La persecución que Donald Trump ha emprendido contra los inmigrantes sorprende. Cuando se visita la isla de Ellis en Nueva York es fácil comprender que Norteamérica es un crisol de nacionalidades, un melting pot , y que se ha hecho grande gracias al trabajo y al talento de los extranjeros. Pero lo mismo se puede decir de otros países europeos como Alemania, Italia o Francia, donde también se les trata como apestados. Nadie parece quererlos.
La persecución que Donald Trump ha emprendido contra los inmigrantes sorprende. Cuando se visita la isla de Ellis en Nueva York es fácil comprender que Norteamérica es un crisol de nacionalidades, un melting pot , y que se ha hecho grande gracias al trabajo y al talento de los extranjeros. Pero lo mismo se puede decir de otros países europeos como Alemania, Italia o Francia, donde también se les trata como apestados. Nadie parece quererlos.Seguir leyendo…
La persecución que Donald Trump ha emprendido contra los inmigrantes sorprende. Cuando se visita la isla de Ellis en Nueva York es fácil comprender que Norteamérica es un crisol de nacionalidades, un melting pot , y que se ha hecho grande gracias al trabajo y al talento de los extranjeros. Pero lo mismo se puede decir de otros países europeos como Alemania, Italia o Francia, donde también se les trata como apestados. Nadie parece quererlos.
Sin embargo, lo que está pasando en España contradice la impresión dominante. Uno de los principales motores del crecimiento económico son los inmigrantes. El Banco de España calcula que el 20% del 3,2% de crecimiento del PIB registrado en el último año se debe a ellos. Esto explica el fuerte incremento del consumo, del mercado laboral y la fuerte demanda de viviendas.
Ocupan empleos duros y sacrificados que los españoles eluden en hostelería y construcción
Sin olvidar el boom del turismo, ya que es mano de obra barata que permite atender el crecimiento de la demanda de servicios. Ocupan empleos duros y sacrificados que los españoles eluden en sectores como la hostelería y la construcción. Otro de los factores es que están facilitando la incorporación de la mujer española al mundo laboral, cuidando de sus hijos y de sus mayores. De esta manera se está aprovechando una parte del talento femenino.
Asimismo, se está rejuveneciendo la población española, que tiene una de las menores tasas de natalidad del mundo. No hay que olvidar que la edad media de los trabajadores que llegan es de 35 años, muy por debajo de la de los nativos.
Desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa se estima que hay 2,2 millones de inmigrantes más, de los que 1,7 millones tienen papeles y el resto sigue en la economía sumergida. En 2024 una gran parte del empleo que se ha creado se debe a la incorporación de trabajadores extranjeros, según la Seguridad Social.
Según JP Morgan, la sorpresa ha sido la fácil integración de los inmigrantes en el mercado laboral y en la sociedad. La clave es que la mayor parte son latinoamericanos, que tienen una misma raíz cultural, idioma y religión, algo que no ha sucedido en Alemania, Francia o Italia, donde el proceso está siendo mucho más difícil.
Pero no es oro todo lo que reluce. Es cierto que los inmigrantes están ayudando a pagar las pensiones y otras prestaciones sociales, pero no hay que olvidar que con el tiempo cobrarán las suyas. Según el Banco de España, cada jubilado cobra un 74% más de lo que aportó a la Seguridad Social, por lo que el problema del déficit no solo no se resuelve, sino que se agrandará en el futuro. Lo mismo se puede decir con otros aspectos de la vida laboral y el reparto de las ayudas sociales.
Una mala gestión de este fuerte incremento de la población puede terminar ocasionando graves conflictos sociales en el medio plazo, como ha pasado en otros países de nuestro entorno. Esta es la razón por la que autonomías como Catalunya o Euskadi están reclamando su gestión.
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