Descubren el secreto genético de las haenyeo, las ‘mujeres del mar’ coreanas que bucean incluso embarazadas

En Jeju, la isla más grande de Corea del Sur, existe una comunidad de mujeres capaces de bucear hasta 18 metros de profundidad sin oxígeno. Bautizadas como las haenyeo , se sumergen en cualquier época del año, haga frío o calor, para pescar marisco, una práctica que llevan realizando durante siglos (existen referencias de ellas en diferentes escritos, como ‘La topografía de Jeju’, de 1629). Estas ‘mujeres del mar’, cuya cultura ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial , son las responsables de llevar el sustento a sus familias en una isla en la que la tierra no permite abundantes cosechas. Las más ancianas, conocidas como sanggun y que pueden ser incluso octogenarias, entrenan a las más jóvenes, las hagun, que empiezan a aprender el oficio a los diez años. Las de mediana edad, conocidas como junggun, bucean incluso embarazadas, lo que ha llamado la atención a los científicos durante años, ya que esta práctica eleva la presión arterial y puede ser peligroso para el bebé. Ahora, un grupo de investigadores capitaneados por la genetista Melissa Ilardo, de la Universidad de Utah, se ha propuesto conocer el secreto de las haenyeo y, ‘buceando’ en su ADN, han descubierto que esta comunidad posee características únicas en el mundo. «Todos los días salen al agua y trabajan allí todo el día. He visto mujeres mayores de 80 años zambullirse desde un barco antes de que la embarcación se parara -dice Ilardo-. Son mujeres absolutamente extraordinarias». El estudio acaba de publicarse en la revista ‘ Cell Reports ‘. Buceando en los genes de las haenyeoEl equipo comparó los rasgos fisiológicos y los genomas de 30 buceadoras haenyeo con los de otra treintena de personas de la isla que no llevaban a cabo esta práctica. También los cotejó con los de otros 31 coreanos continentales. Para equipararlos, se eligieron los 65 años como edad media de los sujetos (la cultura de la isla de Jeju está cayendo en desuso y las haenyeo son cada vez más mayores). Los investigadores compararon la frecuencia cardíaca y la presión arterial de los participantes en reposo y durante inmersiones simuladas, en las que los sujetos del estudio contenían la respiración mientras sumergían el rostro en agua fría. «Si aguantas la respiración y sumerges la cara en un recipiente lleno de agua fría, tu cuerpo reacciona como si estuvieras buceando», explica Ilardo. «En tu cuerpo se producen muchos de los mismos procesos que si saltaras al océano, pero se realiza de forma segura para personas sin experiencia en buceo», puntualiza. Un grupo de buceadoras coreanas en la isla de jeju Melissa IlardoEl análisis genómico del equipo mostró que los residentes de Jeju, tanto haenyeo como no haenyeo, eran distintos de los individuos de Corea continental, lo que sugiere que todos los residentes de Jeju descienden de la misma población ancestral. «Básicamente, podemos pensar en todas las personas de Jeju como ‘Haenyeo buceadoras’ o ‘Haenyeo no buceadoras’, porque su genética es la misma», dice Ilardo. Evolucionar genéticamente para bucearEl análisis del ADN también reveló dos variantes genéticas de las haenyeo que podrían estar detrás de su secreto para afrontar las presiones a altas profundidades, convirtiéndolas en la segunda población conocida de apneístas tradicionales que ha evolucionado para el buceo junto con los bajau de Filipinas . En concreto, uno de los genes está asociado con la tolerancia al frío, lo que podría protegerlas frente a la hipotermia. El segundo está asociado con la disminución de la presión arterial diastólica (es decir, la presión arterial entre contracciones cardíacas). Esta variante se encontró en el 33 por ciento de los habitantes de Jeju, pero solo en el 7 por ciento de los participantes de Corea continental. «Esta asociación podría reflejar la selección natural para mitigar las complicaciones de la hipertensión diastólica que experimentan las buceadoras durante el embarazo», afirma Ilardo refiriéndose a la enfermedad de la preeclampsia, una dolencia que desarrollan algunas mujeres en estado. «Dado que las mujeres bajau también bucean mientras están gestando, nos preguntamos si esta condición realmente impulsa muchos de los cambios genéticos en estas poblaciones de buceadoras». Es decir, que si el hecho de que las madres bucean de forma sistemática incluso embarazadas cambiaba los genes del bebé para crear un niño ‘buceador’, como ellas. El entrenamiento también es claveDurante las inmersiones simuladas, todos los participantes mostraron una disminución de su frecuencia cardíaca; sin embargo, la de las haenyeo se rebajó significativamente más que la de ambos grupos de control. De media, la frecuencia cardíaca de las buceadoras bajó 18,8 latidos por minuto (lpm), en comparación con una disminución de 12,6 lpm en los habitantes de Jeju que no buceaban. Una frecuencia cardíaca reducida durante el buceo es beneficiosa porque ahorra energía y conserva oxígeno. Dado que su análisis genómico indicó que las haenyeo y las personas de Jeju que no buceaban pertenecen genéticamente a la misma población, los investigadores concluyen que esta característica probablemente se deba al entrenamiento de las buceadoras. «Como las haenyeo llevan mucho tiempo buceando, su frecuencia cardíaca ha sido entrenada para disminuir aún más», dice Ilardo. «Esto fue algo que pudimos observar visualmente: tuvimos una buceadora cuya frecuencia cardíaca disminuyó más de 40 pulsaciones por minuto en menos de 15 segundos». MÁS INFORMACIÓN noticia Si El meteorito que cayó en Escocia y ‘empujó’ a la vida fuera del mar noticia No Hallan, por fin, la ‘materia perdida’ del UniversoLos investigadores dicen que estos hallazgos resaltan el potencial de estudiar las poblaciones tradicionales de buceo para comprender mejor la adaptación genética y fisiológica humana. «Nos entusiasma mucho aprender más sobre cómo estos cambios genéticos podrían estar afectando la salud de la población general de Jeju», afirma Ilardo. «Si logramos caracterizar con mayor profundidad cómo estos cambios afectan la fisiología, podríamos inspirar el desarrollo de terapias para tratar diferentes afecciones, como la hipertensión