La falta de talento que arrastra el sector del motor crece con el avance de la electrificación y la necesidad de nuevos perfiles que conlleva. Con varios frentes abiertos, ahora el geopolítico para rematar, marcas y ecosistema aceleran programas de formación propios como gran salida.
La carencia de perfiles para la transición eléctrica se agudiza en plena batalla por la sostenibilidad o por escapar a la geopolítica
Los retos de la falta de talento o la sostenibilidad se vuelven cada vez más acuciantes en el sector del motor. Con varios frentes abiertos, ahora el geopolítico, marcas y ecosistema aceleran programas de formación propios y rediseñan sus cadenas como gran salida.
La urgencia de los pasos ha quedado patente este miércoles en una de las mesas del 39 IESE Mobility, jornadas impulsadas por IESE y Deloitte. “La transición al eléctrico supone una complejidad añadida. Uno de los retos que tenemos es atraer gente joven a nuestra red de distribución y servicio”, ha comentado Laura Ros, directora de posventa en Volkswagen Group España Distribución. “Estamos con una falta importante de talento en el sector”, ha incidido. En sus programas propios, un 70% de los formados acaba en su red, apunta.
Fernando Pardillo Antón, responsable de medio ambiente en Astara, plantea que las quejas de clientes van en aumento por no explicar bien en el proceso de venta o después el funcionamiento de los eléctricos. “Claramente falta talento, lo estamos viendo en todos los países. Esto empuja a las empresas a crear nuestra propia cantera, pero hay que formar desde cero”, ha señalado.
Las baterías como referente de la circularidad en las compañías
El otro frente, el de la sostenibilidad, plantea problemas de entrada por las reglas de juego. Falta un marco regulatorio más claro, se denuncia. “Lo que está haciendo más daño es la incertidumbre regulatoria. No puede ser que no tengamos reglas claras”, ha puesto sobre la mesa Ernesto Barceló, responsable de ESG en Gestamp. Todo mientras “algunos de los elementos ESG -objetivos ambientales, sociales y de gobernanza- están en discusión” con la irrupción de Donald Trump y sus políticas de revisión climática.
La llegada del coche eléctrico plantea nuevos desafíos en la sostenibilidad, como el reciclaje o reutilización de las baterías.“Trabajamos en cómo optimizar y hacer más sostenibles las baterías en sí. Hay que reducir los costes del eléctrico para garantizar la accesibilidad y acelerar el mercado”, ha expuesto Ros. “Hay que desmentir mitos sobre la contaminación de las baterías cuando se agote su vida útil”, ya usadas, pueden utilizarse como almacenadoras de energía, ejemplifica. Dar nuevas vidas a las baterías devuelve al problema del talento, ya que faltan perfiles y habilidades específicas.
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Barceló, en todo caso, alerta que “no podemos reutilizar todas las baterías porque no hay litio ilimitado, y hay que reciclarlo de baterías ya usadas”. Algo que pide hacer con otros materiales: “Nos tenemos que empezar a preocupar en la descarbonización de las materias primas, como acero, aluminio, cemento…”. A su parecer, si la sostenibilidad se enfoca bien, los esfuerzos extra “no cuestan dinero cuando están bien hechos”.
La implantación del eléctrico sigue necesitando un empujón. Que el cliente se decida por el eléctrico pasa por la pedagogía, creen los expertos. Desde la comparativa de gasto con una furgoneta eléctrica y una de combustión u ofreciendo más modalidades para probar eléctricos entre los particulares, “conseguimos poco a poco convencer al consumidor de que es una tecnología probada, que funciona, que es más barata de operar en la mayoría de ocasiones”.
Un problema aquí es que “la aplicación de los incentivos -como el Moves- no se ha hecho de forma ordenada, ha frenado el despliegue a la movilidad sostenida. Otro son las trabas a la apertura de nuevos puntos de carga”, ha sostenido Ros. “En la gestión somos lentos y queremos poner a la industria una velocidad mayor de la que se está poniendo la propia Administración”, ha criticado.
El riesgo de la guerra comercial entra de lleno en las empresas
En el mundo del motor, como en cualquier sector hoy, la guerra comercial trastoca planes. “En las empresas ya hay que añadir el riesgo geopolítico y geoeconómico”, ha planteado Pablo Zalba, socio de regulación y políticas públicas de la UE en Deloitte. “Estamos en un contexto muy complejo empresarial, político, de la UE y España, de alta incertidumbre. Esa incertidumbre es uno de los mayores riesgos para el crecimiento”, ha advertido. La visión nublada se puede volver una oportunidad: “Quien la sepa navegar puede salir fortalecido”. Como receta, llama a Europa a más conexión del mercado interior, una apertura comercial “acelerando la negociación de acuerdos” con socios y una simplificación legislativa.
Jordi Gual, profesor de IESE, ha llamado a la cautela, planteando que primero es necesario ver a qué niveles se establecen los aranceles, que en último término podrían tener un impacto manejable por tierras europeas. “El impacto de los aranceles es mayor para América que para Europa“, ha expuesto. En todo caso, la irrupción de Trump con más aranceles abre “una nueva era, en la que el mundo integrado al que habíamos asistido desaparece”, algo que puede tener unas consecuencias más profundas y prolongadas. “Vamos a una política de bloques donde el impulso de unificación de Europa tiene que ser claro. Falta integración política”, ha añadido.
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