El filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman (Saint-Étienne, 1953), teórico de la imagen y uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, reivindica “la fuerza transformador de las emociones” en En el aire conmovido…. Imagen, emoción, utopía , una exposición que ya se presentó en el Reina Sofía y que ahora reúne en el CCCB más trescientas obras (de Brecht a Dalí, Giacometti, Goethe, Goya, Victor Hugo, Miró, Pasolini, Picasso, Rodin, Camarón o Israel Galván) con el duende de Lorca como hilo conductor.
El filósofo y teórico de la imagen reivindica la fuerza de la emociones en una exposición en el CCCB
El filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman (Saint-Étienne, 1953), teórico de la imagen y uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, reivindica “la fuerza transformador de las emociones” en En el aire conmovido…. Imagen, emoción, utopía , una exposición que ya se presentó en el Reina Sofía y que ahora reúne en el CCCB más trescientas obras (de Brecht a Dalí, Giacometti, Goethe, Goya, Victor Hugo, Miró, Pasolini, Picasso, Rodin, Camarón o Israel Galván) con el duende de Lorca como hilo conductor.
“Lo contrario a las emociones
no es la razón, sino la insensibilidad”
Durante mucho tiempo las emociones han sido arrinconadas tanto desde el campo de la filosofía como del arte contemporáneo, como si estas pudieran anular a la razón. Usted las reivindica. ¿Qué pueden hacer hoy por nosotros?
Para empezar, le diré que lo contrario de la emoción no es la razón. Yo quiero ser un hombre ilustrado, pero con pasión, con emociones. Lo contrario de la emoción es la insensibilidad. Y eso es lo que está pasando en Gaza, por ejemplo. Es lo que sucede cuando ya no miramos las emociones de los otros. Vivimos en un mundo en el que las emociones se han convertido en un fetiche, en un objeto de cambio, un objeto comercial, un objeto capitalista. Y eso, desde un punto de vista filosófico, la devalúa. Hay muchos pensadores, filósofos críticos que están muy enfadados y en contra de este uso de la emoción por todas partes. En la televisión, en TikTok, todas esas chorradas. Y dicen: nosotros vamos a hacer otra cosa totalmente distinta, vamos a ser racionales. Pero esa es una solución catastrófica, desastrosa. Es como si por el hecho de que exista una industria pornográfica terrible, que explota a las mujeres, etcétera, tuviéramos que dejar de hacer el amor. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Por lo tanto, las emociones hay que saber utilizarlas, trabajar con ellas desde un punto de vista ético. La clave está en la ética. Es una cuestión vital. He escrito tres volúmenes de las emociones, uno de los cuales sobre una cuestión difícil como es que los fascistas también tienen emociones. Y esa es una emoción que tiene consecuencias terribles para el otro. Siempre tendremos emociones, siempre habrá lenguaje y siempre habrá imágenes. La cuestión es qué hacemos con todo eso.

Joan Mateu Parra
Los discursos populistas también utilizan las emociones de una manera perversa.
La exposición toda el título del verso ‘en el aire conmovido’, del Romance de la luna, luna de Lorca. El niño está conmovido por la visión de la luna en el aire, pero el aire mismo está conmovido. Es ese movimiento que se produce entre tú y yo. La emoción instrumentalizada y populista es lo contrario a conmover. Cuando tenemos nuestras emociones pero no nos importan las de los demás, ya no hay conmoción. Las emociones, por lo tanto, se dirigen a alguien y si es para afirmar que eres el único sujeto de tus emociones y que la del otro no tiene ninguna importancia, eres un gilipollas.
“Tenemos que reaprender a maravillarnos, a seguir siendo niños”
La exposición es también un homenaje a Lorca y su concepto de duende.
Lorca está de principio a fin. Un homenaje a su poema, a los gitanos y a su pensamiento teórico, el duende, que es una idea estética ignorada. No tengo ganas de recordar discursos de Franco, pero me acuerdo de los discursos de García Lorca, de sus poemas. Desde el plano de la vida perdió, fue una víctima. Pero, desde el punto de vista de la supervivencia, no para de crecer.

Joan Mateu Parra
También hay una llamada al doble mirar del poema de Lorca (“El niño la mira, mira”), a volver a ver el mundo como lo hacen los niños. ¿Es eso posible cuando tenemos la retina quemada de tantas imágenes?
¿Qué caracteriza a los niños? Que no tienen palabra. En latín, infans significa el que no habla todavía. No quiere decir que sea mudo, sino que desea el lenguaje. El niño siempre está cerca de su deseo. Y por eso sabe mirar muy bien. Nosotros, los adultos, estamos muy lejos de un deseo profundo. Y por eso no sabemos mirar. No podemos olvidarnos del niño que tenemos dentro, tenemos que reencontrar la infancia. A mi alrededor veo filósofos, críticos de arte… a los que no les sorprende nada. Tenemos que reaprender a maravillarnos, a seguir siendo niños. Ellos miran mejor. Pero para eso tenemos que conocer la profundidad de nuestros deseos.
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¿Y eso cómo se consigue?
Hay que jugar. La vida es un juego, el juego de la alegría. La mejor resistencia es preservar tu ritmo. Nada de teléfono. Nada de TikTok. Nada de Facebook. Compré un teléfono móvil cuando mi padre enfermó, pero casi no lo uso. No estoy en las redes sociales, tengo redes de amigos, porque las redes no son sociales, sino una especie de plataformas para hacer publicidad de uno mismo.
La muestra comienza y concluye con imágenes de niños, algunas muestran lo peor de las guerras y esa niña maravillosa que nace en el Alepo bombardeado. Hoy siguen muriendo en Gaza…
¿Cómo es posible que para cargarse a unos dirigentes de Hamás, unos fascistas imbéciles escondidos en un sótano, se dé por bueno que si por el camino en una operación mueren 15 niños o mujeres no pasa nada? Es intolerable. Eso no es una guerra, es un crimen.
¿Qué imágenes estamos dejando al mundo que viene?
Las que estamos viviendo ahora. Para su presentación en el CCCB me han pedido que añada un subtítulo: ‘Imagen, emoción, utopía’. Y la utopía es el hecho de que tu deseo o tu alegría sobreviva a todo lo que pasa.
El filósofo francés que ama el flamenco
Georges Didi-Huberman, filósofo fascinado por el flamenco, que ha incorporado a su vida y a su pensamiento, toma como punto de partida para la exposición el arranque del Romance de la luna, luna de Federico García Lorca: “La luna vino a la fragua/ con su polisón de nardos./ El niño la mira, mira./ El niño la está mirando./ En el aire conmovido/ mueve la luna sus brazos/ y enseña, lúbrica y pura,/ sus senos de duro estaño”. Profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, dedicó un libro al bailaor Israel Galván –El bailaor de soledades (Pre-Textos)- y cree que “una mirada extranjera, y es así en todas partes, puede ver más de ti que lo que tú sabes”. El flamenco, dice, es una categoría estética y habla de “una alegría triste, una alegría que es un llanto. O mejor, el acuerdo entre el llanto y la alegría. La fe en hacer la fiesta”. Coincidiendo con la muestra del CCCB, la Filmoteca le dedica una exposición, En el taller del filósofo, que reúne sus obras audiovisuales, así como proyectos de otros artistas.
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