El Festival de Peralada no encuentra placer más grande que otorgando total libertad creativa a los artistas en sus nuevas producciones. Y en la actual edición –del 3 al 18 de julio– esto cobra mayor sentido por cuanto se trata de iniciar un “viaje al paraíso” y rendir culto a la jardinería como un arte mayor. “Queríamos hablar de la huella de la civilización en el jardín y de cómo los creadores escénicos han bebido de la imagen del jardín –explicaba ayer su director artístico, Oriol Aguilà. Este año el festival sale de su confort habitual y se adentra en propuestas que son descubrimientos, propuestas de riesgo, nada convencionales y más híbridas, con distintas artes dialogando entre sí”.
La pareja artística prepara ‘Genius Loci’, una “divagación corpomusical” inspirada en el libro de Jörn de Pércy
El Festival de Peralada no encuentra placer más grande que otorgando total libertad creativa a los artistas en sus nuevas producciones. Y en la actual edición –del 3 al 18 de julio– esto cobra mayor sentido por cuanto se trata de iniciar un “viaje al paraíso” y rendir culto a la jardinería como un arte mayor. “Queríamos hablar de la huella de la civilización en el jardín y de cómo los creadores escénicos han bebido de la imagen del jardín –explicaba ayer su director artístico, Oriol Aguilà. Este año el festival sale de su confort habitual y se adentra en propuestas que son descubrimientos, propuestas de riesgo, nada convencionales y más híbridas, con distintas artes dialogando entre sí”.
Esa es la idea que ha dado lugar al inclasificable Genius Loci (día 5), una propuesta del director de escena Rafael R. Villalobos y del contratenor Xavier Sabata tras leer El jardín perdido (1912), libro de culto del jardinero y filósofo inglés de origen islandés Jörn de Précy, quien tuvo una profunda influencia sobre el arte de los jardines anglosajones del siglo XX, y que aquí traza algo inusual, a medio camino entre diario, ensayo y tratado.
Villalobos confiesa con pudor que no vio otra solución que reescribir el texto de Jörn de Précy
Ya son varias las aventuras que ha corrido esta pareja artística en el certamen ampurdanés: Acis y Galatea, El Bis, Orlando. Pero la inflamada lectura de esta suerte de biografía botánica –con las pasiones y las amistades de De Précy, los jardines que conoció y los que más amó–, les ha inspirado una propuesta de cámara en la que interviene un archilaudista que es actor, el sueco Jonas Nordeberg (el jardinero que ejecuta las ideas estéticas del amo, al que da vida Sabata) y un violagambista inglés, Liam Byrne, que combina el instrumento del siglo XVII con la electrónica actual. Además hay intervenciones visuales del artista Cachito Vallés.
Lee también
“Que nadie espere ver un jardín”, advierte Villalobos, pues la propuesta es minimal y algo apocalíptica. No en vano Précy anticipaba una gran pandemia y una gran guerra, “lo que tiene paralelismo con la actualidad”.
Villalobos confiesa con pudor que no vio otra solución que reescribir un texto que destilara la esencia del libro. Y las piezas musicales tienen en común que son vocales y son inglesas y van de Ralph Vaughan Williams a Purcell, pasando por otras de John Eccles y de John Dowland.
“Aquí no tengo una partitura, ni un guion, esto no es una Tosca . Por lo que trabajé de otra manera. Propuse una adaptación del texto y ellos una serie de piezas musicales que hicieran un arco evolutivo de la musica inglesa. Un trabajo que hemos desarrollado entre todos al igual que se trabaja la tierra: observando la naturaleza, dejando que te abrace. A veces el texto nos invitaba a alterar la escena y viceversa… Ha sido una cocreación a cinco partes”, advierte Villalobos.
Esta es una invitación a no tener miedo a perderse, a no saber y no entender, porque “es una divagación corpomusical, una égloga contemporánea que intenta captar la esencia de una obra que trasciende definiciones”, añade el regista sevillano.
Para Sabata, que confiesa no tener ya la necesidad de estar en escena por el hecho de estarlo y que como intérprete de ópera echa en falta la posibilidad de crear, este es el tipo de espectáculos que tiene sentido en este momento de su carrera. “Si con alguien me puedo sentir cocreador es con Rafa, se genera un diálogo frutífero que conecta con mi tradición teatral, hay una voluntad de que todas las disciplinas se entrelacen, el texto acaba siendo música y al revés, la instalación visual acaba siendo parte del espacio sonoro”.
Cultura