El ‘premier’ del territorio balcánico atiende a EL MUNDO en uno de los momentos más críticos de su mandato, con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina y las crecientes tensiones regionales agravadas por Putin como telón de fondo Leer El ‘premier’ del territorio balcánico atiende a EL MUNDO en uno de los momentos más críticos de su mandato, con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina y las crecientes tensiones regionales agravadas por Putin como telón de fondo Leer
Albin Kurti (Pristina, 1975), primer ministro de Kosovo y líder del movimiento Vetëvendosje (Autodeterminación), se ha convertido en una figura clave en la turbulenta política de los Balcanes. En un contexto marcado por la influencia de Rusia en la región, que amenaza con desestabilizar la frágil estabilidad lograda tras décadas de conflicto, Kurti busca reforzar la posición de Kosovo frente a los desafíos internos y externos. A pocas semanas de unas elecciones legislativas cruciales, recibe a EL MUNDO en Pristina para analizar el futuro de su país en un tablero geopolítico cada vez más tenso.
PREGUNTA. Señor Kurti, ¿es el momento de que España reconozca a Kosovo?
RESPUESTA. Es paradójico que España, una democracia consolidada, no reconozca a Kosovo, un país europeísta y opuesto a la influencia rusa, mientras mantiene una postura cercana a Serbia. Creo que ha llegado el momento de que España reconozca la independencia de Kosovo.
Además de la declaración de independencia, nuestra historia reciente incluye dos momentos cruciales. El primero fue la liberación en 1999, posible gracias a la intervención de la OTAN bajo el liderazgo del entonces secretario general, el español Javier Solana. La comunidad internacional advirtió que Milosevic quería perpetrar un segundo genocidio, esta vez en Kosovo, similar a lo ocurrido en Srebrenica.
El segundo momento crucial llegó en septiembre de 2012, cuando se levantó el estado de supervisión internacional. Durante los primeros cuatro años tras nuestra declaración de independencia, Kosovo no tuvo soberanía plena. Pieter Feith, en calidad de representante del Grupo Internacional de Supervisión de Kosovo, supervisaba y tenía autoridad sobre nuestras instituciones, lo que limitaba nuestra independencia real.
P. España asegura que su decisión de no reconocer a Kosovo no está condicionada por su relación con Serbia. ¿Piensa que influye en la postura española?
R. Quiero señalar que otros países, tanto dentro como fuera de la Unión Europea, tienen vínculos aún más fuertes con Serbia que España, y, aun así, han reconocido a Kosovo. Este precedente demuestra que el reconocimiento de Kosovo no está necesariamente condicionado por los lazos económicos con Serbia, sino por una decisión soberana basada en principios de justicia y estabilidad internacional.
Si España reconoce a Kosovo sería un paso implícito hacia la estabilidad dentro de los Balcanes. La ampliación de la Unión Europea está en la mesa de negociaciones en Bruselas, y eso sería una respuesta perfecta a quienes buscan debilitar la integridad y la unificación de Europa.
P. ¿Cree que el ‘no’ de España está vinculado a sus problemas internos, como la cuestión catalana o vasca?
R. La República de Kosovo y España no tienen ningún problema bilateral. Por lo tanto, no existe ningún asunto entre ambos países que pueda llevar a un bloqueo para el reconocimiento. Consideramos que sería bueno que España se uniera a la mayoría de los estados europeos que reconocen Kosovo.
Hay otros países que, al igual que España, enfrentan problemas secesionistas y, sin embargo, han reconocido a Kosovo. España, históricamente, ha estado marcada por territorios que han reivindicado mayor autonomía o incluso la independencia. La cuestión de Kosovo no tiene conexión alguna con la situación política interna de España.
P. ¿Ha habido contactos con el Gobierno español?
R. No. Aunque hemos tenido interacciones en diversas conferencias internacionales, estos encuentros han sido más bien a nivel personal, principalmente entre parlamentarios, pero no entre representantes gubernamentales. A pesar de estas reuniones en foros internacionales, no se ha establecido un diálogo directo ni oficial entre los gobiernos de ambos países. No existe una vía formal para abordar el tema y avanzar en una posible relación diplomática.
P. ¿Cómo planea convencer a los países más reticentes de que Kosovo merece avanzar hacia la adhesión a Europa?
R. Nosotros deseamos de manera clara una integración plena en la Unión Europea, y el camino hacia ello no debería estar condicionado por la reconciliación con Serbia. Nuestra voluntad para las integraciones europeas es indiscutible, y no deberíamos quedar rehenes de la postura de Serbia. Deseamos relaciones normales y fluidas con Serbia, obviamente.
