sin renunciar a una malévola ironía.

En esta magnífica novela convierte al Jim de Twain en un personaje que al final, al ser preguntado sobre si es “el negro Jim”, responde orgulloso que él se llama James.

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