Groenlandia vota por enfriar su divorcio de Dinamarca ante el ansia anexionista de Trump

El presidente de EEUU, que llegó a insinuar usar la fuerza antes de prometer «miles de millones» en inversiones, suscita un rechazo unánime de los partidos groenlandeses Leer El presidente de EEUU, que llegó a insinuar usar la fuerza antes de prometer «miles de millones» en inversiones, suscita un rechazo unánime de los partidos groenlandeses Leer  

Los groenlandeses quieren ser independientes, pero todavía no saben si quieren sufragarlo horadando su isla o dejarlo para más adelante. Todos los partidos que competían por los 31 escaños del pequeño Parlamento groenlandés llevaban, de una manera o de otra, la independencia en sus programas y todos rechazan la idea de pasar a formar parte de Estados Unidos. La diferencia entre unas fuerzas políticas u otras está en la intensidad o la urgencia con la que se promueve esa secesión de Dinamarca. Y el martes por la noche, en los comicios más cruciales de la historia de Groenlandia, se proclamó ganadora la opción más prudente: independizarse de Dinamarca, sí; pero cuando los groenlandeses estén listos. Aunque la isla es rica en materias primas, de momento apenas las explota, no sabe con quién hacerlo y no sabe hasta qué punto quiere explotar esos recursos. Los partidos están divididos sobre el modelo económico de su futuro independiente. Y de momento es Dinamarca la que paga los servicios públicos mientras los groenlandeses cazan y pescan.

Contra todo pronóstico el partido opositor Demokraatit se alzó con la victoria. Se trata precisamente de la fuerza política que apuesta por un enfoque más lento y conservador hacia la independencia, que es apoyada por una mayoría de la población pero que se antoja difícil de llevar a cabo por la dependencia de Dinamarca, que es una de las principales vías de financiación del presupuesto Groenlandés. La otra, venta de la pesca, fundamentalmente a Europa y especialmente a través de Dinamarca.

El culpable de que esté en los titulares esta ingente isla helada (con 57.000 habitantes y rica en minerales y tierras raras) es Donald Trump, que desde que asumió la Presidencia en enero no ha dejado de insistir en anexionar Groenlandia a Estados Unidos. «La gente está cansada de hablar de política, pero la actitud de EEUU no ha sido respetuosa hacia nosotros», explicaba al final de la noche electoral Erik a pie de urna.

Groenlandia, un territorio danés con autonomía desde 1979, es un caramelo geopolítico: tierras raras y una posición estratégica en el Ártico, donde el deshielo destapa recursos y rutas marítimas. Trump la quiere como inversión y como pantalla de seguridad de EEUU. Mientras, Rusia y China refuerzan su presencia militar en la zona. Dinamarca, que inyecta casi mil millones de dólares anuales y controla defensa y política exterior, no quiere intromisiones de Washington.

Demokraatit ha sido históricamente la fuerza que se ha mostrado más prudente a la hora de cortar lazos con Dinamarca: la economía es más importante que las cuitas con el colonialismo. Esta fuerza proempresarial se proclamó ganadora de las elecciones con el 30,4% del apoyo con más del 90% de las papeletas escrutadas, por delante del partido de oposición Naleraq, partidario de una independencia rápida, que recibió el 23,7% de los votos.

La votación se extendió media hora extra en algunos de los 72 colegios electorales de la isla ártica, donde unas 40.500 personas estaban llamadas a las urnas. «Sin duda ha votado mucha más gente en Nuuk, toda esta situación en torno a la isla ha movilizado al electorado», comentaba Aqqaluaq, uno de los delegados encargados de organizar el proceso de votación en el polideportivo de la ciudad. A su espalda seguían las colas para votar a pesar de que se había rebasado la hora de cierre de las urnas.

El partido ganador, Demokraatit, tuvo sólo el 9,1% en 2021, pero el desgaste de la coalición gubernamental ha impulsado al abanico de opciones de la oposición. El partido gobernante Inuit Ataqatigiit y su socio Siumut, que también buscan un camino más tranquilo hacia la independencia, obtuvieron un 36% combinado de los votos, frente al 66,1% de 2021.

«No queremos la independencia mañana, queremos una buena base», dijo a los periodistas Jens-Frederik Nielsen, líder de Demokraatit y ex ministro de Industria y Minerales. «La gente quiere un cambio. Queremos que más empresas financien nuestro bienestar». El debate independentista, latente desde que en 2009 Groenlandia ganó el derecho a un referéndum, se ha recalentado mientras crece el debate sobre qué hacer con los ingentes recursos de la isla. Los groenlandeses no obvian que una transición rápida podría dañar la economía y eliminar los servicios de bienestar nórdicos, como la atención médica universal y la educación gratuita.

El desdén contra el pasado colonial danés se mezcla con el recelo a este nuevo imperialismo de EEUU. El interés insistente de Trump ha sacudido el status quo en una isla acostumbrada a la tranquilidad en los debates con una sociedad donde cada vez es más relevante el orgullo de los pueblos indígenas por su cultura inuit.

Los seis partidos políticos principales apoyan la independencia, pero difieren en cómo y cuándo podría lograrse. El partido independentista Naleraq es la otra formación que más crece precisamente al abrigo de la súbita atención estadounidense. Cree que el órdago de Trump fortalece la posición de Groenlandia ante unas eventuales negociaciones de secesión de Dinamarca y pretende llevar la independencia a una votación antes de las próximas elecciones dentro de cuatro años. Pero en el debate electoral transmitido por la emisora estatal de Groenlandia, KNR, los líderes de las cinco fuerzas parlamentarias dijeron abiertamente que no confiaban en Trump. El primer ministro de Groenlandia, Múte Egede, había calificado las elecciones del martes como una «decisión crucial» para la región ártica, ya que se ha convertido en un campo de batalla para potencias mundiales como Europa, Rusia y Estados Unidos.

 Internacional // elmundo

Te Puede Interesar