Helena Lanza es una actriz de teatro, cine y televisión que ha forjado una carrera sólida desde su formación en el Laboratorio Teatral William Layton y la RESAD. Ha trabajado en el Centro Dramático Nacional y en producciones como Romeo y Julieta o La ola, donde ha demostrado su capacidad para abordar todo tipo de personajes.
La intérprete confiesa que tiene fobia a las cucarachas y esto le condiciona bastante a la hora de viajar, pues “Si sé que en un lugar pueden abundar, me lo pienso si voy”
Helena Lanza es una actriz de teatro, cine y televisión que ha forjado una carrera sólida desde su formación en el Laboratorio Teatral William Layton y la RESAD. Ha trabajado en el Centro Dramático Nacional y en producciones como Romeo y Julieta o La ola, donde ha demostrado su capacidad para abordar todo tipo de personajes.
Además de sus éxitos sobre el escenario, la hemos visto en la gran pantalla con la película Los secundarios de Mario Schoendorff y en el cortometraje Gastos incluidos, nominado al premio Goya y dirigido por Javier Macipe. En televisión, ha sido parte del reparto principal en las temporadas 2, 3 y 4 de la serie El Pueblo, dirigida por Laura y Alberto Caballero, para Amazon Prime y Telecinco, en Servir y Proteger, de Plano a Plano, para TVE y en 4 Estrellas de Good Mood.
Esto es lo que más conocemos de Helena, pero hay mucho más. Hoy vamos a descubrir una faceta de ella distinta y, con total seguridad, desconocida por todos: Su relación con la conducción y los viajes, una parte fundamental de su vida personal y profesional.
Helena, ¿tienes carnet de conducir?
No tengo carnet y, sinceramente, tampoco tengo intención de sacármelo porque me da pereza estudiar para el examen teórico, y el práctico tampoco me resulta atractivo. Me pasa un poco como a Carlos Areces, que siempre dice que le cuesta dedicar tiempo a estudiar algo que no le interesa. Es curioso porque, en la serie El Pueblo, tanto Carlos como yo teníamos bastantes secuencias con vehículos, él con su coche y yo con mi furgoneta, y siempre que tocaba conducir nos ponían un doble. En mi caso, por ejemplo, en la segunda temporada, tuve una persecución que ya fue más complicada, con más medios, y aun así no me animé a sacármelo. Sé que es algo superútil, pero no tengo planes de hacerlo.
En la serie ‘El Pueblo’ tenía bastantes secuencias con mi furgoneta que debía hacerlas una doble porque yo no tengo carnet de conducir”
¿Cómo te sueles mover por la ciudad?
Por la ciudad me muevo en metro, en autobús o caminando.
Y en El Pueblo, ¿cómo ibas de un lugar a otro?
Grabábamos en un pueblo muy pequeñito llamado Valdelavilla, por lo que no necesitaba ningún tipo de vehículo para moverme. Cuando quería ir a San Pedro, el pueblo de al lado, que tenía bares, tienda de ultramarinos y una piscina, entonces tenía que pedir a algún compañero o a alguien de producción que me llevara en coche.

Hablando de chóferes ¿Qué conversación con un conductor o taxista no olvidarás?
Me estoy acordando ahora de Manolo, un conductor que trabaja mucho con Contubernio, con los hermanos Caballero, y con el que muchas veces hacíamos juntos los viajes de Valdelavilla a Madrid. Me llevo muy bien con él; recuerdo que vivía en un pueblo de Toledo y que hablaba con muchísimo amor de sus padres, de su perro y de la casa que tiene. Tuvimos momentos muy bonitos conversando sobre la familia, los vínculos y lo que supone vivir un poco más apartado de la ciudad.
Con todo el trabajo que llevas encima entre el teatro, el cine y la televisión, ¿viajar se ha convertido en un refugio de desconexión o en una necesidad para ti?
Viajar por trabajo me gusta mucho. Más que cargarme, me libera. Alejarme de casa me ayuda y me suma en todos los sentidos. Me gusta permanecer fuera por un tiempo, como en El Pueblo, donde estábamos en una zona de montaña, muy tranquila, conviviendo con los compañeros. También me gustó mucho viajar a Soria para hacer El Cid; me encantan ese tipo de aventuras. Mi tarotista me ha dicho que voy a viajar mucho a lo largo de mi vida.
No se me da tan bien el GPS; debo confesar que necesito estar concentrada porque la tentación de desconectar a veces me juega malas pasadas”
¿Cuál es el viaje en coche que ha marcado un punto de inflexión en tu vida, personal o profesional?
