El presidente ordenó ampliar la capacidad de detención en la base naval de Guantánamo para albergar a más de 30.000 personas y el Pentágono ha desplegado ya más de 150 militares para dicha tarea Leer El presidente ordenó ampliar la capacidad de detención en la base naval de Guantánamo para albergar a más de 30.000 personas y el Pentágono ha desplegado ya más de 150 militares para dicha tarea Leer
Los primeros inmigrantes, en trámites de deportación desde Estados Unidos, llegarán este martes a la base de Guantánamo, en Cuba. No es la primera vez que el Gobierno de EEUU usa esas instalaciones, y en los años 80 y 90 tuvieron incluso picos con decenas de miles de personas desplazadas por la guerra en Haití o que huían del régimen de Castro. Pero todo lo que rodea Guantánamo, que desde el 11-S y la guerra de Irak ha quedado en el imaginario colectivo como centro de detención de terroristas, está cargado de simbolismo y morbo.
La Casa Blanca ha confirmado hoy que empezará a llevar personas en aviones militares desde en Texas. «Los primeros vuelos desde Estados Unidos a la Bahía de Guantánamo con migrantes ilegales están en marcha», ha dicho la portavoz de Donald Trump. La gran diferencia respecto al pasado es que generalmente se alojaba, o más bien retenía allí, a gente recogida en pateras o embarcaciones o que nunca había llegado a pisar el país. Ahora, en cambio, lo quiere usar masivamente como centro de internamiento mientras sella acuerdos con países como El Salvador, que ha aceptado meter gente en sus cárceles. O con los países de origen de las personas expulsadas.
«Hay mucho espacio para acomodar a mucha gente y lo vamos a utilizar. Es más seguro y más barato. Hay muchos países que dicen que estarían encantados de acoger a nuestros presos», ha dicho el presidente desde el Despacho Oval diciendo que criminales como la persona que hace unos días arrojó a un hombre a las vías del metro de Nueva York nunca se podrán rehabilitar y convertirse en miembros normales de la sociedad.
La administración conoce el valor simbólico y que manda un mensaje, tanto a los que están en EEUU y han recibido órdenes de tribunales, o han sido condenados, como a los que todavía aspirar a entrar sin papeles a través de la frontera mexicana. Según The Wall Street Journal, uno de los vuelos salió de Fort Bliss en Texas al mediodía pero con apenas una docena de inmigrantes a bordo. Según algunas estimaciones, en las últimas semanas, alrededor de 40.000 inmigrantes han sido detenidos en centros de detención privados y cárceles locales en todo el país por falta de otras instalaciones.
El gobierno ha anunciado que ampliará las de Guantánamo para albergar hasta 30.000 personas, pero la base está equipada actualmente para albergar apenas a 120 migrantes. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha indicado que los considerados como delincuentes más peligrosos podrían ser llevados a los centros de detención que actualmente albergan a 15 prisioneros de la guerra contra el terrorismo, entre ellos cinco hombres acusados de planear los ataques del 11 de septiembre. Hay dos edificios para ello con casi 300 celdas de máxima seguridad. Hegseth, que sirvió en la base durante su época en el ejército, también mencionó en una entrevista que hasta 6.000 deportados sin antecedentes podrían ser alojados «en el campo de golf», que está cerca del McDonald’s de la base y de las viviendas familiares. Algo que ya se hizo, con tiendas de campaña gigantes, a mediados de los 90 en uno de los momentos álgidos con balseros huyendo de la Cuba castrista.
En la última semana, unos 300 soldados adicionales han sido destinados a la base para proporcionar seguridad y comenzar las lonas y tiendas de campaña para los detenidos, y otros tantos deberían llegar en las próximas horas. Según el New York Times, las fuerzas estadounidenses han instalado 50 tiendas de campaña verdes del ejército dentro de un recinto de vallas de alambre, junto a un edificio de estilo cuartel llamado Centro de Operaciones para Migrantes.
La base es una fortaleza, pero también está aislada y todo tiene que llegar en avión o buques. Desde agua embotellada a alimentos congelados para el economato hasta útiles escolares y vehículos gubernamentales llegan dos veces al mes en una barcaza. Las frutas y verduras frescas para los 4.200 residentes habituales llegan en un vuelo refrigerado semanal. De vez en cuando, el Pentágono lleva periodistas para cuestiones legales relacionadas con los presos acusados de terrorismo, pero los desplazamientos implican quedarse casi una semana hasta que haya vuelos de regreso.
Durante el fin de semana, Kristi Noem, la nueva secretaria de Seguridad Nacional, adelantó que la instalación sería un recurso para la agencia. «Estamos creando ciertas capacidades», dijo en televisión. «Apreciamos la colaboración del Departamento de Defensa para llevarla al nivel que necesita para facilitar esta repatriación de personas a sus países. Guantánamo albergará a lo peor de lo peor, dijo Noem. «Tenemos 30.000 camas para los peores criminales extranjeros ilegales que amenazan al pueblo estadounidense. Algunos de ellos son tan malos que ni siquiera confiamos en que los países los retengan, y como no queremos que regresen los vamos a enviar allí, de donde es muy difícil salir».
El proceso es, en todo caso, muy caro. El primer vuelo del martes a la bahía de Guantánamo se realizó en un avión militar C-17, el que ha usado la administración para deportaciones desde la frontera, principalmente a Guatemala y otros países de América Latina, pero también hace unos días para devolver unos 100 inmigrantes indios de regreso a su país, según el Departamento de Seguridad Nacional. Según cifras del gobierno, volar un C-17 cuesta 28.500 dólares la hora, en comparación con los 8.500 dólares la hora de un vuelo estándar del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Los vuelos a Guantánamo duran aproximadamente cinco horas. «No está claro por qué los funcionarios utilizaron un avión militar en lugar de uno de la flota que ya tiene contrato con el ICE», apunta The Wall Street Journal.
El gobierno de Biden firmó un contrato el año pasado con la empresa privada de prisiones Akima por 163,4 millones de dólares para gestionar la instalación para las aproximadamente tres docenas de inmigrantes que ha alojado en promedio en el centro de detención de Guantánamo en los últimos años.
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