Aunque su presencia en las unidades de cuidados intensivos no es nueva, la figura del fisioterapeuta sigue siendo poco reconocida y escasamente regulada en el sistema sanitario español. Gonzalo Ballesteros, fisioterapeuta especializado en el ámbito cardiorrespiratorio y profesor del Diploma de Experto en Fisioterapia del Paciente Crítico del TecnoCampus, defiende en un artículo la necesidad de reconocer, consolidar y especializar el papel del fisioterapeuta en las unidades de cuidados intensivos (UCI).
Un profesor del TecnoCampus alerta de la necesidad de especialización y presencia estable de una figura clave en la recuperación del paciente crítico
Aunque su presencia en las unidades de cuidados intensivos no es nueva, la figura del fisioterapeuta sigue siendo poco reconocida y escasamente regulada en el sistema sanitario español. Gonzalo Ballesteros, fisioterapeuta especializado en el ámbito cardiorrespiratorio y profesor del Diploma de Experto en Fisioterapia del Paciente Crítico del TecnoCampus, defiende en un artículo la necesidad de reconocer, consolidar y especializar el papel del fisioterapeuta en las unidades de cuidados intensivos (UCI).
En el artículo, escrito junto al también fisioterapeuta Dani Martí y publicado en la revista Medicina Intensiva, pone sobre la mesa tanto los avances logrados como los retos pendientes en este ámbito. “La fisioterapia en UCI no es nueva, pero en España su desarrollo ha sido lento y desigual”, explica Ballesteros. “Durante años, hemos estado a la cola de Europa y de países latinoamericanos como Brasil, Chile o Argentina, donde esta figura ya está plenamente integrada en los equipos de críticos. Aquí, la pandemia de la COVID-19 supuso un antes y un después”.
Salto cualitativo en la pandemia
Durante la crisis sanitaria por la pandemia de covid-19, los fisioterapeutas demostraron su importancia en el abordaje de los pacientes críticos, especialmente en el manejo de la ventilación mecánica, la rehabilitación respiratoria y la recuperación muscular precoz. “La pandemia nos puso en el lugar que nos corresponde. Nos visibilizó. Pero ahora, con la vuelta a la normalidad, corremos el riesgo de retroceder”, advierte.
Según Ballesteros, en algunos hospitales se ha consolidado la figura del fisioterapeuta dentro de las UCI, pero en muchos otros sigue siendo una presencia intermitente, condicionada por recursos, voluntad institucional o incluso desconocimiento. “Hay centros donde seguimos funcionando sin ratios establecidas, con 25 o 30 camas por fisioterapeuta, cuando la recomendación europea es entre 5 y 12. Esa sobrecarga compromete nuestra capacidad de intervención y, por tanto, la calidad asistencial”, denuncia.
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Uno de los objetivos del artículo es precisamente romper con la visión reduccionista del fisioterapeuta como mero “gestor de secreciones”. “Antes íbamos, quitábamos un moco y nos íbamos. Hoy participamos en todo el proceso: desde que el paciente entra en la UCI hasta que se va. Trabajamos la parte respiratoria, pero también la neuromuscular, la debilidad generalizada, el destete de la ventilación mecánica… Somos una figura clave en la recuperación global”, explica Ballesteros.
Formación especializada
Este cambio de paradigma, sin embargo, choca con la realidad de la formación de estos profesionales, que aún no ha sabido adaptarse a las exigencias del entorno crítico. En España no existe una especialización oficial dentro de la fisioterapia, como sí ocurre con los médicos a través del sistema MIR. “Un fisioterapeuta puede pasar de trabajar en una consulta de pediatría a hacerlo en una UCI sin formación reglada específica. Esto debería cambiar. Igual que no le pedirías a un traumatólogo que opere un cerebro, no se puede exigir que un fisio trabaje en críticos sin estar preparado”, subraya.
Ballesteros defiende la creación de una especialización oficial con un modelo formativo tipo residencia que garantice calidad, seguridad y continuidad en la atención. “Necesitamos formarnos en profundidad, y también en las nuevas tecnologías que ya están transformando nuestra manera de trabajar”.
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La incorporación de herramientas como la ecografía pulmonar, la bioimpedancia o la realidad virtual es otro de los temas que aborda el artículo. “Los fisios solemos ser bastante frikis de la formación”, bromea Ballesteros. “Muchos nos formamos por cuenta propia, fuera del horario laboral, porque sabemos que la tecnología mejora nuestros resultados. La ecografía torácica, por ejemplo, nos permite valorar el estado del pulmón sin métodos invasivos. Y la realidad virtual empieza a aplicarse en fases de rehabilitación precoz. Todo eso exige preparación y apoyo institucional”.
El artículo publicado en Medicina Intensiva forma parte de una iniciativa más amplia que busca posicionar a la fisioterapia como un pilar fundamental en el abordaje del paciente crítico. “La fisioterapia no puede ser un lujo o un complemento. Debe ser un elemento estructural de cualquier unidad de cuidados intensivos”, concluye Ballesteros.
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