La fe mueve montañas, según el dogma religioso, y los pensamientos de Timothy Snyder movilizan a la gente con la misma devoción que una estrella del pop.
Académicos, científicos y artistas se van de EE.UU. como repudio político al Gobierno
La fe mueve montañas, según el dogma religioso, y los pensamientos de Timothy Snyder movilizan a la gente con la misma devoción que una estrella del pop.
Centenares de personas guardaron cola esta semana para acceder a la Biblioteca Pública de Nueva York, el famoso edificio de la Quinta Avenida de Manhattan custodiado por dos leones, para escuchar las reflexiones del autor de Sobre la tiranía , una asistencia que es un manifiesto de disidencia al trumpismo cuando intelectuales, artistas o investigadores anuncian que se van de Estados Unidos.
Una vez que concluyó su disertación, en la que sostuvo que el momento actual se entiende mejor como una religión política arraigada no en el cristianismo sino en algo mucho más antiguo y pagano, Snyder afrontó el asunto de su destino.
Advertencia
Los científicos avisan que la presión a las universidades pone en peligro el progreso en Estados Unidos
Deja la Universidad de Yale y se muda a una de Toronto (Canadá). Si bien se le metió en el saco de los que marchan como repudio al gobierno, aclaró que su decisión la tomó porque le atraía el cambio antes de la victoria de Donald Trump.
Pero citó a Jason Stanley, compañero suyo en Yale, profesor de filosofía experto en fascismo y uno de los que se va a Canadá por oposición, para calificar de “perfectamente razonable” esas decisiones, la diáspora forzada por Trump.
“La gente ya se está yendo”, comentó Snyder. No es algo que nunca le haya sucedido a nadie. A la inversa, EE.UU. fue el país refugio para los que escapaban del nazismo y que enriquecieron el país con su bagaje cultural y científico. “Es una lección de la década de 1930. Tienes que marcarte la línea por ti mismo y, cuando se cruza, has de marchar. Y ahora es la ocasión de pensar en cuál es la línea para ti personalmente”, dijo.

Joshua Roberts / Reuters
“¡Buen viaje!”, respondió Taylor Rogers, secretario adjunto de prensa en la Casa Blanca, al indicarle que famosos abandonaban EE.UU. tras la reelección de Trump. La cantautora Courtney Love es una de las últimas que se ha unido a esa lista, en la que figuran la comediante y actriz Rosie O’Donnell, la mediática Ellen DeGeneres y su esposa, Portia de Rossi, o la actriz Sophie Turner, entre otras celebridades.También hizo saltar la alerta el pasado martes el cantautor Neil Young, de 79 años y doble nacionalidad (canadiense y estadounidense), al compartir en su web la preocupación de que le impidan entrar en EE.UU.
Expresó el temor de que, después de su gira europea, le veten el acceso por sus críticas a Trump. No pocos viajeros, incluso con permisos de residencia, han sido detenidos al intentar entrar y ser expulsados. A pesar de lo que supone renunciar a su hogar, todos estos artistas pueden mantener afuera su estatus de estrellas.
Otra cosa diferente es la que viven docentes o investigadores que se van del país o se ven obligados a irse. El profesor Jason Stantley, que decidió mudarse a Toronto, sostuvo en la MSNBC que su decisión se debe al clima político en Estados Unidos y que esta decisión le significa perder el 25% de sus ingresos.
Mudanzas
Tres profesores dela Universidad de Yale coincidirán en otra institución de Toronto (Canadá)
Argumentó su marcha. “Hay un ataque brutal a la libertad en Estados Unidos, un ataque específico a nuestras instituciones democráticas, al sistema legal, a los tribunales, a las universidades, a los medios. Un ataque a la libertad por un gobernante que dice que quiere ser rey y un partido que se comporta como los comunistas chinos y se alinea al 100% con él”.
