La Tàpies abre las ventanas indiscretas de Anna Malagrida

¿Qué sucede cuando nos encontramos en el espacio intermedio donde el interior y el exterior se entrelazan? Esta es la pregunta que se plantea en la obra de Anna Malagrida (Barcelona, 1970), artista catalana que vive y trabaja en París y cuyo trabajo reflexiona sobre la metáfora que hay en las ventanas: “Me interesan los espacios intuidos al otro lado, lo que no está en la imagen, pero se imagina”, reflexiona la artista. En ese lugar en el que se mira a través de un cristal, el Museo Tàpies presenta Opacitas. Velar la transparencia, un recorrido por la obra de Anna Malagrida a través de la fotografía, el video y la instalación: “Su trabajo pone el punto en la diferencia que hay entre mirar y ver, en estar dentro y fuera, desde el punto humano y de la sociedad”, explica Imma Prieto, la directora del Museu Tàpies. 

Seguir leyendo…

 La artista catalana expone por primera vez su obra en Barcelona  

¿Qué sucede cuando nos encontramos en el espacio intermedio donde el interior y el exterior se entrelazan? Esta es la pregunta que se plantea en la obra de Anna Malagrida (Barcelona, 1970), artista catalana que vive y trabaja en París y cuyo trabajo reflexiona sobre la metáfora que hay en las ventanas: “Me interesan los espacios intuidos al otro lado, lo que no está en la imagen, pero se imagina”, reflexiona la artista. En ese lugar en el que se mira a través de un cristal, el Museo Tàpies presenta Opacitas. Velar la transparencia, un recorrido por la obra de Anna Malagrida a través de la fotografía, el video y la instalación: “Su trabajo pone el punto en la diferencia que hay entre mirar y ver, en estar dentro y fuera, desde el punto humano y de la sociedad”, explica Imma Prieto, la directora del Museu Tàpies. 

La exposición queda dividida en dos salas. Una que mira desde el interior al exterior y la otra que lo hace justo al revés. La serie Vitrinas (Escaparates), realizada en 2008-2009, en pleno apogeo de la crisis económica, retrata en fotografías los comercios franceses que tuvieron que bajar las persianas: “La idea es la de deambular en un espacio de tensión que hace transitar el cuerpo por la ciudad como un agente activo”, explica Patricia Sorroche, comisaria de la exposición. Para ocultar el interior de los locales, se teñían los vidrios del color llamado Blanco de España. No se puede ver lo que hay dentro, pero sí representar el vacío: “Pienso en obras en las que, con la mirada, pase todo en directo”, señala Anna Margalida, que con esta primera sala ha querido que el espectador transite por las calles parisinas sin un orden establecido. Las ruinas de la ciudad chocan con una montaña de 10 toneladas de escombros que se encuentra en el centro de la sala del Museo Tàpies en un ten con ten entre ambas: “El espacio pedía que existiera un elemento para no volver el recorrido lineal. Esta montaña es la única pieza nueva de la exposición”, cuenta la artista.

La montaña de escombros al lado de la serie 'Vitrinas'
La montaña de escombros al lado de la serie ‘Vitrinas’
Llibert Teixidó

El trabajo de Anna Malagrida son imágenes que miran, además de ver. En una proyección que remite a un refugio en el desierto, un velo es mecido por el viento que entra a través de una pequeña ventana. Así es como la artista transforma en la Danza de mujer (2007) el velo en un símbolo. La obra la hizo el mismo año en que el velo se prohibió en Francia. El velo no solo tapa las vistas de la ventana sino que, cuando se mueve, permite también la mirada: “Hay momentos en los que parece que baile, otros en lo que da la sensación de estar en una prisión”, señala la creadora.

En el arte, las ventanas pueden tener funciones diversas. No sólo permiten ver aquello que hay, sino que también actúan como testigos de lo que va a desaparecer. En la pintura Point de vue (2006), Malagrida muestra la perspectiva que se tenía desde el interior del complejo turístico que se encontraba en el cabo de Creus y que terminó por desaparecer: “Esta obra es la crónica de una muerte anunciada. El punto de vista del interior del espacio que ya no está”, explica la artista.

También la multiplicidad de las formas de las ventanas pueden ser muy distintas. Abiertas, cerradas, rotas, nuevas. Desde un pequeño cristal hasta un enorme ventanal. En Le laveur de carreau (El limpiador de cristales, 2010), pieza audiovisual, la vitrina vuelve a aparecer, aunque esta vez no está en ruinas.  El espectador  mira desde dentro. Una escena en la que el agua jabonosa que un pintor esparce por la vitrina de una galería de arte se convierte en “una obra fugaz que desaparece al poco tiempo, para volver así a la transparencia del vidrio”, relata la artista.

Le laveur de carreau en el Museo Tàpies
‘Le laveur de carreau’ en el Museo Tàpies
Llibert Teixidó

Así pues, a partir del concepto de palimpsesto y las imágenes de escaparates, Anna Malagrida expone en la Tàpies, hasta el 28 de septiembre, sus ventanas indiscretas, en las que “no se elige el encuadre desde donde se mira. La fotografía lo hace sin jerarquías”, dice la artista. 

 Cultura

Te Puede Interesar