Arambarri, dos años sin que su hijo pudiera verle jugar al fútbol: «Volver a jugar es un regalo»

El futbolista encadenó dos años de lesiones en las que apenas pudo disputar un encuentro, hoy es pichichi del Getafe y uno de los jugadores más destacados Leer El futbolista encadenó dos años de lesiones en las que apenas pudo disputar un encuentro, hoy es pichichi del Getafe y uno de los jugadores más destacados Leer  

A principios de diciembre del 2023, el hijo mayor de Mauro Arambarri (Salto, 1995) había cumplido dos años y aún no había podido ver jugar al fútbol a su padre. El jugador uruguayo del Getafe había enlazado dos lesiones (tobillo y rodilla) de las que se tuvo que operar y que le tuvieron casi dos temporadas en blanco. «Hubo un momento difícil, en la mitad de la recuperación, en el que entras en un pozo en donde no vas ni para atrás ni para adelante», explica el futbolista a EL MUNDO.

De hecho, poco después de aquel cumpleaños, Arambarri no pudo estar el día que su Getafe, del que es tercer capitán, rompió la racha de 20 partidos seguidos ganando del Atlético de Madrid en el Metropolitano tras empatar a tres. «Una lástima que nunca les hayamos podido ganar, pero siempre hay una primera vez», explica el mediocampista que ha recuperado la sonrisa este curso y que se enfrentará hoy al equipo rojiblanco en los cuartos de final de la Copa del Rey.

El futbolista está intentando «pasar página» de aquel periodo de dolor y sufrimiento del que salió gracias a su entorno, especialmente a su mujer y a su hijo, que conseguían hacerle olvidar los momentos de estancamiento de la lesión, pero también gracias a la ayuda profesional. «Cuando tenía 18 o 19 años empecé a trabajar con un psicólogo que me ha ayudado muchísimo a manejar ciertas situaciones no solo a nivel deportivo, también de la vida», apuntó Arambarri. Este profesional le ayudó a quitarse de la cabeza «preguntas que no tenían respuesta».

El jugador explica que no sabía por qué tenía ciertas tensiones, dolores o presiones en el pecho a causa de su lesión y su psicólogo le ayudó a entender que la cabeza es fundamental para superar estos problemas y saber de dónde viene todo. «Hubo semanas que la lesión iba muy bien y semanas que se me complicaba un poco. Entonces, claro, eso generaba mucha ansiedad, incertidumbre», identifica.

Ese momento terminó el día en que se volvió a poner las botas en un entrenamiento. «Uno da por hecho poder entrenar todos los días y cuando algo te lo impide, es cuando realmente lo valoras», cuenta. Y encima Arambarri ha vuelto en la mejor forma de su carrera. Ha hecho cinco goles de los 11 que lleva en ocho temporadas con el Getafe y ha vuelto a ser indispensable para Bordalás. «Es un regalo para mí, al trabajo que se hizo ese tiempo, un poco a escondidas», valora.

El futbolista en un momento de la entrevista.
El futbolista en un momento de la entrevista.Ángel NavarreteEl Mundo

Es un regalo para aquel joven de 15 años que abandonó el hogar familiar en Salto, cuna de otros grandes futbolistas como Luis Suárez o Edison Cavani, para ir a Montevideo en busca de un sueño. Que dejó los entrenamientos con su padre por los del Defensor Sporting Club para hacerse un nombre en el fútbol. «Si lo hubiera pensado mucho, quizás no hubiera tomado la decisión, pero lo hice instintivamente, con el apoyo de mi familia, y hoy, claro, fue una decisión acertada», apunta.

Europa le hizo profesional, pero Uruguay le dio el carácter que muestra como futbolista. «Lo llevamos en la sangre, competir al 100%, creo que es una marca del fútbol uruguayo que nos inculcan desde pequeños», explica. A día de hoy lo hace sin miedo, ya sin las dudas que genera en los primeros partidos estar dos años en el dique seco y con un objetivo: «Estar tranquilo conmigo mismo el día que me retire, es decir, hice todo lo que tenía que hacer en cada momento, me vacié».

Arambarri, en las oficinas del Getafe.
Arambarri, en las oficinas del Getafe.Ángel NavarreteEl Mundo

La humildad del futbolista no menciona su sueño deportivo que es volver a la selección con la que ya disputó partidos clasificatorios, pero nunca una gran cita deportiva. «Sería cerrar una etapa en lo más alto, pero hay que seguir trabajando y ojalá algún día», asegura. Mala suerte que la línea más exigente de la celeste sea el mediocampo con futbolistas como Valverde, Ugarte o Betancourt como grandes estrellas mundiales.

La humildad y el trabajo son sus etiquetas, pero él rehúye de las que le asignan a su equipo desde que Bordalás es el entrenador. «Llega un momento que cansa. Cualquiera que viene a jugar aquí, cuando le ganas, siempre sale diciendo un montón de cosas que todos los equipos hacen, pero bueno, se la agarran con Getafe. Deberían respetarnos un poco más, porque cuando nos toca perder asumimos nuestra responsabilidad y seguimos adelante», pide antes del duelo copero.

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