gestacional y los accidentes cerebrovasculares». En Jeju, la isla más grande de Corea del Sur, existe una comunidad de mujeres capaces de bucear hasta 18 metros de profundidad sin oxígeno. Bautizadas como las haenyeo , se sumergen en cualquier época del año, haga frío o calor, para pescar marisco, una práctica que llevan realizando durante siglos (existen referencias de ellas en diferentes escritos, como ‘La topografía de Jeju’, de 1629). Estas ‘mujeres del mar’, cuya cultura ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial , son las responsables de llevar el sustento a sus familias en una isla en la que la tierra no permite abundantes cosechas. Las más ancianas, conocidas como sanggun y que pueden ser incluso octogenarias, entrenan a las más jóvenes, las hagun, que empiezan a aprender el oficio a los diez años. Las de mediana edad, conocidas como junggun, bucean incluso embarazadas, lo que ha llamado la atención a los científicos durante años, ya que esta práctica eleva la presión arterial y puede ser peligroso para el bebé. Ahora, un grupo de investigadores capitaneados por la genetista Melissa Ilardo, de la Universidad de Utah, se ha propuesto conocer el secreto de las haenyeo y, ‘buceando’ en su ADN, han descubierto que esta comunidad posee características únicas en el mundo. «Todos los días salen al agua y trabajan allí todo el día. He visto mujeres mayores de 80 años zambullirse desde un barco antes de que la embarcación se parara -dice Ilardo-. Son mujeres absolutamente extraordinarias». El estudio acaba de publicarse en la revista ‘ Cell Reports ‘. Buceando en los genes de las haenyeoEl equipo comparó los rasgos fisiológicos y los genomas de 30 buceadoras haenyeo con los de otra treintena de personas de la isla que no llevaban a cabo esta práctica. También los cotejó con los de otros 31 coreanos continentales. Para equipararlos, se eligieron los 65 años como edad media de los sujetos (la cultura de la isla de Jeju está cayendo en desuso y las haenyeo son cada vez más mayores). Los investigadores compararon la frecuencia cardíaca y la presión arterial de los participantes en reposo y durante inmersiones simuladas, en las que los sujetos del estudio contenían la respiración mientras sumergían el rostro en agua fría. «Si aguantas la respiración y sumerges la cara en un recipiente lleno de agua fría, tu cuerpo reacciona como si estuvieras buceando», explica Ilardo. «En tu cuerpo se producen muchos de los mismos procesos que si saltaras al océano, pero se realiza de forma segura para personas sin experiencia en buceo», puntualiza. Un grupo de buceadoras coreanas en la isla de jeju Melissa IlardoEl análisis genómico del equipo mostró que los residentes de Jeju, tanto haenyeo como no haenyeo, eran distintos de los individuos de Corea continental, lo que sugiere que todos los residentes de Jeju descienden de la misma población ancestral. «Básicamente, podemos pensar en todas las personas de Jeju como ‘Haenyeo buceadoras’ o ‘Haenyeo no buceadoras’, porque su genética es la misma», dice Ilardo. Evolucionar genéticamente para bucearEl análisis del ADN también reveló dos variantes genéticas de las haenyeo que podrían estar detrás de su secreto para afrontar las presiones a altas profundidades, convirtiéndolas en la segunda población conocida de apneístas tradicionales que ha evolucionado para el buceo junto con los bajau de Filipinas . En concreto, uno de los genes está asociado con la tolerancia al frío, lo que podría protegerlas frente a la hipotermia. El segundo está asociado con la disminución de la presión arterial diastólica (es decir, la presión arterial entre contracciones cardíacas). Esta variante se encontró en el 33 por ciento de los habitantes de Jeju, pero solo en el 7 por ciento de los participantes de Corea continental. «Esta asociación podría reflejar la selección natural para mitigar las complicaciones de la hipertensión diastólica que experimentan las buceadoras durante el embarazo», afirma Ilardo refiriéndose a la enfermedad de la preeclampsia, una dolencia que desarrollan algunas mujeres en estado. «Dado que las mujeres bajau también bucean mientras están gestando, nos preguntamos si esta condición realmente impulsa muchos de los cambios genéticos en estas poblaciones de buceadoras». Es decir, que si el hecho de que las madres bucean de forma sistemática incluso embarazadas cambiaba los genes del bebé para crear un niño ‘buceador’, como ellas. El entrenamiento también es claveDurante las inmersiones simuladas, todos los participantes mostraron una disminución de su frecuencia cardíaca; sin embargo, la de las haenyeo se rebajó significativamente más que la de ambos grupos de control. De media, la frecuencia cardíaca de las buceadoras bajó 18,8 latidos por minuto (lpm), en comparación con una disminución de 12,6 lpm en los habitantes de Jeju que no buceaban. Una frecuencia cardíaca reducida durante el buceo es beneficiosa porque ahorra energía y conserva oxígeno. Dado que su análisis genómico indicó que las haenyeo y las personas de Jeju que no buceaban pertenecen genéticamente a la misma población, los investigadores concluyen que esta característica probablemente se deba al entrenamiento de las buceadoras. «Como las haenyeo llevan mucho tiempo buceando, su frecuencia cardíaca ha sido entrenada para disminuir aún más», dice Ilardo. «Esto fue algo que pudimos observar visualmente: tuvimos una buceadora cuya frecuencia cardíaca disminuyó más de 40 pulsaciones por minuto en menos de 15 segundos». MÁS INFORMACIÓN noticia Si El meteorito que cayó en Escocia y ‘empujó’ a la vida fuera del mar noticia No Hallan, por fin, la ‘materia perdida’ del UniversoLos investigadores dicen que estos hallazgos resaltan el potencial de estudiar las poblaciones tradicionales de buceo para comprender mejor la adaptación genética y fisiológica humana. «Nos entusiasma mucho aprender más sobre cómo estos cambios genéticos podrían estar afectando la salud de la población general de Jeju», afirma Ilardo. «Si logramos caracterizar con mayor profundidad cómo estos cambios afectan la fisiología, podríamos inspirar el desarrollo de terapias para tratar diferentes afecciones, como la hipertensión gestacional y los accidentes cerebrovasculares».  

