Mientras gran parte de Europa afronta cierta incertidumbre económica, España entra en 2025 reconocida por The Economist como la economía con mejor desempeño a nivel mundial en 20241, con un crecimiento económico sustentado en inversiones en empleo, tecnología verde y resiliencia climática. A pesar de los logros, persisten desafíos como los recelos de los agricultores europeos ante el acuerdo comercial UE-Mercosur, o la compleja situación humanitaria en las Islas Canarias, con récord de migrantes forzados.
Mientras gran parte de Europa afronta cierta incertidumbre económica, España entra en 2025 reconocida por The Economist como la economía con mejor desempeño a nivel mundial en 20241, con un crecimiento económico sustentado en inversiones en empleo, tecnología verde y resiliencia climática. A pesar de los logros, persisten desafíos como los recelos de los agricultores europeos ante el acuerdo comercial UE-Mercosur, o la compleja situación humanitaria en las Islas Canarias, con récord de migrantes forzados.Seguir leyendo…
Mientras gran parte de Europa afronta cierta incertidumbre económica, España entra en 2025 reconocida por The Economist como la economía con mejor desempeño a nivel mundial en 20241, con un crecimiento económico sustentado en inversiones en empleo, tecnología verde y resiliencia climática. A pesar de los logros, persisten desafíos como los recelos de los agricultores europeos ante el acuerdo comercial UE-Mercosur, o la compleja situación humanitaria en las Islas Canarias, con récord de migrantes forzados.
Ambos casos exigen respuestas coordinadas y urgentes a nivel europeo e internacional. Parte del éxito de España radica en ser consciente de estos desafíos y alinear sus metas económicas con objetivos sociales y ambientales. Pese a su vulnerabilidad al cambio climático, las inversiones en descarbonización, energías renovables e infraestructuras resilientes están mitigando los riesgos económicos relacionados con el clima y protegiendo los sistemas alimentarios. Estas iniciativas estabilizan el mercado nacional y ofrecen, a su vez, soluciones escalables para otros países.
La nueva Ley de Cooperación y el estatus renovado de la AECID fortalecen la capacidad de España para contribuir con estas soluciones al desarrollo global. También aseguran un gasto más efectivo y transparente en ayuda humanitaria y cooperación al desarrollo. La nueva estrategia española refleja una visión clara de cómo las inversiones inteligentes en las personas y el planeta generan crecimiento sostenible en todo el mundo.
En este contexto, la Cuarta Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo (Sevilla, 30 de junio – 3 de julio de 2025) ofrece a España la oportunidad única de liderar los esfuerzos europeos en la reforma hacia un sistema financiero global más justo, inclusivo y eficaz; capaz de generar cambios reales para las comunidades vulnerables, los países en desarrollo y la economía mundial.
Se trata de una ocasión única para renovar toda la arquitectura financiera global de modo que esta pueda cumplir con su propósito. Esto pasa por reducir el coste de la deuda soberana, crear soluciones duraderas para los países en crisis de deuda, fortalecer la red de seguridad financiera global y rediseñar la fiscalidad internacional.
Para España, la conexión entre estos objetivos globales y las realidades locales es evidente. Las inversiones en desarrollo rural, como las promovidas por el FIDA, son clave para reducir la pobreza, garantizar la seguridad alimentaria y la estabilidad social. Los pequeños y medianos agricultores producen la mitad de los alimentos del mundo y se hallan en la primera línea de la adaptación climática, especialmente en los países en desarrollo. Por ello, apoyarlos con financiación precisa y sostenida no es una cuestión de caridad, sino una inversión económica y social inteligente.
Estas inversiones en economías rurales resilientes en el extranjero contribuyen a reducir la presión migratoria y crear cadenas de suministro global más equitativas. Además, al abordar las causas raíz de la volatilidad de los precios de los alimentos a nivel mundial, combaten la inflación alimentaria, que sigue siendo una gran preocupación para las familias españolas.
Por estos motivos, no se trata de encontrar cuatro billones de dólares en Sevilla para apoyar a los más pobres del mundo, sino de lograr compromisos concretos para corregir las estructuras sistémicas que perpetúan la pobreza: avanzar hacia sistemas de deuda más justos, incentivar una mayor participación del sector privado y mayores inversiones que generen empleo y oportunidades para estabilizar comunidades rurales en las zonas más vulnerables y frágiles.

Anna Ferràs / ACN
Al abanderar estas reformas, España puede demostrar que crecimiento económico y sostenibilidad se retroalimentan. Consciente de que los problemas nacionales e internacionales están profundamente vinculados, España puede liderar la transformación de la arquitectura financiera global para que sea más justa y beneficie a todos, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
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