Aunque no estemos reconocidos por todos los países estamos totalmente integrados en el proceso de Berlín, así como del plan de ampliación liderado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En ese aspecto estamos seguros de que la nueva Comisión Europea va a dedicar más tiempo a la ampliación que la que acaba de finalizar su mandato. Están entendiendo que, con los Balcanes, la Unión Europea se vuelve Europa.
P. ¿Cómo sería la relación entre Serbia y Kosovo siendo socios de la UE, teniendo en cuenta que entre Belgrado y Pristina se encuentra Mitrovica?
R. La adhesión a la Unión Europea contribuiría significativamente a mejorar las relaciones vecinales, normalizar los vínculos y fomentar la democracia dentro de Serbia. Este proceso fortalecería las instituciones democráticas en el país. Considero que las reglas internas de los países de la UE llevarían a una democratización mayor de los gobiernos en ambos países.
El problema es que la integración europea está siendo obstaculizada por Rusia, que desea mantener a Serbia lo más alejada posible de la OTAN y de la Unión Europea. Por lo tanto, la integración de los Balcanes en la Unión Europea es una mejor respuesta y resistencia a la influencia de Rusia, ya que desde el Kremlin se intenta separar a los países europeos y nuestro interés común es estar unidos.
P. ¿Cree que el presidente Vucic será quien reconozca a Kosovo o es imposible?
R. Mi impresión es que tanto su temor como su amor tienden más hacia el norte y oriente. Sus intereses y afectos están más alineados con Moscú, por tanto, parece que le a Vucic le gusta más y está más inclinado hacia Moscú que hacía Bruselas.
P. Usted ha sido crítico con Josep Borrell como mediador en el conflicto entre Kosovo y Serbia cuando era el representante de la política exterior europea, ¿qué opinión tiene sobre esa labor como mediador?
R. El señor Borrell asumió su cargo en un momento de crisis global, enfrentándose a numerosos conflictos en el mundo. Desde la pandemia y la agresión rusa en Ucrania hasta los problemas con Irán, todas estas crisis tuvieron prioridad y dejaron menos espacio para los Balcanes, especialmente para abordar la cuestión de Kosovo. Se otorgaron demasiadas competencias al representante especial de la UE para los Balcanes, que es de Eslovaquia, el señor Miroslav Laják.
P. ¿Cree que podría haber tenido una postura más clara?
R. Yo considero al señor Josep Borrell como un diplomático y político con mucha experiencia. Es una persona que no solo actúa, sino que también reflexiona políticamente. Estamos muy de acuerdo en cuanto a los valores sociales y democráticos. También estamos muy de acuerdo en las posturas políticas. La razón por la que tenemos diferencias es que él tiene menos optimismo que yo, lo que más me ha inquietado es que, en general, he observado un escepticismo y pesimismo hacia el mundo y la paz mundial.
Con Serbia, tengo la impresión de que no hizo lo suficiente para presionar a Belgrado. Y lo que es más importante, cuando Belgrado violó los acuerdos que hemos establecido, tanto Borrell como Laják, que eran los referentes, no tomaron medidas adecuadas. Belgrado pisotearon los acuerdos y ellos, como mediadores, no actuaron como árbitros.
P. ¿Cómo se enfrenta a las elecciones del 9 de febrero?
R. Estando en funciones, mi prioridad es mantener un liderazgo firme y consolidar la estabilidad institucional lograda durante estos cuatro años de transformaciones significativas. Hemos reducido el desempleo en un 60%, alcanzado un crecimiento económico promedio del 6% anual, y mejorado áreas clave como la educación, ahora gratuita en el nivel superior, y la salud pública, con acceso ampliado a medicamentos esenciales.
Kosovo se enfrenta a desafíos globales como la igualdad de género, el cambio climático, la desigualdad y la revolución tecnológica impulsada por la inteligencia artificial, mientras seguimos avanzando hacia la integración en la OTAN y la Unión Europea.
P. ¿Qué responde a quienes lo acusan de instrumentalizar la tensión étnica en el norte con fines electorales?
R. No hay en Kosovo ningún político que haya permanecido más tiempo en la oposición. Nunca he tenido interés en él a cualquier precio. Creo que lo que más les preocupa es el hecho de que no lo hago para captar votos. Las administraciones anteriores han buscado sacar beneficios políticos haciendo concesiones a Serbia bajo presión internacional. Nunca he utilizado ningún tema con fines electorales; no saben cómo atacarme. Con los demócratas, soy demócrata. Pero con los autócratas, tendré que ser un soberanista. Cuando te encuentras con un autócrata, no puedes comprometer tu integridad territorial. Como señaló Immanuel Kant hace dos siglos, las democracias nunca luchan entre ellas, sino son las autocracias que buscan dominar o extenderse.