En Jeju, la isla más grande de Corea del Sur, existe una comunidad de mujeres capaces de bucear hasta 18 metros de profundidad sin oxígeno. Bautizadas como las haenyeo, se sumergen en cualquier época del año, haga frío o calor, para pescar marisco, una … práctica que llevan realizando durante siglos (existen referencias de ellas en diferentes escritos, como ‘La topografía de Jeju’, de 1629). Estas ‘mujeres del mar’, cuya cultura ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial, son las responsables de llevar el sustento a sus familias en una isla en la que la tierra no permite abundantes cosechas.

Las más ancianas, conocidas como sanggun y que pueden ser incluso octogenarias, entrenan a las más jóvenes, las hagun, que empiezan a aprender el oficio a los diez años. Las de mediana edad, conocidas como junggun, bucean incluso embarazadas, lo que ha llamado la atención a los científicos durante años, ya que esta práctica eleva la presión arterial y puede ser peligroso para el bebé.

Ahora, un grupo de investigadores capitaneados por la genetista Melissa Ilardo, de la Universidad de Utah, se ha propuesto conocer el secreto de las haenyeo y, ‘buceando’ en su ADN, han descubierto que esta comunidad posee características únicas en el mundo. «Todos los días salen al agua y trabajan allí todo el día. He visto mujeres mayores de 80 años zambullirse desde un barco antes de que la embarcación se parara -dice Ilardo-. Son mujeres absolutamente extraordinarias». El estudio acaba de publicarse en la revista ‘Cell Reports‘.

