El verano barcelonés arrancaba esta semana con grandes expectativas puestas en el Grec y también en ese esperado regreso al Liceu del coreógrafo Alexander Ekman, que el año pasado había extasiado con su ya célebre Midsummer night’s dream . Pero, en vista de la fallida inauguración del festival –naif mezcla de música, danza y circo de Le Petit Cirque que quedó en un mero ejercicio de poética trivial–, la semana ha quedado compensada por la apabullante Hammer del Ballet de Göteborg, un espectáculo de Ekman que ayer, a pesar del calor castigador de la tarde de domingo, arrancó de sus butacas al más atávico liceísmo de la ópera. ¡La danza sí puede! La quiniela quedaría por el momento en Liceu 1 – Grec 0.
El coreógrafo sueco y el Ballet de Göteborg devuelven la fe en la danza con ‘Hammer’
El verano barcelonés arrancaba esta semana con grandes expectativas puestas en el Grec y también en ese esperado regreso al Liceu del coreógrafo Alexander Ekman, que el año pasado había extasiado con su ya célebre Midsummer night’s dream . Pero, en vista de la fallida inauguración del festival –naif mezcla de música, danza y circo de Le Petit Cirque que quedó en un mero ejercicio de poética trivial–, la semana ha quedado compensada por la apabullante Hammer del Ballet de Göteborg, un espectáculo de Ekman que ayer, a pesar del calor castigador de la tarde de domingo, arrancó de sus butacas al más atávico liceísmo de la ópera. ¡La danza sí puede! La quiniela quedaría por el momento en Liceu 1 – Grec 0.
¿Qué se puede decir de Hammer que esté a la altura de lo que aconteció este domingo, durante el estreno en una Rambla en obras? La combinación de ironía, velocidad corpórea y reflexión social es, sin duda, su receta mágica, pero todo eso que sobre el papel ya tiene mucho sentido se supera cuando los 28 bailarines de esta pieza deciden bajar del escenario y cabalgar entre el público de la platea, avanzando, inexorables, de fila en fila, como animales del bosque.
Los bailarines cabalgan por las butacas de platea pidiendo ser retratados por público en una gran caricatura del yoísmo
Esa es la emocionante guinda con la que el público se da de bruces al final del primer acto. Es decir, tras una evocadora danza libre que recrea el sentimiento de pertenencia y de comunidad inherente al ser humano, y su necesidad de experimentar con la tran-quilidad de sentirse respaldado –el “yo me tiro y tu mes recoges” que Hal Hartley abordaba en Trust (filme de 1990)–, llegan, ¡ay!, las cámaras de los móviles del propio público del Liceu, que sin pretenderlo contribuye a alimentar la caricatura del yoísmo, la desmesura de la vanidad en la que vivimos inmersos: “¡A mí, a mí, fotografíame a mí, y publícalo!”, gritan frenéticos en inglés desde los respaldos de los asientos.
Lee también
La sugerente música ora acuática ora jazzista de Mikael Karlsson, el vestuario imaginativo de Henrik Vibskov y la iluminación de Joakim Brink –el núcleo duro del equipo de Ekman– son parte imprescindible de esta factura impecable, así como la proyección de vídeos del propio coreógrafo sobre la moqueta. A sus 40 años, Ekman ha hecho un recorrido creativo singular: tiene 50 piezas en su haber y una de sus primeras creaciones fue justamente para IT Dansa, como recordó en la copa final, ante una exultante Catherine Allard, directora de la compañía joven.

Sergi Panizo
La sacudida vital se diluiría, sin embargo, en la segunda parte, cuando el coreógrafo se emplea en retratar los estragos del individualismo y el mercado de las identidades. Ahí echa mano de su vis teatral y escenifica un trepidante avance de los totalitarismos. Incluso se inventa un show televisivo de gente con peluca y megaoperada que se siente incómoda al escuchar la palabra Shakespeare. Luego, una topografía de Sísifos desesperados e incapaces de construir nada colapsa ante el sonido del martillo sobre el gong, una y otra vez. La comunidad se resetea, despierta, pero eso no dura mucho…
En fin, ya lo comprobarán, pues no pueden dejar de verlo. ¡Y no se olviden de bailar al final con todos ellos al son del Sledgehammer de Peter Gabriel!
Cultura