La política española se ha pasado toda la semana hablando del decreto omnibús. Guiándome por el sentido original en latín, lengua en la que omnibus es el dativo y el ablativo plural de la palabra omnis (todo), dudaba entre “de todos”, que sería el caso dativo, o “para todos”, que sería el ablativo. Como es plural, el sentido de “de todo” o “para todo” es más forzado, pero también lo podríamos acabar metiendo en el omnibús.
La política española se ha pasado toda la semana hablando del decreto omnibús. Guiándome por el sentido original en latín, lengua en la que omnibus es el dativo y el ablativo plural de la palabra omnis (todo), dudaba entre “de todos”, que sería el caso dativo, o “para todos”, que sería el ablativo. Como es plural, el sentido de “de todo” o “para todo” es más forzado, pero también lo podríamos acabar metiendo en el omnibús.Seguir leyendo…
La política española se ha pasado toda la semana hablando del decreto omnibús. Guiándome por el sentido original en latín, lengua en la que omnibus es el dativo y el ablativo plural de la palabra omnis (todo), dudaba entre “de todos”, que sería el caso dativo, o “para todos”, que sería el ablativo. Como es plural, el sentido de “de todo” o “para todo” es más forzado, pero también lo podríamos acabar metiendo en el omnibús.
Lego en leyes, buscando en libros de consulta jurídicos y preguntando a los compañeros que trabajan en la información política, intento entender a qué se refiere este omnibús cuando acompaña palabras como ley o decreto, y todo apunta a que hace referencia a que contiene de todo, que regula todo tipo de aspectos, que si son galgos, que si son podencos. Isabel Garcia Pagan me dice que se emplea regularmente como sobrenombre de la ley de acompañamiento de los presupuestos y es un batiburrillo que abarca muchos aspectos.
El dueño del balneario vio que el negocio de los carruajes era el futuro y fundó una empresa
Con el sentido de que todo cabe, omnibús remite a los primeros transportes colectivos, de principio del siglo XIX. En varias crónicas leo que fue el propietario de un balneario de Nantes el primero que ideó un coche de caballos grande para transportar clientes del centro de la ciudad hasta su establecimiento. Corría 1823, y la ciudadanía enseguida vio muchas otras aplicaciones en ese transporte de personas que eran más útiles que ir a tomar las aguas. Así pues, el dueño del balneario vio que el negocio de los carruajes era el futuro y fundó una de las primeras empresas de transporte colectivo.
Parece evidente que la palabra latina omnibús era adecuada para denominar aquellos carruajes, “un vehículo para todos”, pero los caprichos de la historia van por otra parte. Resulta que la parada de Nantes estaba situada ante la sombrerería del señor Omnès, en la que colgaba un cartel que jugaba con su apellido: “ Omnès omnibus”. Se podría traducir como “sombreros Omnès para todos”, pero los vecinos de Nantes acabaron adaptando ese omnibús para los carruajes colectivos.
Cuando se inventaron los automóviles (palabra compuesta que significa que una cosa se mueve sola, es decir, sin tracción animal), los omnibuses también se mecanizaron y se les cambió el nombre. Por una parte, el automóvil se acabó denominando auto, que etimológicamente quiere decir mismo, y que se ha convertido en un prefixoide (un prefijo falso) que ha dado palabras como autopista, autoescuela… Y en el caso de omnibús, se tomó la terminación latina, que aislada no significa nada, para formar una nueva palabra: autobús. Para colmo, se ha acortado el autobús en bus, que ya no llega ni a sufixoide, pero que todos ( omnes ) entendemos y ya usamos para el carril bus y el bus VAO.
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