Un viaje que hice en 2020 con mi mejor amigo, Alberto. Fue muy especial. Era agosto, ya había pasado lo más fuerte de la pandemia y fuimos a la playa por primera vez juntos. Veníamos del confinamiento, y como amigos habíamos estado un poco más distanciados, así que ese reencuentro fue muy importante para mí. Más allá de salir a la playa después de tantos meses encerrada, tuve una sensación muy potente de libertad y de felicidad por estar acompañada por él.
No conduces, pero, ¿eres buena copiloto?
Creo que soy buena porque doy conversación, pongo buena música y me gusta animar al conductor. Viajar como copiloto me encanta, sobre todo por las conversaciones que surgen mientras uno mira por la ventana y el coche está en movimiento. Lo que no se me da tan bien a veces es el GPS; debo confesar que necesito estar concentrada porque la tentación de desconectar a veces me juega malas pasadas.

Yendo en el metro o en el bus, te doy sentimientos y tú me dices cuando los has visto o vivido:
Enfado:
En el metro me pasó que un chico intentó acosarme, pero por suerte había mucha gente alrededor que le paró los pies cuando se acercó y trató de tocarme. Esa situación me produjo bastante enfado e impotencia.
Risa:
En el metro me ha pasado varias veces, yendo con mi amigo Alberto o con Nacho. Como tengo mucha habilidad y soy muy payasa para hacer acentos y voces, a veces me pongo a interpretar un personaje y, al ver que la gente se ríe y se pregunta quién es esta loca, nos reímos los dos.
Tristeza:
La verdad es que hay mucha tristeza en el metro, porque cada vez que lo cojo siempre hay gente pidiendo.
Frustración:
El metro en Madrid es agobiante, especialmente cuando la línea va muy llena y hay que salir para que en la parada siguiente la gente pueda entrar y salir. A veces, aunque es necesario bajar para dejar pasar, la gente se queda atrapada sin salir, y eso provoca un tapón. Hay que entender que hay que salir primero para luego entrar con los nuevos pasajeros y que los que quieren salir puedan hacerlo. Es una situación frustrante, la verdad.
Amor:
Cuando voy en el metro y veo a las parejas enamoradas. Me produce mucho bienestar.
Seguimos en el metro o el bus ¿Has visto, o vivido, alguna experiencia que te ha servido de inspiración para un personaje?
Sí, se me ha venido ahora a la mente un chico con discapacidad que, una vez en el tren, se daba la vuelta constantemente para mirarme. Me quedé con ese gesto que hacía, dándose la vuelta y comunicándome con los ojos, como diciendo: “Oye, que sigo aquí”. Me pareció súper tierno y un personaje muy inspirador.

Cuando viajas por un tiempo, ¿qué es lo que nunca falta en tu maleta?
Los tapones de los oídos para dormir y mi antifaz.
¿Recuerdas la primera vez que llegaste a Valdelavilla para rodar El Pueblo? ¿Qué sentiste?
Me dio mucha paz trabajar ahí; me pareció un proyecto maravilloso y diferente desde que llegué. Cuando supe que grababan en un pueblo con apenas cuatro casas, me sorprendió cómo lo habían localizado: uno de los directores es de Soria y descubrió que ese pueblo estaba deshabitado. Estar comiendo o tomando un café viendo los árboles en la sierra de Soria me transmitía mucha calma. Esa tranquilidad compensaba el estrés del rodaje y creaba una mezcla muy buena de energías entre la tensión del trabajo y la paz del entorno.
Erasmus en Lisboa, ¿qué recuerdas de esa etapa y del lugar?
¡Wow! Me tengo que remontar más de diez años atrás para recordarlo. Fue una experiencia muy auténtica, porque en esa época Lisboa no era tan turística. Con el tiempo se volvió un sitio de moda, pero cuando fui a vivir allí, con 22 o 23 años, para mucha gente, especialmente para muchos españoles, Portugal y Lisboa eran bastante desconocidos. Por eso lo recuerdo con una autenticidad que ahora, al estar un poco más masificada por el turismo, ha perdido en parte, como suele pasar con este tipo de ciudades.
Fue una época muy bonita. Me cautivó mucho la poética y la decadencia de la ciudad, sus calles, la luz de Lisboa y la personalidad de los portugueses y portuguesas. Aunque estamos muy cerca, somos bastante diferentes; creo que nuestro carácter se parece más al de los italianos. El teatro que se hace allí me encanta; es más contemporáneo y performático. Me gustó la parte antigua, el fado y esa nostalgia que lo envuelve. Soy una persona nostálgica, con mucho sentido del humor y alegría, pero también con una gran sensibilidad, así que en Lisboa te sientes muy cautivada por esa sensación de estar en tu espacio.
La Escuela Superior de Teatro y Cine, donde estudié, fue fundamental para mí; aprendí muchísimo y volvería a estudiar allí sin pensarlo. Además, creé un espectáculo que presenté aquí en España, escrito y dirigido por Alfredo Sanzol, del que, más tarde, hice un cortometraje.