Woolf, que se encontrará en Toronto con dos colegas de Yale –Snyder y Marci Shore–, recalcó que se decidió a dar este paso por “la capitulación” de la Universidad de Columbia, en Nueva York, que aceptó las condiciones de Trump –una policía en el campus o censores en los programas de Oriente Medio, entre otros– para recuperar fondos federales por valor de 400 millones de dólares. Ese es el castigo por las protestas pro Palestina de la pasada primavera.
Aunque un investigador de la de Columbia apostilló que es “exagerado” hablar de huidas y de las imposiciones a esta institución, el profesor Chris Impey, astrónomo en la Universidad de Arizona, coincidió en el uso del término capitulación. “Han hecho concesiones a cambio de nada, no tienen garantías de que les devuelvan el dinero”, subrayó. “Solo es la punta del iceberg”, añadió, y recordó que la Universidad de Pensilvania, Harvard, Princeton o Brown, y otras, están en la diana por la supuesta falta de control del antisemitismo o sus políticas de inclusión.
Todos estos recortes son vistos como un peligro para el progreso en Estados Unidos, cuyas universidades han sido motores de progresos culturales o científicos. La política de acoso de Trump, económico e ideológico, “es un cambio radical en la forma que se realizará la investigación”, sostuvo, si los tijeretazos siguen o empeoran. “Si se van, la pérdida de investigadores jóvenes tendrá un gran impacto”, lamentó Imprey. “Hay mucha ansiedad”, confesó.
El presidente quitó fondos a las bibliotecas y despidió trabajadores en masa. También procedió a aniquilar la independencia del Smithsonian Institution (21 museos, bibliotecas, centro de investigación y el zoo de Washington) para “eliminar la ideología inapropiada”, es decir, la que no es la de los blancos.
Esta misma semana, casi 2.000 científicos (de las academias de ciencias, ingeniería y medicina) firmaron una carta contra “la guerra a la ciencia” ante la pérdida de inversiones.
“La Administración está diezmando la capacidad de investigar y también interfiere apuntando temas específicos por motivos políticos o ideológicos”, afirmó el doctor Steven Woolf, de la Universidad Virginia Commonwealth, y uno de los organizadores de la carta.
Están en juego desde la salud física a la mental, hasta las expectativas de vida para cualquier ciudadano. “Todavía hay pocos daños, pero sabemos que viene el tsunami”, avisó Woolf.

Àlex Garcia
Timothy Snyder:
“Se me va a ver en EE.UU., tendrán oportunidades de arrestarme”
Timothy Snyder ironizó con un “nadie es perfecto” al explicar que había decidido irse a dar clases a Toronto el próximo curso antes del resultado electoral del pasado noviembre porque “creía infantilmente que ganaría Kamala Harris”.
Su traslado al país vecino de Norteamérica responde más a un reto personal y familiar. Sin embargo, el autor del reciente ensayo Sobre la libertad defendió la decisión de algunos de sus compañeros al emprender esa aventura fuera de Estados Unidos. Pidió respeto para los que marchan por estar en contra del Gobierno.
“Es muy importante no juzgar esto, ni blandir el argumento de que debes quedarte y luchar”, remarcó en su réplica. Snyder, que ha viajado y escrito mucho sobre la guerra de Ucrania por la invasión rusa, requirió que las universidades se coordinen en la oposición al ataque que sufren de la Administración Trump. “Si no trabajáis juntos, te eliminan uno por uno. Desafortunadamente, esto es autoritarismo, uno por uno, y así se destruye la sociedad civil al convertir cada parte en un ejemplo”, subrayó.
Su voz no dejó de ser crítica con el poder, insistió en que el acecho de Trump a Canadá sigue el libro de estilo de Putin y avisó que desde el país vecino continuará con su denuncia. “No va a cambiar lo que hago, no es que no se me vaya a ver en Estados Unidos o que no haya oportunidades para que me arresten”, bromeó.
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