La violencia toma las calles de Buenos Aires y pone fin a la ‘luna de miel’ de Milei: «¡Los viejos no se tocan!»

El jefe de Gabinete del presidente argentino denuncia «una especie de Golpe de Estado» en las protestas a favor de los jubilados Leer El jefe de Gabinete del presidente argentino denuncia «una especie de Golpe de Estado» en las protestas a favor de los jubilados Leer  

Hace ya más de tres décadas, los jubilados argentinos iniciaron una marcha semanal reclamando un ingreso mínimo de 450 dólares. Treinta y cuatro años más tarde, los jubilados cobran 200 dólares, y su reclamo, en un miércoles de violencia en el centro de Buenos Aires, simboliza el final de la luna de miel para Javier Milei. Refleja, además, un gobierno con crecientes nervios, a tal punto que Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, denunció sin fundamentos aparentes «una especie de Golpe de Estado».

El centro de Buenos Aires, históricamente escenario de nutridas y aguerridas manifestaciones, sumó un capítulo desconocido: la presencia masiva de barras bravas de los principales clubes del fútbol en apoyo de los reclamos de los jubilados. Violencia en las calles y violencia en el interior del Parlamento, donde legisladores de La Libertad Avanza (LLA), el partido de Milei se trenzaban a golpes e insultos en un día que terminó con un abrumador operativo policial, piedras, gases lacrimógenos, balas de goma y un fotógrafo al borde de la muerte tras recibir en la cabeza el impacto de un cartucho de gases lacrimógenos lanzado por la policía.

A la consternación por la situación de Pablo Grillo, el fotógrafo de 35 años, se le sumó la indignación por el video que mostraba a un policía empujando al piso a una jubilada. La mujer, de 87 años, impactó con su cabeza contra el asfalto.

En medio de una tarde de estados alterados, parte de los manifestantes se desviaron y se dirigieron a la Casa Rosada, la sede del gobierno nacional, para gritar contra Milei, trepados a la reja que rodea el palacio. Ya entrada la noche en Buenos Aires, con coches de policía incendiados, las autoridades hablaban de 94 detenidos.

«¡Los viejos no se tocan, los viejos no se tocan!», cantaban manifestantes lejanos a la violencia y con justificadas razones: un enorme porcentaje de los jubilados argentinos cobra los irrisorios 200 euros al mes, una cifra inviable en un país que, en los primeros 15 meses del gobierno de Milei, se convirtió en uno de los más caros de América Latina, con precios de los alimentos que superan los de los países europeos. Según el senador Martín Lousteau, presidente de la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), el recorte a los ingresos de los jubilados explican un 20 por ciento de la «motosierra» que aplicó Milei para eliminar el déficit fiscal. «Somos pueblo, tenemos derecho a protestar», decía un manifestante a la señal de noticias TN, mientras una mujer joven destacaba que si los jubilados cobran 200 euros, un policía no llega a los 600. «Trabajan y son pobres».

La manifestación congregó a jubilados y jóvenes en apoyo a sus mayores, todos en modo pacífico, además de grupos del kirchnerismo y la izquierda más dura. Pero los que destacaron fueron los barras brava, que imponen desde hace décadas su ley violenta en los estadios del fútbol argentino. Así, camisetas mortalmente enfrentadas confluyeron en la Plaza frente al Congreso Nacional para darle forma a una tarde de tensión y violencia. Eso sí: los máximos jefes no estaban allí, enviaron a sus segundas y terceras líneas para no verse expuestos y evitar que se les impida el ingreso a los estadios.

Son semanas complejas para Milei, que demoró cinco días en viajar a Bahía Blanca, una ciudad a 700 kilómetros de Buenos Aires que viene de sufrir algo muy similar a la DANA de Valencia. Un presidente al que las encuestas no le sonríen como antes y del que su principal apoyo, el ex presidente Mauricio Macri, parece haberse cansado.

Tras el cripto escándalo por $LIBRA, Milei perdió seis puntos de apoyo en las encuestas y su imagen negativa es por primera vez superior (52 por ciento) a la positiva (48). Macri, crecientemente impaciente, le reclamó en público al presidente que viajara a Bahía Blanca y que entendiera que el Estado, del que Milei reniega, tiene un papel fundamental en la reconstrucción de la ciudad. Milei ya no le contesta, los lazos entre ambos son más débiles que nunca.

Joaquín Morales Solá, un analista del que no se puede precisamente decir que sea afín al kirchnerismo, resaltó un problema serio que afronta Argentina: «La violencia estaba tanto dentro de la Cámara de Diputados como fuera del Congreso. ¿Por qué el presidente Javier Milei no reflexiona sobre esto? ¿Por qué no reconoce, por ejemplo, que debería expresarse de manera más pacífica? Porque la violencia en las palabras termina derivando en violencia en los hechos. Y muchas veces, el presidente se expresa de manera violenta».

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