La política debe decidir

La larga batalla, casi un año ya, de la opa hostil del BBVA sobre el Sabadell ha puesto de manifiesto la importancia que tiene para una parte muy relevante del tejido empresarial español, especialmente, pero no solo, para las pymes, el crédito en unas mínimas condiciones de competencia. Algo que no solo se refiere al precio, el interés a pagar, en sí mismo muy relevante. Pone en juego la misma existencia de esas empresas, el mero acceso a fuentes de financiación, algo que parece muy fácil en los momentos de sobreabundancia de dinero, pero que las estrangula cuando las condiciones empeoran. La Gran Recesión del 2008, cuando se cerró el grifo absolutamente, o la pandemia, cuando el propio Estado tuvo que asistir a la banca para que siguiera financiando a esas empresas, son los mejores ejemplos de ese padecimiento empresarial; inversamente proporcional a su tamaño.

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 La larga batalla, casi un año ya, de la opa hostil del BBVA sobre el Sabadell ha puesto de manifiesto la importancia que tiene para una parte muy relevante del tejido empresarial español, especialmente, pero no solo, para las pymes, el crédito en unas mínimas condiciones de competencia. Algo que no solo se refiere al precio, el interés a pagar, en sí mismo muy relevante. Pone en juego la misma existencia de esas empresas, el mero acceso a fuentes de financiación, algo que parece muy fácil en los momentos de sobreabundancia de dinero, pero que las estrangula cuando las condiciones empeoran. La Gran Recesión del 2008, cuando se cerró el grifo absolutamente, o la pandemia, cuando el propio Estado tuvo que asistir a la banca para que siguiera financiando a esas empresas, son los mejores ejemplos de ese padecimiento empresarial; inversamente proporcional a su tamaño.Seguir leyendo…  

La larga batalla, casi un año ya, de la opa hostil del BBVA sobre el Sabadell ha puesto de manifiesto la importancia que tiene para una parte muy relevante del tejido empresarial español, especialmente, pero no solo, para las pymes, el crédito en unas mínimas condiciones de competencia. Algo que no solo se refiere al precio, el interés a pagar, en sí mismo muy relevante. Pone en juego la misma existencia de esas empresas, el mero acceso a fuentes de financiación, algo que parece muy fácil en los momentos de sobreabundancia de dinero, pero que las estrangula cuando las condiciones empeoran. La Gran Recesión del 2008, cuando se cerró el grifo absolutamente, o la pandemia, cuando el propio Estado tuvo que asistir a la banca para que siguiera financiando a esas empresas, son los mejores ejemplos de ese padecimiento empresarial; inversamente proporcional a su tamaño.

Los modelos de análisis, como el que parece que ha guiado la acción de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), parecen haber ponderado poco esos precedentes recientes. Así como el hecho de que la abundancia de entidades financieras de pequeño tamaño, muy empleadas por los particulares a través de sus webs, no son un instrumento idóneo para la financiación empresarial, que deben trabajar con bancos de dimensiones y características más clásicas. Aquí, el número de operadores en España es muy reducido y lo sería más en el caso de que el Sabadell, un banco centrado en la empresa, desapareciera.

UNA ENTIDAD DE BANC DE SABADELL JUNTO A OTRA DE BBVA EN EL PARAL.LEL
Entidades cercanas del BBVA y el Banco Sabadell
Mané Espinosa

La última palabra la tendrá el Gobierno, que dispone de algún instrumento legal para imponer condiciones más drásticas, aunque no de competencia. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha avanzado ya alguno de los posibles. En especial, el del equilibrio territorial. Y este por un doble motivo: uno económico y el otro, de orden político.

En el primer caso, la zona más levantisca contra la opa ha sido la de Valencia y Catalunya, territorios donde la red de pymes está más desarrollada y asentada y donde más opera el banco vallesano. La importancia para la economía de esos dos territorios y para el empleo de esa red de empresas aconseja no dificultar aún más su ecosistema.

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El de orden político es también claro. Catalunya está viviendo un proceso de normalización política que conlleva en su seno una aspiración de llevarlo también al de la economía. El último episodio de esta traslación ha sido el ansiado retorno de La Caixa y Criteria a Barcelona. El Sabadell es otra de las instituciones ancla de la economía catalana, que trasladó su sede poco antes. Significativo que, a la hora de encarar el que podría ser el episodio más crítico de su más que centenaria historia, el banco haya buscado refugio allí donde nació. La complicidad y la implicación del banco con esta comunidad forman parte del reto asumido por Salvador Illa, el president de la Generalitat, de que Catalunya vuelva a jugar un papel líder en la economía española. Mal comenzar si se pierde un centro de poder de esa envergadura.

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