Vaya por delante que Calixto Bieito no está interesado en el teatro social o político. Nunca se cansa de recordarlo: “yo solo observo lo que hay, sin juzgar, nunca he tenido una mirada moralista”. Y es justamente esa cualidad de anticiparse a la realidad ampliando el foco lo que ha hecho de él un referente de la dirección escénica.
La Opéra de Paris marca el paso con una Tetralogía wagneriana del s. XXI que anuncia la desaparición de lo humano
Vaya por delante que Calixto Bieito no está interesado en el teatro social o político. Nunca se cansa de recordarlo: “yo solo observo lo que hay, sin juzgar, nunca he tenido una mirada moralista”. Y es justamente esa cualidad de anticiparse a la realidad ampliando el foco lo que ha hecho de él un referente de la dirección escénica.
El mago catalanoaragonés estrenó este miércoles en la Bastille L’or du Rhin (en su título en francés), la primera entrega de esta nueva producción de la Tetralogía de Wagner del Anillo del Nibelungo que la Ópera de París ofrecerá en dos temporadas, con Pablo Heras-Casado a la batuta.
El dios Wotan es aquí un trasunto de Donald Trump, si bien Bieito no lo pretende: “No hago teatro social”
Con ella, el teatro francés marca el paso y agita a la inteliguentsia europea al recrear la forma en que el mundo de la tecnopolítica actual avanza hacia la desaparición de todo lo humano. La ovación fue contundente. El público, entre el que se encontraban ex ministros de cultura franceses, desde Jack Lang a Roselyne Bachelot-Narquinen, era el de una Europa que pide oxígeno. Bieito, no obstante, no salió a saludar. Prefiere hacerlo al final de los cuatro títulos.

Herwig Prammer
“La tecnología y la política se están uniendo para seguir avanzando, pero no se sabe hacia dónde…”, dice Bieito tras un estreno en el que demuestra saber leer a Wagner en todos sus planos, también en el del inconsciente. “En El oro del Rin Erda lo vaticina, cuando dice que todas las especies vamos a la extinción, pero yo no lo sé”.
Al igual que el mundo de Wagner cambiaba con la revolución industrial, también Bieito se hace eco de una eventual desaparición de la conciencia. Una pérdida de memoria que desencadenará en escena de manera sutil, con un gran agujero negro. Tanto el libreto como la música –gran cuidado ha puesto Heras-Casado en la dicción de los cantantes– parecen secundarle en este viaje. Y es tal la fuerza escénica contemporánea, que hasta la partitura y el texto tienen el pálpito del aquí y el ahora.
El dios Wotan (Iain Paterson) es aquí un trasunto de Donald Trump, por mucho que Bieito no lo pretenda. “Y un poco de Boris Johnson también tengo”, bromea el barítono escocés apuntando a su pelo rubio y elogiando el trabajo de Bieito. “Todo en Calixto es energía, tiene que ser real. Y tiene el coraje de darnos libertad”.

Herwig Prammer
A su lado, Fassolt (el potente bajo Kwangchul Youn), uno de los gigantes que construyen el castillo del Walhalla para los dioses, recuerda en escena al líder norcoeano, Kim Jong-un. Hasta Fricka, la esposa de Wotan (la mezzo Ève-Maud Hubeaux), cuya relación es aquí de mayor crudeza, tiene aires de Melania Trump…
“¿Melania? ¿Esta es la checa?”
Bieito vive ajeno al actual statu quo internacional. Pero este L’or du Rhin llega en un momento mundial delirante. La disputa por el oro entre los personajes de la ópera encuentra un inquietante paralelismo en los gestos de los nuevos líderes neototalitarios.
El oro, el big data y el petróleo, las principales fuente de riqueza en la que los países quieren invertir hoy, están en su Tetralogía. Por eso entran con la cámara en el Banco Nacional de Francia y nada más empezar se ve a Alberich (Brian Mulligan) viviendo la ilusión de la utopía del oro que acabará atrapándolos a todos, según la maldición wagneriana. ¿El anillo? Es un collar metálico de perro.
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“Tengo la fantasía disparada”, comenta Bieito, dejándose arrastrar por los tres títulos que le quedan por delante. Eso sí, ha de ser coherente con una estética y un pensamiento unitarios, que incluyen la creación de vida: el robot-bailarina al que da vida Alberich.
“Actualmente hay personas que se creen dios, siempre ha sido así, ya Calígula se creía dios. Y cada vez que escribimos algo en Google o en una IA estamos creando una biblioteca de Alejandría, pero no tengo una mirada crítica al respecto”. Y si los humanos son dioses, la Caída de los Dioses será la desaparición de aquello que define la conciencia. Y la nada. O la aparición de algo distinto.
La ópera resiste al borrado de la memoria que propone esta fase tecnopolítica en la que estamos entrando”
Hèctor ParraCompositor, ha colaborado con Bieito en diversas óperas
“La ópera resiste al borrado de la memoria que propone esta fase tecnopolítica en la que estamos entrando”, valoraba a la salida el compositor Hèctor Parra, residente en París, con quien Bieito ha llevado a escena óperas como Les bieveillants ( de Jonathan Little) o la reciente Orgia (Pasolini). Y también estaba presente Sir Brian John McMaster, el otrora director del Festival de Edimburgo, que descubrió a Bieito de joven con La verbena de la paloma y ya nunca dejó de seguirle la pista…
El Liceu les desea muchos éxitos…
“El Anillo es siempre una experiencia transformativa para un teatro de ópera. Es un proyecto que por su naturaleza desproporcionada [son 16 horas de música] moviliza a todas sus fuerzas durante un largo periodo de tiempo y puede ser muy unificador”, explica Alexander Neef sobre esta nueva producción que estaba prevista para abril de 2020. De aquel intento se han mantenido elementos escénicos que ya estaban listos, pero las luces y otros materiales han sido repensados. La incorporación de Pablo Heras-Casado en el podio se decidió en verano de 2023. “Quería darle a este Anillo un sabor latino”, apunta el intendant de Opéra de Paris. El director artístico del Liceu, que sigue pendiente de qué Tetralogía programar tras la espantada de Romeo Castellucci en La Monnaie, desea a París todos los éxitos con esta “aventura ilusionante”. “Bieito siempre va unos pasos por delante del resto de sus contemporáneos. Con un sello propio que anuncia una nueva manera de entender la ópera, la recodifica proponiendo una ceremonia ética y estética comprometido que se adelanta, reflexionando sobre el mundo de hoy a partir de este compendio de emociones humanas que es la Tetralogía”.
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