Cachemira se prepara para la guerra mientras EEUU intensifica la mediación entre indios y paquistaníes

La brutal matanza de 26 personas, la mayoría turistas indios, está detrás de la mayor tensión entre las dos potencias nucleares en los últimos años Leer La brutal matanza de 26 personas, la mayoría turistas indios, está detrás de la mayor tensión entre las dos potencias nucleares en los últimos años Leer  

Tras la brutal matanza de 26 civiles, la gran mayoría turistas hindúes, a manos de terroristas islámicos en la Cachemira controlada por India el pasado 22 de abril, el primer ministro indio, Narendra Modi, sorprendió hablando en inglés, algo muy poco común en él, para advertir que su país «castigará a todos los terroristas y a quienes los apoyan».

El mensaje iba claramente dirigido a la vecina Pakistán, a quien India acusó desde el principio de estar detrás del ataque más mortífero en la región desde un atentado suicida contra fuerzas paramilitares en 2019. Islamabad negó cualquier conexión con una masacre reivindicada en un primer momento por el hasta ahora desconocido grupo islámico Frente de Resistencia, que Delhi vincula con el grupo militante pakistaní Lashkar-e-Taiba, que estuvo detrás de los atentados de Bombay de 2008. En este último baño de sangre, los terroristas obligaron a sus víctimas a decir sus nombres en alto y recitar versos del Corán antes de ejecutarlas.

Desde la matanza, el ruido alrededor de un nuevo enfrentamiento armado entre indios y paquistaníes ha ido en aumento. Las tensiones entre estas dos potencias nucleares están subiendo peligrosos niveles cada día. Modi, presionado dentro de casa por una furiosa ola nacionalista hindú que demanda sangre del enemigo como venganza, ha dado al ejército «libertad operativa», mientras que las autoridad pakistaníes afirmaron el miércoles tener información sobre un inminente ataque militar indio.

No es la primera vez que los dos países más grandes del sur de Asia (que tienen una población combinada de más de 1.600 millones de personas, aproximadamente una quinta parte de la población mundial) se encuentran bajo la sombra de una posible guerra. En el valle de Cachemira, India y Pakistán han librado tres de sus cuatro guerras anteriores. Desde su independencia del dominio británico en 1947, ambos países han controlado partes de Cachemira —y China una tercera—.

Cachemira

La pasada madrugada, por octava noche consecutiva, ambas tropas continuaron con las provocaciones al intercambiar disparos en varios puntos de la Línea de Control, la frontera militarizada que separa la Cachemira administrada por Pakistán (hogar de alrededor de cuatro millones de personas) y de la Cachemira administrada por India (13 millones)

En la parte pakistaní, ante las alarmas por un inminente ataque de las fuerzas indias, las autoridades han cerrado un millar de escuelas religiosas. Durante anteriores choques militares, el ejército indio, más que lanzar un ataque a gran escala, ha seguido la estrategia de bombardear objetivos concretos para disuadir a su rival.

Los trabajadores de los servicios de emergencia en Muzaffarabad, la principal ciudad de Cachemira administrada por Pakistán, también han comenzado a capacitar a los escolares sobre qué hacer si India ataca. «Llevamos una semana viviendo con miedo constante, sobre todo tememos por la seguridad de nuestros hijos», explicaba un comerciante local llamado Iftikhar Ahmad Mir.

Ambos países están fuertemente armados, aunque India tiene una gran ventaja: su presupuesto de Defensa es más de nueve veces el de Pakistán. India tiene en servicio activo a casi 1,5 millones de efectivos, en comparación con apenas 660.000 del vecino.

Contemplando con atención este nuevo capítulo de la eterna disputa entre los enemigos del subcontinente indio se encuentran las dos grandes superpotencias, Estados Unidos y China. La primera mantiene una tradicional alianza con Delhi -un socio importante para Washington en su esfuerzo por contrarrestar la influencia de China en la región- mientras que el gigante asiático, que también comparte un largo historial de confrontación fronteriza con India, no esconde su apoyo a Pakistán.

Desde Washington, él secretario de Estado, Marco Rubio, hizo los primeros movimientos para mediar al hablar con el ministro de Asuntos Exteriores de India y el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, instando a los dos países a trabajar juntos para reducir las tensiones y que restablezcan las líneas de comunicación, que están rotas desde el atentado. El secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, también llamó al ministro de Defensa indio, Rajnath Singh, para condenar el ataque terrorista «Ofrecí mi firme apoyo. Estamos con la India y su gran pueblo», escribió Hegseth en X.

El último en intensificar desde Washington la presión sobre indios y pakistaníes ha sido el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, que ha insistido en pedir moderación para evitar una guerra entre los dos vecinos con armas nucleares.

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