Eduard Fernández contiene multitudes. La humanidad entera si es necesario. Es un actor marcado por el don de la imitación, una habilidad ligada a sus iniciales estudios de mimo, en el Institut del Teatre. Esa especialidad donde la contención es norma y el silencio expresivo. Importa el gesto. Ese “menos es más” que marca su forma de hacer. Intuyes que la procesión –o sea, los sentimientos extremos– van por dentro. Están ahí, incluso causan miedo.
Eduard Fernández contiene multitudes. La humanidad entera si es necesario. Es un actor marcado por el don de la imitación, una habilidad ligada a sus iniciales estudios de mimo, en el Institut del Teatre. Esa especialidad donde la contención es norma y el silencio expresivo. Importa el gesto. Ese “menos es más” que marca su forma de hacer. Intuyes que la procesión –o sea, los sentimientos extremos– van por dentro. Están ahí, incluso causan miedo. Seguir leyendo…
Eduard Fernández contiene multitudes. La humanidad entera si es necesario. Es un actor marcado por el don de la imitación, una habilidad ligada a sus iniciales estudios de mimo, en el Institut del Teatre. Esa especialidad donde la contención es norma y el silencio expresivo. Importa el gesto. Ese “menos es más” que marca su forma de hacer. Intuyes que la procesión –o sea, los sentimientos extremos– van por dentro. Están ahí, incluso causan miedo.
Lee tambiénAstrid Meseguer

La capacidad de ser otro es su cualidad. En Mientras dure la guerra (2019), afrontó la salvaje intransigencia de Millán Astray; el carisma oscuro y lleno de dobleces de Francisco Paesa, en El hombre de las mil caras , e hizo suya, en Marco , la mentira de aquel hombre capaz de engañar a todos, incluso a sí mismo. Supo dibujar la figura de Manolo Vital, un hombre bueno, mientras decidía, en El 47 , que el Carmel también existe.

Unanue – Europa Press / Europa Press
Y asumir todos los tonos del gris en las películas de Cesc Gay. Su versatilidad es tal que podría, si se lo propusiera, interpretar a Jesús. También al Diablo. Su versatilidad está trabajada, hasta llegar a convertirse en un don. Quizá porque ha librado batallas personales y unas las ha ganado y otras, bueno, en otras está en ello. Quizá porque quiere conocerse a sí mismo, ese camino que nunca se acaba. Lo imagino honesto, mirándose al espejo sin buscar el mejor perfil. No creo que todo sea una cuestión de talento. Intuyo trabajo, esfuerzo, valor, y mucha comprensión por todos nosotros. Por esas multitudes de las que estamos hablando.
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