Hice un Erasmus en Lisboa, que me cautivó mucho por la poética y la decadencia de la ciudad, sus calles y la personalidad de los portugueses y portuguesas”
¿Qué lugar asocias a tu infancia, a la Helena niña?
Creo que varios, pero sobre todo Cuenca, porque mi madre es de allí. Fue un lugar de vacaciones de infancia y adolescencia. Tengo un recuerdo maravilloso de mi primera pandilla de amigos y amigas, y de mi primer novio, con quien estuve dos años. Fue algo muy bonito porque, en lugar de empezar mi primera pandilla y los primeros botellones en el sitio donde vivía y estudiaba, que era Alcalá de Henares, lo hice en Cuenca. Solíamos ir muy a menudo, cuando había algún puente y a pasar las vacaciones.
¿Con qué personaje de cine te gustaría hacer un viaje largo?
Con Las vírgenes suicidas, pero rompiendo el final, dejando un espacio más de vida para permitirme hacer ese viaje con ellas y después que hagan lo que quieran.
¿A qué persona que conociste durante un viaje no olvidarás?
A mi amigo Louis, de Lisboa.

¿Qué avión te ha hecho esperar más por un retraso?
Recuerdo que durante la gira de El cuaderno de Pitágoras, una producción del Teatro Nacional y el CDN, tuvimos un retraso muy largo. Íbamos a coger el vuelo de vuelta de Mallorca a Madrid y se demoró dos horas y media. Justo durante esos días me había salido otro trabajo de teatro que no pude aceptar porque estaba en la gira. En teoría, podía haberlo compatibilizado porque tenía una función por la mañana en Madrid y otra por la tarde en La Coruña, pero los retrasos hacen que no te arriesgues a tomar ese tipo de decisiones porque podrías no llegar a la función de tarde y eso sería un problema muy serio. Los retrasos en vuelos pueden ser un verdadero problema para profesiones como la mía, especialmente cuando vas a trabajar o a recoger un premio. Por ejemplo, a Irene Escolar le pasó en su primer Goya: estaba haciendo una obra y tuvo que coger un taxi para llegar a tiempo. Tenía otro compromiso a dos horas de distancia, y si hubiera habido un atasco o un problema con el tren, no habría llegado a recoger su premio.
Más allá de la actriz, ¿a dónde le gusta viajar a Helena?
Con el tiempo he descubierto que prefiero la montaña al mar. Me encanta viajar, tanto a sitios que se parecen un poco más a lo que conozco como a lugares completamente distintos. Pero creo que lo más importante es la compañía. Viajando he aprendido con quién me gusta repetir y con quién prefiero no volver a hacerlo. También está la opción de viajar sola, aunque siendo mujer, dependiendo del destino, eso puede suponer un riesgo. Es más complicado, claro, por eso creo que tener una buena compañera o compañero de viaje es una base muy importante sobre la que construir la experiencia. A partir de ahí, ya puedes decidir a dónde quieres ir. En general, me gusta mucho moverme, aunque reconozco que soy un poco especial con ciertos sitios… Tengo fobia a las cucarachas, y eso me condiciona bastante. Si sé que en un lugar pueden abundar, me lo pienso. En Marruecos, por ejemplo, me pasó.
¿Qué haces cuando llegas a un nuevo destino? ¿Algún hábito que te ayude a adaptarte rápido al cambio de entorno?
Me gusta llegar, sentarme un momento, descansar un poco en la cama para situarme, pensar “vale, ya estoy aquí” y luego ducharme y salir enseguida. Prefiero pasar el mayor tiempo posible fuera, disfrutar del lugar y aprovechar la experiencia desde el primer momento.
¿Qué lugares están en tu lista pendientes de descubrir?
Cuba y Argentina.
¿Planes para hoy?
Hoy es el cumpleaños de alguien a quien quiero mucho, y esta noche vamos a celebrarlo.
Pasar tiempo con Helena Lanza es como irte de viaje por carretera con una buena amiga. Es directa, fresca y, sobre todo, auténtica. Conduce por la vida con esa misma actitud: sin prisas, disfrutando del paisaje. En cada palabra se nota cómo sus viajes y el mismo hecho de conducir se convierten en su espacio para conectar consigo misma y recargar energías. Lejos de la actriz que vemos en la pantalla, Helena es esa persona que encuentra inspiración en cada paso que da, que disfruta del “perderse” tanto en la carretera como al callejear por una ciudad o pueblo. Cada viaje, sea por trabajo o placer, se convierte en una oportunidad para reflexionar, desconectar y, al mismo tiempo, inspirarse. Lo que está claro es que en su travesía, cada giro y cada recta la acercan más a lo que realmente importa.
Motor