La Venecia crepuscular de Francesco Guardi llega al Thyssen desde Lisboa

Una Venecia crepuscular, de cielos algo encapotados, con cortinas raídas en las ventanas de algunos palacios y en los monumentos y las plazas sombras de un esplendor pretérito aterriza en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Es la Venecia que pintó Francesco Guardi, un artista que no logró el reconocimiento en su época declinante -cuatro años después de su muerte, en 1797, la milenaria Serenísima caería presa de Napoleón- pero sí después. Ahora hasta el 11 de mayo 19 de sus cuadros -incluida una sorprendente recreación del proyecto que hizo Palladio para el puente de Rialto- llegan desde Lisboa, desde el gran Museo Gulbenkian, al Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, donde los han aposentado junto a los espectaculares Canaletto y Bellotto del museo, las otras grandes figuras del vedutismo veneciano. 

Seguir leyendo…

 Las 19 obras del pintor veneciano que atesora el Museo Gulbenkian se exponen en Madrid junto a los cuadros de Canaletto y Bellotto de la institución madrileña  

Una Venecia crepuscular, de cielos algo encapotados, con cortinas raídas en las ventanas de algunos palacios y en los monumentos y las plazas sombras de un esplendor pretérito aterriza en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Es la Venecia que pintó Francesco Guardi, un artista que no logró el reconocimiento en su época declinante -cuatro años después de su muerte, en 1797, la milenaria Serenísima caería presa de Napoleón- pero sí después. Ahora 19 de sus cuadros -incluida una sorprendente recreación del proyecto que hizo Palladio para el puente de Rialto- llegan desde Lisboa, desde el gran Museo Gulbenkian, al Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, donde los han aposentado junto a los espectaculares Canaletto y Bellotto del museo, las otras grandes figuras del vedutismo veneciano. 

'La fiesta de la Ascensión en la plaza de San Marcos', hacia 1775, de Francesco Guardi
‘La fiesta de la Ascensión en la plaza de San Marcos’, hacia 1775, de Francesco Guardi 
Museo Gulbenkian

De hecho, el Thyssen ha movido para la ocasión a sus salas el Canaletto que tiene en depósito en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, Il Bucintoro (1745-50). Un Canaletto radiante, luminoso, como los otros que posee el museo y que contrastan con los cuadros de Guardi, más melancólicos y que fueron del gusto del referencial coleccionista Calouste Sarkis Gulbenkian, quien adquirió 19 obras del veneciano entre 1917 y 1921 que recorren la ciudad de los canales, desde la plaza de San Marcos a sus muelles, desde sus competiciones deportivas a su gran fiesta del día de la Ascensión.

'Il Bucintoro', de Canaletto, trasladado para la muestra desde eel Museu Nacional d'Art de Catalunya al Thyssen
‘Il Bucintoro’, de Canaletto, trasladado para la muestra desde eel Museu Nacional d’Art de Catalunya al Thyssen
Museo Thuyssen

En una presentación que ha contado con el embajador de Portugal, João Mira-Gomes, Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, ha recordado que Guardi “es el último de los grandes vedutistas venecianos”. Las vedute, las vistas, fueron un género típico del settecento italiano, con estampas urbanas captadas en perspectiva mostrando grandes panorámicas de la ciudad. “Guardi no tiene la popularidad que merece su prestigio entre los historiadores del arte”, ha subrayado Solana, que ha evocado al gran historiador Francis Haskell, quien señaló que Guardi “podía considerarse el primero de ese prototipo romántico del artista incomprendido en su tiempo, porque fue ignorado en vida”. 

'La partida del Bucintoro', de Francesco Guardi
‘La partida del Bucintoro’, de Francesco Guardi 
Museo Calouste Gulbenkian

Cuando Guardi (1712-1793) trabajaba en la segunda mitad del siglo XVIII Solana puntualiza que “predominaba un ideal neoclásico en las cortes, academias y bibliotecas, y en cambio hoy es considerado como uno de los mejores pintores del settecento”.  Nació en Venecia en una familia de pintores y su hermana se casó con Giambattista Tiepolo, quien, apunta el director del Thyssen “se ha conjeturado que pudo influir en el color y la vivacidad de las figuras de Guardi”.

“Las escenas de Guardi son como el último esplendor, el último fulgor de la república veneciana”

“Entonces los talleres eran familiares y Guardi trabajó durante muchos años en el taller de su hermano mayor, Gianantonio, con quien realizó copias de maestros cotizados, escenas religiosas, mitologías, orientalistas. Y fue después de la muerte de su hermano cuando se volvió hacia el vedutismo. Siguió el precedente de Canaletto en sus temas, pero desarrolló un estilo absolutamente personal. Frente al realismo casi fotográfico, preciso, de Canaletto, Guardi acentúa los efectos atmosféricos, frente a la rigurosa perspectiva lineal de Canaletto, apuesta más por la perspectiva atmosférica. Los horizontes de Guardi son más bajos que los de Canaletto y descubren cielos más vastos. Tienden a estar más nublados que los de Canaletto, que suelen estar despejados, es una Venecia soleada“, apunta Solana.

'La isla de San Giorgio Maggiore', de Guardia, hacia 1790
‘La isla de San Giorgio Maggiore’, de Guardia, hacia 1790
Museo Gulbenkian

Que asegura que a Guardi le interesaban más ”las luces inciertas y los momentos como el amanecer y el crepúsculo. Canaletto cultivaba las composiciones estructuradas, clasicistas. muy arquitectónicas y en cambio Guardi amaba los ángulos inusuales y las asimetrías en sus composiciones. Y Guardi le presta a las figuras un papel que Canaletto no. Las figuras de Canaletto son pequeñas e insignificantes, en Guardi pueden ser mayores de tamaño, más coloristas, más vivas, y añaden un interés humano a sus obras».

'El pórtico del palacio Ducal', hacia 1778, de Guardi
‘El pórtico del palacio Ducal’, hacia 1778, de Guardi
Museo Gulbenkian

Pero, concluye, quizá la característica más visible que diferencia a Guardi es «lo que él llamaba il tocco forte. La pincelada de Canaletto era fina, controlada, la de Guardi es suelta, rápida, libre, expresiva, un poco inacabada, por eso se le ha llamado impresionista, aunque en puridad no lo sea. Frente a la objetividad implacable de Canaletto, Guardi es un artista más  poético, subjetivo, lírico. Y más lleno, muchas veces, de cierta nostalgia o melancolía, cosa que encaja también con el hecho de que sea una figura terminal, casi el último de los grandes pintores venecianos porque la República de Venecia solo le sobrevivió cuatro años. Las escenas que vemos son como el último esplendor, el último fulgor de esa república”.

 Cultura

Te Puede Interesar