P. ¿Aceptará la demanda de la minoría serbia en el norte para la creación de la Asociación de Municipios?
R. Nuestra posición ha sido que necesitamos inclusión dentro del país y ofrecer amplios derechos y protecciones a la minoría serbia, en lugar de fomentar enclaves cerrados. Kosovo tiene fuertes protecciones para las minorías, incluyendo escaños parlamentarios garantizados para todos los grupos minoritarios. Las comunidades no mayoritarias tienen poder de veto sobre leyes vitales y enmiendas constitucionales, y disfrutan de cuotas para todos los nombramientos estatales importantes y otros cargos en el sector público, incluida la Policía. Hoy, la minoría serbia, que representa aproximadamente el 4% de la población, gobierna más de una cuarta parte de los municipios y ocupa aproximadamente el 9% de los escaños en el Parlamento, que les están garantizados.
P. Las dos partes rechazaron la propuesta de Bruselas. ¿Hay riesgo de una nueva escalada si no se resuelve este conflicto latente?
R. De hecho, es la implementación del Acuerdo Básico lo que está actualmente estancado porque Serbia se niega a firmarlo. Creemos que el camino a seguir radica en honrar el acuerdo que tomó tiempo concluir. Firmar lo que se acordó en Bruselas en febrero de 2023 y luego en Ohrid en marzo de 2023 es fundamental para garantizar una implementación rápida, completa e incondicional del Acuerdo Básico y para asegurar la rendición de cuentas en su cumplimiento.
P. ¿Cree que la inestabilidad generada por Putin podría extenderse a los Balcanes, convirtiéndolos en el próximo objetivo?
R. Sí, el riesgo es evidente. Putin, al complicar la situación en Ucrania, podría dirigir su estrategia hacia los Balcanes. Su objetivo es claro: utilizar a Serbia como proxy para desestabilizar la región y, particularmente, convertir a Ucrania en una segunda Bosnia. Esto implica crear un estado disfuncional, dividido y dependiente, similar a lo que Bosnia experimentó tras los conflictos de los años 90.
Putin está imitando a Miloševic, intentando transformar Ucrania en lo que Bosnia fue para Europa y la comunidad internacional en su momento, y convertirla en un para-estado, un satélite bajo su control, lo que haría a Ucrania completamente disfuncional. Por lo tanto, mientras persista la agresión militar de Rusia en Ucrania estará amenazada la paz. Hay que cerrar el paso a los intentos de Rusia de exportar inestabilidad a la región.
P. ¿Pueden algunos territorios de los Balcanes alinearse con Rusia si no se integran en la UE?
R. Es posible. Serbia y la República Srpska muestran una alineación significativa con Moscú, utilizando conceptos como el «Mundo Serbio» para justificar su expansión ideológica y política. En ausencia de integración europea, estos territorios podrían consolidar aún más su conexión con Rusia, desestabilizando la región.
Montenegro, aunque tiene elementos afines a esta narrativa, está más protegido por su membresía en la OTAN. Sin embargo, Bosnia-Herzegovina enfrenta desafíos internos debido al bloqueo constante de la República Srpska, que obstaculiza su camino hacia la estabilidad y la alineación europea.
P. ¿Seguirá siendo necesaria la presencia de KFOR a largo plazo considerando estas amenazas?
R. Sí, la presencia de KFOR sigue siendo esencial mientras Serbia mantenga su hostilidad hacia Kosovo y Rusia continúe fomentando tensiones en la región. Los intentos de Moscú por influir en los Balcanes, combinados con la falta de reconocimiento por parte de Serbia, hacen que la misión de KFOR sea clave para la seguridad y estabilidad.
P. ¿Cómo percibe Kosovo la presidencia de Donald Trump? ¿Cree que podría afectar el apoyo de Estados Unidos?
R. Kosovo mantiene una sólida relación bilateral con Estados Unidos, basada en su compromiso constante con nuestra soberanía y nuestra integración en la UE y la OTAN. Durante el mandato de Trump, se priorizaron acuerdos económicos entre Kosovo y Serbia para promover la estabilidad, mientras que la administración Biden fortaleció las instituciones democráticas en los Balcanes. Aunque estas diferencias reflejan cambios de enfoque, no creo que Estados Unidos modifique su postura hacia Kosovo; trabajamos estrechamente con Washington.
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