La mirada positiva y sin complejos de Rufus Wainwright (★★★★✩)

Dream Requiem ★★★★✩

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 Más que un alegato estético, ‘Dream Requiem’ busca la belleza; un estreno para recordar  

Dream Requiem ★★★★✩

Intérpretes: Rufus Wainwright, narrador; Anna Prohaska, soprano; OBC; Orfeó Català y Cor Infantil. Ludovic Morlot, director

Lugar y fecha: Palau de la Música (25/I/2025)

Días atrás califiqué Strum, obra de la aplaudida compositora norteamericana Jessi Montgomery, de anacrónica. Sé que la obra gusta, pero mi reflexión no atendía a ello, que es importante, sino a algo que va en paralelo, lo temporal, y lo formal estructural.

En el caso del Dream Requiem de Wainwright –primera escucha- la obra me fue llevando también al ámbito más técnico, el de la utilización de los recursos de la amplia orquesta, coro, voz solista y narrador. Lo testimonial aquí fue que el propio compositor dijo los textos, centrados en un poema de Lord Byron de 1816. Una visión apocalíptica en la que el compositor juega, musicalmente, con el contraste oscuridad-esperanza, inherente al Réquiem : la vida y la muerte son inseparables.

Un rasgo diferencial a resaltar en estos tiempos es la mirada positiva que aborda esta composición, sin complejos. Más que un alegato estético, busca la belleza, que se manifiesta en formas distintas: subrayando la desolación, con recursos temáticos e instrumentales muy sencillos como los del “oscuro” comienzo que retorna al final, el recurso a la voz infantil paradisíaca, las señales y juegos rítmicos que nos traen a la memoria a Carl Orff (también en el coro) o la rítmica extrovertida que utiliza Bernstein, el recuerdo de Odisea del espacio en Lux Aeterna , el ostinato romántico en los violoncelos, la magnífica melodía a solo de la viola (religiosidad en esencia); la esperanza, por la soprano, en Ingemisco … En fin, son numerosas las fuentes, sin complejos, para establecer un Réquiem que anima –musicalmente- a la vida. Hay otras evidencias de esta corriente en las músicas actuales en Norteamérica, como nos mostró David Lang con su reciente cuarteto de cuerdas… Allá, parece que el peso de la tradición no ofusca los lenguajes de posguerra, salvo los minimal….

En definitiva, una obra escrita con libertad, en el horizonte conceptual de Wainwright que viene del transparente mundo de la poesía y la canción, con momentos atractivos, sencillos y bellos, de factura personal.

Muy cuidado el trabajo del director Morlot al frente de los coros y su orquesta, con notorias sustituciones en las filas. Excelente el viola solista. Un estreno para recordar.

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