Beyoncé o no Beyoncé, esta era el gran dilema de la noche de los Grammy en su 67 edición, una de las más especiales de las que se han celebrado en su historia por el impacto de los incendios que asolaron Los Angeles recientemente. Como el efecto purificador que en ocasiones se atribuye el fuego, por fin Beyoncé se coronó en los más alto y se llevó la joya de la corona.
La ceremonia, marcada por los tributos a causa de los recientes incendios, corona a Kendrick Lamar, ganador por grabación y canción, consagra como nueva estrella a Chappell Roan y distingue de nuevo a Shakira
Beyoncé o no Beyoncé, esta era el gran dilema de la noche de los Grammy en su 67 edición, una de las más especiales de las que se han celebrado en su historia por el impacto de los incendios que asolaron Los Angeles recientemente. Como el efecto purificador que en ocasiones se atribuye el fuego, por fin Beyoncé se coronó en los más alto y se llevó la joya de la corona.
Aunque hasta la fecha era la artista que acumulaba más Grammy, 32 en total, había uno que se le resistía. Después de cuatro fracasos, aquella Single girl convertida en mujer logró ganar el gramófono de mejor álbum del año por Cowboy Carter, el octavo de su carrera. “Han pasado muchos, muchos años”, suspiró al recoger ese premio tan deseado, acompañada en el escenario por su hija Blue Ivi y bajo la atenta mirada de Jay-Z, su marido, en la platea.
Fue una gala especial y no solo porque, desde la ultratumba de la modernidad, los Beatles ganaron la mejor canción rock (Now and then), basada en una demo que hizo John Lennon en 1970, o que otros dinosaurios como los Rolling Stones se quedaran con la distinción de mejor disco de rock (Hackney Diamonds).
No. Fue diferente porque los bomberos de la ciudad no solo estuvieron de guardia por si había problemas en el pabellón Crypto.com de la ciudad californiana durante la fiesta, sino porque tal vez por primera vez fueron protagonistas de la alfombra roja, donde recibieron tributo por su gran esfuerzo, y en la misma entrega de premios. Al equipo del jefe Anthony Marrone le tocó el honor de entregar la máxima distinción, la que cerraba una larga reunión, de más de tres horas y media.
En otras condiciones, esta habría sido la jornada de consagración de Kendrick Lamar, que acaparó cinco galardones con su Not like us, algunos muy relevantes como los de mejor grabación y canción. Pero no, esta fue la gala de Beyoncé, que llegó con once nominaciones, más que nadie, y sumó otras dos distinciones.
Entre estas figuró la de mejor disco country, la primera vez que un artista negro alcanza esa meta. El gramófono se lo entregó Taylor Swift, curiosamente su gran competidora que le había quitado el reconocimiento más distinguido en otras ocasiones.
Sin embargo, esta vez había otra cumbre por delante y a la sombra de estrellas como la propia Swift, que se marchó de vació pese a haber disfrutado de uno de los años más exitosos de su carrera.
La coronación de Beyoncé era algo esperado. El ruido sobre los continuos desprecios a las más laureada se hacía más y más que persistente. Billboard la distinguió hace unos meses como la mejor estrella del siglo XXI, por delante precisamente de Swift. Llegó a esta cita con un total de 99 nominaciones en su trayectoria. Parecía casi imposible que esta vez recibiera otro no en el capítulo principal, sobre todo tras el impacto de su Cowboy Carter. Es la primera vez en 26 años que una mujer negra consigue este reconocimiento.
La gala estuvo marcada en todo momento por esos trágicos incendios del pasado mes (oficialmente extinguidos este fin de semana), que han devastado la ciudad californiana, con 29 fallecidos y cerca de 20.000 estructuras destruidas. Incluso se realizó una proyecciones de imágenes sobre la magnitud de la tragedia.
Muchas voces solicitaron el aplazamiento de la fiesta de la música, pero la industria decidió seguir adelante y convertir este evento en un acto de toma de conciencia, de unidad, así como una herramienta para recaudar fondos de ayuda a los damnificados
Trevor Noah, el conductor de la ceremonia, aparcó de entrada su humor para hacer una apertura sobria en la que subrayó que la metrópolis había sufrido “uno de los mayores desastres naturales en la historia de Estados Unidos”, si bien matizó que ha facilitado que “saliera lo mejor de cada uno de nosotros”.
En su arranque marcó una línea entre la celebración y la solemnidad, entre la gran noche de la música y el homenaje “al espíritu único de la ciudad”.
La actuación de apertura estuvo cargada de simbolismo. El duo folk Dawes, cuyas casas acabaron en cenizas, salieron al escenario junto a John Legend, Sheryl Crow, St. Vicent, Brittany Howard y Brand Prasley para hacer una versión del I love LA de Randy Newman.
El primer premio de la gala nocturna (hay una previa de tarde) correspondió a Doechii, mejor álbum de rap. El segundo correspondió a una estrella emergente como Sabrina Carpenter, nominada a seis gramófonos, que se llevó el de mejor álbum vocal pop Short n’ Sweet, y otro de menor entidad. Son los dos primeros gramófonos en su currículum.
Chappell Roan se consagró como mejor nueva artista, mientras Charli XCX debutó en estos premios y acaparó tres por su álbum Brat. Shakira, en cambio, colecciona ya unos cuantos pero en esta ocasión, con su primer disco en siete años, Las mujeres ya no lloran, ganó el gramófono de mejor álbum de pop latino.
“Quiero dedicar este premio a todos mis hermanos y hermanas inmigrantes de este país. Ustedes son queridos, ustedes valen y yo siempre lucharé con ustedes y con todas esas mujeres que trabajan muy duro cada día para sacar adelante a sus familias, son verdaderas héroes”, dijo Shakira, con sus hijos Milan y Sasha desbordantes de felicidad. Luego, además, interpretó la canción en que retrata a su ex Gerard Piqué y pareja.
Bruno Mars y Lady Gaga, tras interpretar el California dreamin de los The Mama & the Papas, ganaron el premio por duo pop con Die with a smile. René Pérez Joglar, conocido musicalmente como Residente, ganó por el mejor álbum de música urbana con Las letras ya no importan.
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