Buceando en los genes de las haenyeo

El equipo comparó los rasgos fisiológicos y los genomas de 30 buceadoras haenyeo con los de otra treintena de personas de la isla que no llevaban a cabo esta práctica. También los cotejó con los de otros 31 coreanos continentales. Para equipararlos, se eligieron los 65 años como edad media de los sujetos (la cultura de la isla de Jeju está cayendo en desuso y las haenyeo son cada vez más mayores).

Los investigadores compararon la frecuencia cardíaca y la presión arterial de los participantes en reposo y durante inmersiones simuladas, en las que los sujetos del estudio contenían la respiración mientras sumergían el rostro en agua fría. «Si aguantas la respiración y sumerges la cara en un recipiente lleno de agua fría, tu cuerpo reacciona como si estuvieras buceando», explica Ilardo. «En tu cuerpo se producen muchos de los mismos procesos que si saltaras al océano, pero se realiza de forma segura para personas sin experiencia en buceo», puntualiza.

Un grupo de buceadoras coreanas en la isla de jeju
Melissa Ilardo

El análisis genómico del equipo mostró que los residentes de Jeju, tanto haenyeo como no haenyeo, eran distintos de los individuos de Corea continental, lo que sugiere que todos los residentes de Jeju descienden de la misma población ancestral. «Básicamente, podemos pensar en todas las personas de Jeju como ‘Haenyeo buceadoras’ o ‘Haenyeo no buceadoras’, porque su genética es la misma», dice Ilardo.

Evolucionar genéticamente para bucear

El análisis del ADN también reveló dos variantes genéticas de las haenyeo que podrían estar detrás de su secreto para afrontar las presiones a altas profundidades, convirtiéndolas en la segunda población conocida de apneístas tradicionales que ha evolucionado para el buceo junto con los bajau de Filipinas. En concreto, uno de los genes está asociado con la tolerancia al frío, lo que podría protegerlas frente a la hipotermia. El segundo está asociado con la disminución de la presión arterial diastólica (es decir, la presión arterial entre contracciones cardíacas). Esta variante se encontró en el 33 por ciento de los habitantes de Jeju, pero solo en el 7 por ciento de los participantes de Corea continental.

«Esta asociación podría reflejar la selección natural para mitigar las complicaciones de la hipertensión diastólica que experimentan las buceadoras durante el embarazo», afirma Ilardo refiriéndose a la enfermedad de la preeclampsia, una dolencia que desarrollan algunas mujeres en estado. «Dado que las mujeres Bajau también bucean mientras están gestando, nos preguntamos si esta condición realmente impulsa muchos de los cambios genéticos en estas poblaciones de buceadoras». Es decir, que si el hecho de que las haenyeo bucearan mientras estaban embarazadas cambiaba los genes del bebé para crear un niño ‘buceador’, como ellas.

El entrenamiento también es clave

Durante las inmersiones simuladas, todos los participantes mostraron una disminución de su frecuencia cardíaca; sin embargo, la de las haenyeo se rebajó significativamente más que la de ambos grupos de control. De media, la frecuencia cardíaca de las buceadoras bajó 18,8 latidos por minuto (lpm), en comparación con una disminución de 12,6 lpm en los habitantes de Jeju que no buceaban. Una frecuencia cardíaca reducida durante el buceo es beneficiosa porque ahorra energía y conserva oxígeno. Dado que su análisis genómico indicó que las haenyeo y las personas de Jeju que no buceaban pertenecen genéticamente a la misma población, los investigadores concluyen que esta característica probablemente se deba al entrenamiento de las buceadoras.

«Como las haenyeo llevan mucho tiempo buceando, su frecuencia cardíaca ha sido entrenada para disminuir aún más», dice Ilardo. «Esto fue algo que pudimos observar visualmente: tuvimos una buceadora cuya frecuencia cardíaca disminuyó más de 40 pulsaciones por minuto en menos de 15 segundos».

Los investigadores dicen que estos hallazgos resaltan el potencial de estudiar las poblaciones tradicionales de buceo para comprender mejor la adaptación genética y fisiológica humana. «Nos entusiasma mucho aprender más sobre cómo estos cambios genéticos podrían estar afectando la salud de la población general de Jeju», afirma Ilardo. «Si logramos caracterizar con mayor profundidad cómo estos cambios afectan la fisiología, podríamos inspirar el desarrollo de terapias para tratar diferentes afecciones, como la hipertensión gestacional y los accidentes cerebrovasculares».

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